Rivera de las Heras ahonda en la historia del platero zamorano Antonio Rodríguez

El artesano local, del que se conservan 14 piezas, destacó en el último tercio del siglo XVI por su "calidad técnica excepcional"

José Ángel Rivera de las Heras con el volumen sobre Antonio Rodríguez.

José Ángel Rivera de las Heras con el volumen sobre Antonio Rodríguez. / Jose Luis Fernández

Luis Garrido

Luis Garrido

José Ángel Rivera de las Heras ha recogido en una publicación la obra conocida del platero zamorano Antonio Rodríguez, que pasa por ser el profesional en la materia más prestigioso de todo el siglo XVI. Un total de catorce piezas repartidas por el conjunto de la provincia dan muestra de la “calidad técnica excepcional” que atesoraba este autor y que no tenía nada que envidiar al resto de colegas coetáneos. Su relación con Juan de Arfe fue clave para el despegue de su carrera, que desarrollo de manera íntegra en este territorio. Con este volumen, el historiador del arte y sacerdote pretende hacer justicia a un nombre propio de la platería local, que debería serlo también de la castellana y la española.

Nacido en Zamora en el año 1537, Antonio Rodríguez es, para José Ángel Rivera de las Heras, el platero más talentoso de la época dentro de la provincia. “Sobrepasó a todos sus colegas en inventiva y en calidad técnica, en la que era excepcional”, ha apuntado el autor de la publicación. “Este platero tuvo vinculación con Juan de Arfe, hijo de Antonio de Arfe y nieto de Enrique de Arfe, que fueron también grandes profesionales. Por esa vía, previsiblemente, conoció a fondo el oficio y pudo relacionarse”, ha añadido.

El volumen editado por ArtiSplendore desarrolla en sus 150 páginas la vida del platero zamorano y analiza las obras, tanto documentadas como atribuidas, que se conocen en la actualidad. Entre todas ellas destacan piezas como un cáliz-custodia datado en 1572 que pertenece a Alcañices y que formó parte el pasado año de la exposición Salus. También lleva su firma el relicario del anillo de San Atilano que se conserva en la iglesia de San Ildefonso, el basamento de la Custodia del Corpus Christi de la Catedral o una cruz parroquial de San Torcuato.

Antonio Rodríguez desarrolló su carrera profesional, principalmente, en las comarcas de Sayago y Aliste. Y se conservan a día de hoy piezas exquisitas como la cruz procesional de Pobladura de Aliste, rica en detalles, que da portada a la publicación; un cáliz de San Juan del Rebollar; o una cruz procesional, de la que se conserva el crucifijo y el pie, en la localidad de Grisuela. “Si a día de hoy no tenemos más piezas es porque sabemos que la plata se fundía para fabricar otras piezas, se enajenaban o eran robadas”, ha indicado.