"Y desgraciado aquel país en el que los jueces gastan sus energías, en vez de en juzgar y de hacer ejecutar lo juzgado, en hacer valer sus derechos para poder cumplir sus obligaciones de escucha, de respuesta, de ponderación y de imparcial decisión". La cita atribuida al clásico Quevedo cuatro siglos atrás no ha dejado de tener vigencia: los medios humanos y materiales de los juzgados continúan siendo muy insuficientes para sacar adelante con rapidez el voluminoso y creciente número de asuntos sobre los que deciden sus titulares.

Y, desde luego, para poder desenvolver esa compleja y trascendente tarea en sus despachos, durante la jornada laboral de mañana, que, por lo general comienza para los jueces entre las 8.30 y las 9.00 horas y concluye habitualmente entre las 14.30 y las 15.00 horas. Especialmente durante las dos mañanas a la semana que dedican a celebrar juicios en materia civil y penal (que a veces se prolongan más de lo esperado) y cuando desarrollan las guardias (una semana de cada seis en la capital, con la toma de declaración a detenidos, apertura de diligencias y recogida de pruebas).

La carga judicial continúa siendo muy superior a la que puede desenvolverse para conseguir una justicia ágil y, por tanto, eficaz, máxime después de que los recortes hayan anulado el nombramiento de jueces sustitutos y obligado a los titulares de un órgano a asumir las bajas o vacaciones de otro compañero.

De ahí que quienes imparten justicia se vean obligados a "llevar trabajo a casa" porque la constante actividad del Juzgado absorbe su atención, de forma que son pocos los ratos de sosiego para dedicarse a esa tarea. "Si tienes que poner sentencias, hay que hacerlo fuera de las horas de audiencia, por tanto, la mayoría de los jueces tiene que hacerlo en sus casas, porque requieren tiempo, reflexión y maduración, buscar jurisprudencia y doctrina", explica el presidente de la Audiencia Provincial, Jesús Pérez Serna.

A partir de aquí se rompe el tópico de que "los jueces trabajan poco". Y es que "por mucho que exista ese concepto negativo sobre la dedicación a nuestras funciones, trabajamos una media de entre 10 y 11 horas diarias". A los jueces y magistrados les persigue una leyenda negra que les define como élite privilegiada y poco "aplicada" en el desarrollo de sus funciones, pero poco se sabe de sus sueldos por debajo de los 3.000 euros netos al mes hasta conseguir varios trienios y de 3.600 netos con 28 años de ejercicio, por ejemplo.

Un simple vistazo a las estadísticas judiciales en los once órganos de Primera Instancia e Instrucción de Zamora desmonta tal creencia. Para muestra, un botón: los jueces de la provincia dictan trimestralmente una media de 67 sentencias, para resolver asuntos civiles (35,64) y penales (31,64) por lo que se refiere al primer trimestre de 2014, cuando resolvieron también 392 procedimientos, según la estadística oficial. El de lo Penal (con ayuda del juez de refuerzo) dictó 225 fallos; el Contencioso, 99; los de Social, 203; la Audiencia Provincial, 53 en causas civiles y 62 en asuntos penales; el órgano de Menores, 28; y el de Violencia de Género (de Primera Instancia e Instrucción número 5 de la capital), 13 sentencias.

Cada juzgado dedica dos mañanas a la semana a la celebración de juicios, un día sobre asuntos civiles y otro penales, con una media de entre seis y diez vistas cada día, lo que implica que presiden una media de 50 vistas orales al mes. Cada seis semanas, cuando realizan las guardias, dedican un día a los juicios rápidos, tantos como asuntos hayan surgido en ese periodo y puedan resolverse por esta vía.

Tales decisiones repercuten muy directamente en la vida de los ciudadanos y, junto a la celebración de juicios, "es nuestra labor fundamental, ninguna de las dos es mecánica", subraya Pérez Serna, por lo que "requieren preparación previa, fundamentalmente dirigida a resolver todos aquellos problemas que se planteen en el juicio". Ser un juez justo y sensato no es una cuestión de intuición, sino la consecuencia de "un estudio concienzudo de todos los autos y del resultado de las pruebas practicadas para dar respuesta a todo lo planteado por las partes" (acusaciones y defensas) que tienen interés en el pleito.

Dentro de ese trabajo anterior a la vista oral está "la investigación, la práctica de las pruebas, la petición de pruebas, su estudio y aprobación o denegación, así como la resolución de cualquier incidente" que surja durante la tramitación de demandas, denuncias y posteriores procedimientos civiles y penales, apostilla el magistrado zamorano. El curso de las diligencias, de la investigación judicial, requiere la emisión de autos, que en los once órganos unipersonales entre enero y marzo pasado sumaron 3.304 (una media de 300 por cada juez al trimestre), de los que 2.648 fueron en asuntos penales y los 656 restantes sobre asuntos civiles.

En la jurisdicción del Contencioso, la magistrada emitió 42 autos. Los tres magistrados de la Audiencia dictaron 104 autos (17 en civil y 87 en penal) y la del Contencioso, 42.

La ejecución de los autos y las sentencias, "muy voluminosa en las causas civiles porque cualquier asunto, desde un desahucio hasta un monitorio, los impagos en un divorcio, cualquier reclamación de dinero, conlleva el control del cumplimiento de las resoluciones del juez, un "seguimiento que realiza él mismo", apuntan fuentes judiciales.

En la vía penal, todos los juzgados de las diferentes instancias y la Audiencia llevan un control exhaustivo sobre la aplicación de sus autos y sentencias y "se controlan durante años", para garantizar la aplicación rigurosa de la pena (lo que se llama ejecuciones). "Se controla el cumplimiento de la condena a prisión, las multas e indemnizaciones que la persona juzgada debe pagar".

Esa función "es muy compleja, porque existen plazos y existen muchos incumplimientos" por parte de los condenados, lo que "supone muchos trámites y la resolución de incidencias que deben hacerse con todas las garantías legales" para conseguir que nadie pueda evitar el peso de la justicia cuando ha delinquido.

Las subastas, las comparecencias en sede judicial de imputados y testigos, las declaraciones forman parte de la ardua labor diaria de jueces y magistrados, sin olvidar "las cuestiones administrativas sobre sus oficina judicial o determinados asuntos, también los relacionados con el edificio", concluyen fuentes judiciales.