Un lavado de cabeza con agua fría. A esta sensación han tenido que enfrentarse alguna de las «modelos» que han acudido en las últimas semanas al instituto María de Molina para servir de «maniquíes», en los que las alumnas de FP de Peluquería realizan sus prácticas y sus exámenes.

El centro educativo agrupa dos ciclos de grado medio de la familia de Imagen Personal: Peluquería y Estética, esta última en plena conversión al título de Estética Integral y Bienestar. Ambos estudios requieren de una infraestructura y unos productos profesionales, «que en ocasiones brillan por su ausencia», se lamenta una usuaria, que relata cómo las alumnas, «tras lavar tres cabezas», se quedan sin agua caliente para continuar con su formación, «lo que en algunos casos supone que tengan que seguir su tarea con agua fría. Y ya no es por nosotras, sino también por ellas, así no creo que sea la mejor manera de aprender», explican.

Una avería en los lavaderos podría estar detrás del problema, que se ha puesto en conocimiento de la dirección del centro.

La misma situación viven en las dependencias donde se imparte Estética, pero en esta ocasión no es por ninguna avería, «sino porque directamente no hay agua caliente para lavarse tras una depilación, una pedicura, lavar los útiles...», señalan.

Además de las clases teóricas que las alumnas reciben, y de las prácticas que realizan en bustos de muñecas, es necesario que las estudiantes realicen peinados, depilaciones o masajes con modelos reales, por lo que tienen la tarea de «convencer» a varias personas para poder seguir adelante con su aprendizaje.

Es precisamente el trato, «bastante malo», el que denuncian estas «modelos», a las que solo les dejan acceder y salir del centro durante los cambios de clase (como al resto de personal educativo, alumnos, repartidores de material escolar o reponedores de la cafetería). «Si acabamos cinco minutos más tarde del cambio de clase, tenemos que esperar allí hasta que se vuelva a abrir la puerta, es una vergüenza», se pronuncian. Tampoco les facilitan, denuncian, el uso del ascensor del centro educativo, «y ya no somos unas niñas para subir tres pisos con soltura», asegura una afectada.

La conclusión que obtienen algunas de las «modelos» del ciclo de FP es que «no se le presta mucha atención a estos estudios y a estas alumnas. Cuando se escucha hablar de la promoción y esfuerzo de la Junta por la Formación Profesional no imaginas esta situación», se pronuncian.

Las alumnas del ciclo de Peluquería que imparte en el instituto María de Molina de la capital no llegan a diez, pero el centro no dispone de secadores o cepillos para todas ellas. 50 euros aproximadamente valen las muñecas con las que practican para hacer peinados. Unos bustos que se han convertido en obligatorios para las estudiantes, aunque desde el centro se ha realizado un pedido para poder dotar las clases, «dicen que desde hace cinco años y no llegan».

En el caso de Estética, el María de Molina cuenta con 10 camillas para las 15 estudiantes matriculadas, mientras que el número de calentadores de cera se reduce a cinco.