Los municipios en el entorno de Benavente siguiendo los ríos Órbigo y Esla y el eje del Duero en la línea Toro-Zamora son las zonas de la provincia donde se vislumbra una mayor ocupación poblacional, según el informe anual sobre la situación económica y social de Castilla y León, elaborado por el Consejo Económico y Social (CES) de la comunidad, recogido por la agencia Ical. En él se demuestra que, pese a estos ejes demográficos en determinadas zonas, la comunidad sigue perdiendo población en términos absolutos, al pasar de los 2.400.898 habitantes de 2019 a los 2.396.301 que figuraban como residentes en 2020.

Con estos datos del informe, la progresiva despoblación del medio rural profundo en Castilla y León es definida como “una pérdida de riqueza” por parte de los colectivos agrupados en la Revuelta de la España Vaciada, para los que “no solo es económica” sino que también supone “una merma de los servicios esenciales como demuestra el modelo sanitario de Aliste, una pérdida de la cultura vinculada a los pueblos y una disminución de riqueza natural” porque recuerdan, a raíz del grave incendio de la localidad abulense de Navalacruz, que los habitantes de los pueblos son “los grandes gestores del patrimonio natural” y que, sin población, “la labor de control y cuidado del medio ambiente se va a perder”. Así lo esgrime, en declaraciones a Ical, uno de los portavoces del colectivo de la España Vaciada en Castilla y León, el zamorano Chema Mezquita, criticando que “ahora la Administración, nacional y regional, habla de despoblación pero no actúa”, fomentando con sus políticas “la concentración de los recursos en las grandes localidades y abandonando los pueblos”, como muestra, en su opinión, la escasa recuperación de habitantes en las grandes capitales de Castilla y León frente a la pérdida de más de 10.000 personas en el medio rural profundo de la Comunidad.