El presidente de la Diputación, Fernando Martínez Maíllo, lanzó ayer un mensaje enérgico contra la "alarma social" generada por los problemas de los niños de familias sin recursos económicos para acceder a una adecuada alimentación. La polémica nació de la recomendación de la Defensora del Pueblo sobre la apertura de los comedores escolares durante el verano para prevenir problemas de desnutrición en los menores y la negativa de la Junta de Castilla y León de atender la sugerencia. Tras reunirse con tres organizaciones clave en la atención social -Cáritas, Cruz Roja y Banco de Alimentos- y consultar con los técnicos de la institución, Martínez Maíllo concluye que "es verdad que hay familias con niños con problemas de necesidad, pero no existe un problema de desnutrición como tal".

En efecto, las ONG de la provincia -las instituciones que mayor conocimiento tienen de las necesidades que existen en la calle- están de acuerdo en que "no hay niños que se mueran de hambre" en Zamora. Sin embargo, no son en absoluto optimistas sobre la mejora de la situación general de las familias con problemas tras el anuncio de la recuperación de la economía. "Estamos en un escenario de después de la guerra y el panorama es sombrío: tenemos una sociedad desigual que sufrirá la crisis durante muchos años", define rotundo Antonio Martín de Lera, delegado de Cáritas.

Así las cosas, desde Cáritas Diocesana reconocen que "no podemos hablar de desnutrición infantil porque sería falso: en Zamora no hay niños que se estén muriendo de hambre". Por su parte, la presidenta de Cruz Roja en Zamora, Clara Aladrén, apunta que la "alarma social" sobre la alimentación en los pequeños "ha surgido en los medios de comunicación", aunque "en Zamora no lo hemos constatado". "Coincidimos con la Diputación en que hay necesidades en la población infantil, pero no hambre", explica Aladrén.

En Cáritas recurren al ejemplo del "escenario de después de la guerra" porque "esa imagen se entiende". "La crisis puede haber acabado en las cifras macroeconómicas, pero hay gente que tendrá problemas durante muchos años", define Martín de Lera. El delegado diocesano de la organización aseveró en la reunión con los responsables de la Diputación que "la alimentación de los niños debe ser lo más completa posible; por eso, desde Cáritas apostamos por comprar alimentos y entregarlos o suministrar vales y tarjetas para que las familias puedan ir al supermercado".

Es decir, que es preciso evitar las dietas a base de arroz y pasta, productos no perecederos más frecuentes en donaciones de los ciudadanos. En este sentido, desde Cruz Roja constatan que en los alimentos que proceden del excedente europeo "sigue habiendo arroz y pasta, pero se echan en falta leche, queso y productos lácteos". La presidenta, Clara Aladrén, explica que "hemos compensado estas carencias con alimentos sufragados con fondos propios, dinero procedente de cuestaciones y lotería".

Necesidades, sí; desnutrición, no. El presidente provincial Martínez Maíllo ha comprobado con datos esta "exageración" sobre la supuesta malnutrición infantil a través de los Servicios Sociales de la institución. La Red Centinela de Zamora, relató, "ha detectado en el último mes solo nueve casos de necesidad en la provincia; han sido derivados a los centros de acción social y recibido respuesta a través de recursos como ayudas de urgente necesidad o por medio de Cáritas o Cruz Roja". Asimismo, las ayudas de urgente necesidad -la Diputación dispone de un fondo de 300.000 euros- "se han destinado en el último año mayoritariamente a alquiler, no a alimentos".