Existe un «tejido invisible» que une los bienes patrimoniales: medio natural, iglesias, pinturas o cabañas de pastores. Se trata de la llamada cultura inmaterial o, entre los antropólogos, la cultura a secas. Un grupo de expertos de toda Castilla y León emprende ahora el ambicioso proyecto de recoger en un inventario todas esas expresiones con una demostrada tradición en la autonomía para dibujar una especie de atlas que permita identificar y proteger territorios, pueblos, lenguas, leyes, oficios, expresiones artísticas, gastronomía e incluso mitos y creencias locales.

El proyecto, pensado y desarrollado durante años, tiene acento zamorano. El antropólogo local Luis Díaz Viana coordinará a través de la Universidad de Valladolid un curso dirigido a estudiosos del ámbito cultural que trabajará en identificar todos aquellos bienes inmateriales de Castilla y León que han de incluirse en el citado atlas. En un par de años, según los promotores de la iniciativa, la documentación será publicada. En la extensa nómina de profesores seleccionados figura también el etnógrafo zamorano Joaquín Díaz y el antropólogo José Luis Alonso Ponga, leonés de nacimiento y muy vinculado a proyectos similares en la provincia.

«Cuando hablamos de patrimonio, pensamos siempre en monumentos, objetos tangibles que se pueden ver y tocar y también caer al suelo. Sin embargo hay otra realidad más intangible que explica y mantiene la anterior, el patrimonio cultural inmaterial», define el profesor Luis Díaz Viana, quien explica que el germen del proyecto radica en el mandato de la Unesco, organismo internacional que hace una década abogó por «trabajar con patrimonios de todo tipo para potenciarlos y salvaguardarlos».

El trabajo de estudio y documentación se hará mediante el curso que organiza la Universidad de Valladolid entre octubre de este año y marzo del próximo. A continuación, comenzará a «dibujarse» ese inventario. «Como en Castilla y León no existe un atlas y esto no se improvisa en dos patadas, nos parece una buena manera académica y coherente preparar a personas para que ellos lo puedan ir avanzando», apunta Díaz Viana sobre los destinatarios de la propuesta académica.

Precisamente, sobre los alumnos, el coordinador reconoce que el proyecto está pensado en antropólogos, historiadores y gestores culturales, pero también en personas con cierta capacidad académica en el más amplio sentido. «No podíamos limitar el interés a la antropología. Puede haber un arquitecto que ha hecho un trabajo en un determinado espacio que tiene que ver con la cultura inmaterial interesante para nuestro objetivo», detalla.

La elaboración de los contenidos del curso ha obligado a redactar repetidos borradores antes del documento definitivo por la complejidad de abarcar la llamada cultura inmaterial, también en función de los profesores que hablarán del patrimonio «invisible» desde distintos puntos de vista. «Era obligado que fueran expertos de distintos lugares con un punto en común: la conexión de su trabajo con Castilla y León», aclara el coordinador.