“El teléfono suena mañana, tarde y noche, y ninguna familia puede quedarse sin comer”. Esta frase, formulada por Andrés Rincón Fernández-Arévalo, presidente del Banco de Alimentos de Zamora, refleja la situación en la que está sumida la institución. La crisis causada por la pandemia ha provocado un incremento de las necesidades de algunos zamoranos, que reciben el apoyo de esta organización para salir de esta delicada posición.

El 13 de marzo, el Gobierno decretó el estado de alarma y cesó la actividad de la mayoría de instituciones. No fue el caso del Banco de Alimentos de Zamora, que siguió trabajando a sabiendas de que los apuros de la población iban a crecer con la pandemia. La situación de muchas familias, afectadas por el paro o los ERTE, ha despertado la necesidad de solicitar ayuda a la organización. “Hemos tenido mucho trabajo durante y después del confinamiento. “La pandemia ha desatado una crisis que hace que mucha gente tenga que acudir a nosotros para poder comer”, declara Rincón. El gerente ha mostrado especial preocupación por los niños afectados por su contexto familiar, a los que considera los principales damnificados.

La evolución de la epidemia ha agudizado aún más los problemas económicos de muchas familias. Esto ha provocado que, tras el fin del estado de alarma, las peticiones hayan seguido al alza, con cifras muy superiores a las registradas en cursos pasados. “La crisis del COVID ha aumentado entre un 15 y un 30% el volumen de alimentos con respecto a años anteriores”, reconoce el gerente. “Hoy, por ejemplo, tenemos que preparar pedidos para siete familias”, señala. Tal ha sido el crecimiento, que los trabajadores de la organización ni siquiera pueden tomarse un pequeño descanso. “Nos hemos tenido que volver de las vacaciones debido a la elevada demanda de alimentos. Otros años hemos cerrado unos días, pero este año es imposible. El hambre no entiende de vacaciones”, admite Rincón.

Presidente, secretaria y dos voluntarios conforman una plantilla que está bajo mínimos. Sin embargo, el reducido número de integrantes no les quita la ilusión ni las ganas de colaborar con los que más lo necesitan. “Solo estamos cuatro personas, pero nos desenvolvemos bien. Lo importante es ayudar a que todo el mundo tenga comida que llevarse a la boca”, afirma el presidente. Además del escaso volumen de personal, la organización se ha topado con otros obstáculos que les han dificultado el trabajo, como la imposibilidad de algunas empresas de contribuir con la causa.

Rincón ha reconocido que la organización está a disposición de asistir a todo aquel que lo necesite, sea en las circunstancias que sea. Además, el gerente ha animado a solicitar ayuda a su institución. “En Zamora, el que pasa hambre es porque quiere. A la gente no le puede dar reparo venir, porque nosotros estamos para ayudar”, insiste.

En la jornada de ayer, la Diputación de Zamora anunció una duplicación de las ayudas al Banco de Alimentos para el próximo curso. La subvención, que alcanzará los 10.000 euros, supone un impulso económico y cuenta con el objetivo de amparar a la asociación frente a las necesidades ocasionadas por la pandemia . Aunque la ayuda no llegará hasta el año que viene, Rincón se muestra tranquilo, ya que “hay suficiente cantidad de alimentos como para abastecer al que lo necesite”. Además, ha querido mostrar su agradecimiento a todos los que ponen su granito de arena en la causa. “Recibimos ayudas de algunos bancos e instituciones, por lo que de momento estamos en una buena situación para seguir colaborando”, apunta.

La solidaridad, el altruismo y la ilusión nunca faltarán en una organización que siempre ha cumplido con los requerimientos de los más desamparados. El corto número de efectivos y las dificultades para abastecerse debido a la pandemia no son excusa para una institución que demuestra estar a la altura de las circunstancias.