Cuando mayo "marcea"…

Del "Ofretorio" de Pedraza y otras poéticas

Cuando mayo "marcea"…

Cuando mayo "marcea"… / Rubén Sánchez Domínguez

Recién caídas unas gotas de agua, pocas tras sacar a tantos San Isidros hace unos días, en una tarde fría de domingo, daba comienzo el ofertorio deconstruido de Luis Antonio Pedraza: su particular “Ofretorio”. Título de regusto arcaico, que da nombre a su último disco, y al concierto con el que el pasado 21 de mayo presenta en sociedad a su nueva criatura. Qué más da que no fuera octubre, que queden lejos los “ofertorios” y que a la Virgen del Rosario aún no le estén planchando las enaguas… Ya vivimos unas fallas en septiembre y un carnaval en junio, cosas extrañas de tiempos pospandémicos, “más raro fue aquel verano que no paró de nevar”, como cantaba el viejo Sabina.

El disco cuenta con la sencillez de lo complejo y con la complejidad de lo sencillo. Sones antiguos y ritmos de siempre, pasados por el Laboratorio Pedraza para engendrar otros nuevos que siguen sonando a viejo y a nuevo al mismo tiempo. Música militante de títulos deliciosos que celebran la vida y conjura topónimos y paisajes, que reivindica el derecho a ser y a estar, aunque seamos pocos y más bien pobres (solo de dinero, que quede claro). Toda una ofrenda a la memoria colectiva que llena los recovecos del alma de este maltratado e inhóspito Lejano Oeste.

En la presentación Luis no estuvo solo. A las percusiones, el bueno de Paulo Meirinhos de Galandum Galundaina, músico excepcional, lutier de artilugios musicales imposibles, que desde Fonte de Aldeia, cuida de que la Raya siga siendo ese espejo imprescindible que atravesar, como en la Alicia de Lewis Carroll; con el acordeón, Rubén Metralha, desde Bragança, todo un descubrimiento; y, al baile, el grupo Mies y Barro, de Valladolid, ese que a veces los prejuicios localistas no nos dejan ponderar del todo.

Se destapó el tarro de las esencias con "Cartolinha", un exquisito guiño a una Portugal amable y necesaria -y a su "Menino" de Miranda do Douro-, que a veces hacemos tan lejana a pesar de tenerla tan cerca. Continuó "O Beseo", jota valseada de título sugerente, que nos lleva a un recóndito paraje de Porto de Sanabria, a la que siguió la charrada "Arribes"…, seguimos con "La Raya". A continuación, "Talanda", otra charrada para danza de cintas que toma prestado el nombre del arroyo que lame las bases del teso de El Viso y Las Contiendas, allá en Tierra del Vino. Con “Carqueisa”, valseo que nos remite a la “Chamaespartium tridentatum”, arbusto de gran utilidad propio de este Lejano Oeste, Luis quiso hacer su particular homenaje a la Sierra de la Culebra, que vivió su particular infierno hace justo un año. Siguieron “Touza”, Brincao que nos lleva hasta Flechas, en el Rincón de Aliste, y “Argusino”, charro de homenaje a todas las Atlántidas sumergidas por la dictadura hidroeléctrica y los intereses bastardos. Con “Meliade”, danza de paloteo, que invoca a las ninfas de los fresnos (madera de la que se hacen los palos), y la “Jota Romera”, tan propia de estos días de Pentecostés, se dio por finalizado un espectáculo que contó también con algunas melodías ajenas al disco como un “Toque de alzar” de regusto alistano -también compuesto por Pedraza-; el "Baile de la Bandera" de Almeida (ejecutado por Miro Herrero), y el "Dámelo", baile "agarrao" de Valdeperdices (entonado por Maite Rodrigo, nieta de la informante, la Tía Joaquína).

El disco se envuelve, como buen caramelo, en un fantástico estuche -packaging dicen ahora los modernos-, diseñado por Jorge Martinde, que actualiza con maestría en su portada, el “ramo” de Valdeperdices.

El Bonus track lo pusieron la subasta tradicional de los ofertorios, efectuada por Serafín Serrano, de Valdeperdices, diversos toques de campanas por parte de la Asociación Cultural de Campaneros Zamoranos, y la presencia de Los Carrucheros de Sesnandez, mascarada recuperada el pasado 1 de enero por la Asociación Cultural Sierra de Sesnández. Por poner una pega, eché de menos la pieza "Toldanos" -que forma parte del disco-, y que evoca al despoblado existente junto a Cañizo, de interesantes reminiscencias repobladoras y, sin duda, todo un icono de esa España Vacía, que definiera Sergio del Molino. A buen seguro que el público, absolutamente entregado -y que demandó varios bises-, no hubiera protestado por unos minutos más de concierto.

