Se abre la puerta de la academia de clases particulares Bernal y se divisan diez cabezas sobre sus apuntes a ritmo del pop más actual. Germán García lleva 29 años disipando las dudas matemáticas de sus alumnos y asegura que «siempre» ha apostado por la música en clase, «para lograr que no haya un sólo ambiente mientras explico de forma individual», dice. Reconoce que «las matemáticas son una asignatura complicada, pero divertida e instrumental. «Una vez que se consigue dominar la materia, se fomenta el trabajo y el esfuerzo en el resto de las asignaturas».

Según Germán, a su academia acuden todo tipo de estudiantes, desde aquellos que sufren claras dificultades para aprobar la materia, hasta alumnos aventajados con la pretensión de reforzar y aumentar, por ejemplo, su nota de Selectividad. «Como es el caso de un alumno que no sacó la puntuación necesaria para acceder a una plaza en la Licenciatura de Medicina y acude aquí cada día para lograr superar la nota de corte impuesta», explica Germán, quién reconoce que en casos como éste, la prueba selectiva de acceso a la universidad, puede llegar a ser «realmente injusta». No obstante, se muestra «totalmente favor» de su permanencia y muy reticente ante la idea de que «un estudiante pueda pasar de curso con más de dos asignaturas, porque es una manera de no fomentar la excelencia y los alumnos, ante todo, tienen que aprender a esforzarse», reafirma el profesor. Como es el caso de Paula Juan, que iniciará 4º de E.S.O en septiembre y hace una semana que absorbe todos los conocimientos inculcados por su profesor. En el pasado curso aprobó la asignatura de matemáticas, pero no con el nivel suficiente que ella hubiera deseado, por ello acude cada mañana a reforzar sus conceptos sobre la materia y así empezar con buen pie el próximo curso. Hacia el margen derecho del aula, se encuentra Marco Centeno en un sola mesa porque es «el malo del grupo», comenta entre las risas de los allí presentes. Ha suspendido la asignatura de matemáticas en 4º de E.S.O. y asiste cada día durante una hora para corregir los conceptos erróneos y afianzar. «Es el segundo verano que me toca acudir a clases particulares para recuperar las asignaturas suspensas», reconoce Marco, que se toma con serenidad el tener que dedicarle tiempo a esta materia durante el periodo vacacional. El joven alumno asegura que es el profesor quien elige la música con la que ambientar las clases, «y no me gusta», afirma Marco, «arriba el techno», dice sonriente.

La temida y más que sentida crisis económica ha logrado colarse en todos los ámbitos de la vida cotidiana, pero María José Sotillo, de la academia de enseñanza Alfas, asegura que «la educación se sigue pagando», aunque sí es cierto que el cliente, antes de confirmar su asistencia, se muestra más indeciso. Tanto en cursos de preparación para oposiciones, como de recuperación de materias, continúa habiendo una notable afluencia, manteniéndose el número de alumnos. En cursos de recuperación, las materias más demandadas, a nivel de instituto, son las Matemáticas, Física y Química. Serafín Cerro Pérez, de la academia Aula, coincide con María José en que la crisis, en materia de educación no ha conseguido calar tan hondo, ya que cuentan con una listado de unos 250 alumnos para preparación de oposiciones, entre los que destacan mujeres con edades comprendidas entre los 30 y 40 años. Afirma que cada día aumenta el número de clientes que acuden a solicitar información sobre los cursos.

Los programas de preparación de oposiciones para puestos laborales del estado suelen ser, en su mayoría, de Administración, y a partir del mes de septiembre, se notará una gran demanda en el ámbito profesional de Magisterio.

Alrededor de las 11.00 horas de la mañana, en las aulas de la academia Cátedra se percibe una gran actividad del alumnado. En la parte central de la clase de inglés, se encuentran Álvaro Gacho, Miguel Rodríguez y Álvaro Ruiz. Aseguran que no se conocían antes de iniciar las clases de refuerzo en la academia, pero no han tardado en compenetrarse. Alvaro tiene 16 años y comenzó sus clases en el mes de agosto. Acude cada mañana durante una hora para reforzar sus conocimientos de inglés, ya que no ha obtenido los resultados esperados durante el curso académico. Es el segundo verano que le dedica parte de su tiempo a los estudios y asegura, resoplando, que esa actividad se hace poco llevadera durante las vacaciones. Miguel Rodríguez tiene 17 años y ha cursado 1º de Bachillerato de Ciencias de la Salud. Acude cada mañana a las clases de inglés impartidas por su profesora, Cristina Iglesias. Miguel asegura que lo más duro de tener que dedicarle tiempo a los estudios en verano, es «el hecho de tener que madrugar, por encima de la obligación de estudiar», aunque reconoce que le va «bastante bien» para ser el primer verano que se encuentra en estas circunstancias.

Álvaro Ruiz está sentado en medio de sus dos compañeros, también ha cursado 1º de Bachillerato de Ciencias de la Salud y tiene 17 años. Se encuentra resolviendo unos ejercicios sobre la voz pasiva en inglés y explica que ahora mismo, están dando «un poco de todo, a modo de repaso para septiembre». Afirma que lleva «fatal» tener que asistir en verano a clases de este idioma anglosajón, ya que, también lo hace el resto del año. Cristina, la profesora, da clase de inglés desde hace veinte años y asegura que no le resulta «nada pesado dar clase en verano». «Es apreciable cómo cambia la tipología de alumnado: durante el curso es muy común encontrar estudiantes que acuden aquí para reforzar o adquirir nivel y las clases son más intensivas y personalizadas, mientras que, en verano, la mayoría de los alumnos asisten para recuperar asignaturas suspensas y las clases se basan en un repaso general a nivel de grupo», explica la profesora.

Flora Lobato imparte clase a uno de los grupos más variados de la academia desde las 9.00 horas de la mañana. Alrededor de la mesa se encuentran estudiantes universitarios, así como alumnos de edades comprendidas entre los 13 y los 15 años de edad, como es el caso de Adrián Lorenzo, que está reconociendo figuras literarias en un poema de Garcilaso de la Vega. Cuando comenzó, hace un mes, no conocía a ninguno de sus compañeros, pero ahora ya se siente «demasiado a gusto», dice entre risas, haciendo evidente la buena relación con el resto de la clase. Flora reconoce su amor por la enseñanza, añadiendo que «transmitir conocimientos y abrir el camino hacia el aprendizaje, es algo muy bonito y satisfactorio», asegura la profesora de Lengua Española y Filosofía.