Han pasado cinco años desde que se pusiera en marcha en Zamora la Asociación por el Acceso a la Universidad en Igualdad, que solicitaba —y sigue solicitando— una EBAU única para todo el territorio español. Recientemente, la nueva ministra de Educación, Pilar Alegría, anunciaba un paquete de medidas para cambiar este examen de acceso a la universidad. Desde el colectivo, uno de sus fundadores, el profesor Luis Mariano Esteban, analiza los principales puntos del documento.

–¿Cómo se ha recibido desde la asociación esta propuesta del Ministerio de Educación?

–Nosotros la vemos con cautela, porque no se puede meter en el mismo saco algunas cosas. Por ejemplo, el hablar de que se van a evaluar las competencias no es algo nuevo para los que trabajamos en la enseñanza. De hecho, en la última década, las distintas leyes venían rondando, de una u otra manera, este aspecto, así que es bienvenido, como en su día lo fueron las nuevas tecnologías. Pero cuando todo esto se toca en relación a un nuevo examen de la EBAU, lo que ocurre es que el formato no varía. Es decir, los centros incorporaron en su momento estándares de aprendizaje, nuevas metodologías, las nuevas tecnologías y las competencias, pero el examen de EBAU sigue siendo el mismo que en el siglo XIX, con hoja y papel para escribir todo lo que uno sepa. Ese es un gran choque, así que será bienvenido el hacer los currículos más razonables.

–¿Ve posibilidades de que esta propuesta de cambio se lleve adelante?

–Me llaman la atención varias cosas. Para empezar, las competencias que tiene el ministerio en este ámbito son mínimas, porque están transferidas a las comunidades autónomas. Segundo, no hay problema en hacer un examen competencial, pero que sea parecido en todo el territorio, porque el distrito es único, es harina de otro costal. Habría que recordar a la ministra que los partidos que sustentan a su Gobierno no están dispuestos a dar este paso. Ni Podemos, ni Esquerra Republicana y mucho menos Bildu. Si en un hipotético caso se planteara, hasta ahí iba a llegar su propuesta. Parece mentira que no lo sepa, que se genere un estado de opinión y que no se sea consciente de esta realidad. Si se camina hacia ahí, fenomenal, pero tenemos nuestros recelos a que se pueda formalizar.

Lo que no se puede hacer es formar con la mitad y luego pedir el doble

–¿Es el mejor momento para intentarlo?

–Los dos grandes partidos, PP y PSOE, han tenido sendas mayorías absolutas en ocasiones anteriores y no han movido ni un dedo en este sentido. Y no solo no lo han movido, sino que han permitido que hayan aumentado las diferencias educativas en comunidades. Me llama la atención poderosamente que, ahora que esos mismos gobiernos están sin mayoría, pretendan hacer este movimiento, que pretendan ahora sacar algo en lo que no han hecho nada antes. En la reciente campaña electoral de Castilla y León, por ejemplo, ¿qué partidos políticos han tenido a la EBAU en su programa? En privado muchos te reconocen que es un despropósito lo que está pasando, pero nadie lo lleva por bandera para captar votos.

–Una de las posibilidades que se plantea en este borrador del ministerio es poder presentarse a la EBAU con alguna asignatura suspensa. ¿Cómo se valora esto desde el punto de vista de un docente como usted?

–Los profesores al final evaluamos con lo que nos dicen, según la ley que haya. Si se establece que se vaya con uno o dos suspensos a la EBAU, se hace, pero, desde luego, eso no va a repercutir en la calidad de la enseñanza, sea como sea. Podemos llegar a defender que se vaya con suspensos en ciertas asignaturas si la carrera a la que se aspira no tiene relación con ellas, pero si, como señala ahora el ministerio, se apuesta por un examen competencial y menos basado en contenidos, no se entiende que se vaya con, por ejemplo, dos competencias mermadas. Al final no se quiere llegar a la clave de todo esto, que es que solo una o dos de nuestras universidades está entre las cien primeras y la mayoría más bien se sitúa en puestos muy traseros en el ranking mundial. Al mismo tiempo, tenemos una gran exigencia, pidiendo alumnos con calificaciones de 13 sobre 14, lo que es un disparate.

Llevamos nueve leyes educativas en cuarenta años, que cambian sin haber fracasado

–¿Dónde está fallando el sistema?

–Lo que está claro es que si se toca la enseñanza media, hay que tocar la EBAU, porque si no, habría un colapso, que es lo que ya está pasando. Buena parte de que se vaya a la EBAU con dos asignaturas suspensas es que como el Bachillerato no ha sido reformado, mientras que la Secundaria sí, se produce el tapón. Y ocurre porque los chavales vienen de un sistema en la ESO donde los exámenes tienen un menor peso de lo que van a tener en Bachillerato. No es porque sean más tontos, sino porque se les ha formado así y ellos cumplen con los que se les pide. Lo que no se puede hacer es formar con la mitad y luego pedirles el doble y esta es la clave de no querer un examen único de la EBAU, como tampoco se quiere el que sean las propias facultades las que hagan la selección de sus alumnos para el acceso, que cada una decidiera su perfil de alumnos. Eso supondría que el alumno tendría que aplicar a una serie de universidades y, si no entrara en ninguna, se quedaría en la calle. Es un poco el sistema americano y significaría pasar a asumir que hay universidades de primera y de segunda.

–Apuesta también la ministra por fijarse en los sistema de acceso a la universidad de otros países. ¿Qué se puede encontrar?

–Creo que siempre es bueno saber qué pasa en otros lados y, sobre todo, en aquellos países que tengan mejores rankings. Pero con los sistemas educativos hay que tener mucho cuidado, porque depende también del sistema social, cultural y hasta climatológico que tenga. Es decir, no se pueden trasladar directamente. Hay que mirar qué se hace en los países punteros, pero van a salir cosas muy variopintas, desde los que hacen un examen parecido a la EBAU a los que tienen a las facultades como electoras de quiénes entrar a sus carreras o aquellos que hacen una especie de remix, es decir, tienen un examen pero en función de las universidades a las que vayas a ir, priman más unas que otras. Ese es el mapa de situación que se van a encontrar y, en todo caso, habría que coger lo mejor de cada uno.

–¿Cree que los políticos pueden implicarse de verdad con su petición de la una EBAU única?

–La EBAU única es muy difícil de presentar políticamente, porque, por ejemplo, la queja que pueda tener el PP en Castilla y León no es posible en Andalucía. Ahí está la dificultad, pero todo lo que sea avanzar es positivo. Creo que la base de todo está en que mientras que la educación en general no sea un tema de Estado, no vamos a ningún sitio. Llevamos nueve leyes educativas en cuarenta años, que cambian sin que la anterior haya fracasado. La Ley Celaá no tiene ni dos años y ya no está ni la ministra y la titular de ahora también quiere aportar algo, en este caso lo de la EBAU, aunque quizá no le quedan en el cargo más de dos años. Si después entra otro partido al Gobierno, querrá otra ley educativa y así es simplemente ingobernable el asunto.

–¿Cómo vaticina que va a quedar esta propuesta de cambio en la EBAU?

–Se va hacer poco ruido y para nada, porque cuando llegue el momento de poner negro sobre blanco, todo lo referido a la EBAU no va a pasar de recomendaciones, porque el Gobierno no tiene la capacidad de imponer nada. Lo que la sociedad civil no ha conseguido es apretar a los políticos con que la educación no es una broma. Si el ministro Garzón en vez de vacas, hubiera hablado sobre la EBAU, se habría puesto sobre la mesa el tema de una manera espectacular.