El disco se envuelve, como buen caramelo, en un fantástico estuche -packaging dicen ahora los modernos-, diseñado por Jorge Martinde, que actualiza con maestría en su portada, el “ramo” de Valdeperdices.

“Ofretorio” nos recuerda que, en cuestiones de cultura popular, es difícil ponerle puertas al campo; que lo tradicional, aunque el tiempo y los pueblos lo hayan ido modelando, también tuvo un principio y una autoría; que tan bueno es documentar el acervo con rigor –y divulgarlo con calidad-, como hacer que éste siga vivo y evolucione. "Ofretorio" nos ofrece esa frescura que, por desgracia, no es demasiado frecuente encontrar. Esa viveza que en otros momentos nos aportaron el disco "Triada", de Tradinova (Alberto Jambrina y Germán Bragado), o "Tribus Hispanas" de Eliseo Parra; el espectáculo "Respigo" de la buena gente Bajo Duero o "Trópico de Covadonga", de Rodrigo Cuevas; así como la obra "Cinco Glosas para una Loa", del maestro Miguel Manzano ¬-al que Pedraza dedicó varios guiños de homenaje a lo largo del concierto-.

Ahora bien, insuflar vida a lo tradicional, actualizar la tradición sin desvirtuarla, no está al alcance de cualquiera. Pedraza nos hace reflexionar en este trabajo sobre la composición de lo que termina siendo popular y sobre el papel de los especialistas en todo este proceso. Tras acabar de escuchar las primeras maquetas del disco, me dio por pensar, ejemplo, por qué a alguien, en algún momento, le dio por tocar un bolero en Tierra del Pan, que terminaría siendo nuestro siendo, a su vez, tan ajeno a nosotros. Los filósofos del arte (recomiendo encarecidamente leer "Estética Modal" I y II, de Jordi Claramonte), nos cuentan que los modos de relación, es decir las poéticas o “haceres artísticos”, se mueven –y evolucionan-, por la dinámica que generan las tensiones entre el polo repertorial (las formas tradiciones o la imaginación cristalizada que diría Lev Vigotsky), y el polo disposicional (que el semiólogo ruso hubiera denominado inteligencia fluida). En definitiva, que el arte avanza por los tanteos, variaciones, devaneos y experimentos de unos cuantos locos que sueñan mucho y duermen poco.

Portada del disco

Portada del disco

Sin dudan con este disco, compuesto y grabado en su totalidad por él, Pedraza, de "eólica imaginación" (como diría el maestro de "Amanece que no es Poco" -José Luis Cuerda, 1988-), nos demuestra que es mucho más que un Farinelli de la flauta y el tamboril, capaz de sacar cientos de gorgoritos increibles a la chifla. Que está llamado a una vocación experimental, que tensione la música tradicional hacia nuevos –y necesarios-, horizontes disposicionales. Que, en muchas ocasiones, como señalaba Deleuze, sujeto y objeto parecen coproducirse y amalgamarse para celebrar el arte. Que ojo tuvo la Asociación del Reino de León Amigos del Folklore (Arlafolk) de Benavente, cuando le concedió, en 2012, el galardón Joven Valor de los Premios Música Tradicional, sin duda escrutando, con visionaria y profética capacidad, las artes del rapaz.

Poco más que decir, amigo Luis. Quizás el oportuno y necesario "Memento mori", que susurraban los esclavos a los emperadores romanos, para que no se le atragantaran los triunfos: "Recuerda que eres mortal". Gracias por poner un poco de calor y color en plena campaña electoral, en este mayo caprichoso, al que le ha dado por marcear. Por ofrecernos una dosis de "real politic", de esa "política de capa parda" que pedían nuestros regeneracionistas en el primer tercio del siglo XX. Y por alegrarnos un poco la vida estos días que nos han censurado la escena de Loreta de "La vida de Brian" (Terry Jones/Monty Python, 1979). Eso sí, que te quede claro, nunca te perdonaré que me obligaras a ver Got Talent.

Feliz día de La Hiniesta a todos.

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