La Opinión de Zamora

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Un río y un poeta… duraderos 23 años después

Claudio Rodríguez 18 MARZO 2001 CLAUDIO RODRIGUEZ

El Seminario Permanente Claudio Rodríguez ha querido rendir homenaje al poeta zamorano al cumplirse 23 años de su muerte. Justamente el pasado mes de junio las cenizas de su esposa Clara, fallecida en marzo, se depositaban en la tumba de Claudio. El Seminario Permanente celebrará en noviembre las IX jornadas que estarán centradas en las relaciones entre las manifestaciones artísticas de diversos tipos, como el cine, la fotografía, la pintura o la escultura, y la expresión poética.

El pasado 22 de julio, como si fuera una canción de corro infantil, ha aparecido cerca del templete de la Avenida, por la mañana, muy temprano, con la fresca que llega del campo, un papel ... volandero, donde se lee todavía:

“Otro poeta. Siempre aparece otro poeta… Parece que se ha convertido en una necesidad. Zamora necesita un poeta más, ahora. Pero, ¿no había ya un poeta aquí? ¿No había un poeta que era el poeta de la ciudad? Todo el mundo sabe cómo se llama el poeta. Todo el mundo conoce al poeta de la ciudad. Seguro. Él dijo que se iba… porque era famoso entre sus gentes… y cruzó al otro lado del río.

Desde que marchó la lluvia, y ha salido el sol, no había llegado nadie, aún, a Zamora.

¿Cuánto tiempo lleva aquí el río? Como siempre pasa por aquí, no se le da la importancia que merece; pero este río es importante para esta ciudad

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«No diré nada. No pensaré nada. Pero el amor infinito escalará mi alma, y yo iré lejos, muy lejos»

Quizá llegue a ser popular… como este río duradero. ¿Cuánto tiempo lleva aquí el río? Como siempre pasa por aquí, no se le da la importancia que merece; pero este río es importante para esta ciudad. Aunque esta ciudad parece que vive de espaldas al río. A veces incluso se ve que las gentes que habitan esta ciudad creen (aquí las gentes son muy creyentes) que el río solo tiene una orilla. Es absurdo, lo sé. Pero para las gentes de esta ciudad no hay nada al otro lado del río, en la otra orilla del río, entre los árboles y más allá, como si el río no tuviera orilla al otro lado. Me voy a reír. ¡No! Me voy a rei-vindicar este río de dos orillas. Voy a decirles a todos que la otra orilla, la orilla izquierda, también existe; y que es tan necesaria que sin la orilla izquierda no habría río. Aquí es necesario un poeta que le dé vigor al río, que lo haga duradero. El río duradero sería así la otra piel de la ciudad; y las gentes cruzarían de un lado al otro, yendo y viniendo, riendo, gozando del río, que ya formaría parte de la ciudad, que es una parte más de la ciudad. Y esto hay que hacerlo con amor; con amor y por amor. Se lo voy a decir a todos, todas las gentes de esta ciudad deben saber que el río es una parte esencial de la ciudad, como las piedras que la sustentan; las piedras… que también sustentan y abrazan al río. Se lo diré a todos: «El río duradero hará la ciudad duradera».

Ahora, me voy alegre… Ya vendrá otro poeta. Siempre aparece otro poeta… Parece que se ha convertido en una necesidad. Zamora necesita un poeta más. Ahora. Pero, ¿no había ya aquí un poeta? Sí, claro.”

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