"Rufi" Velázquez: Arquitecta de la cultura

La exdirectora y creadora de las bibliotecas municipales de Zamora, homenajeada por oradores, escritores, poetas y actores: "Gracias por tu generosidad, por tanto amor. Te queremos "

Rufi Velázquez rodeada de parte de las personas que acudieron al homenaje organiado dentro del Festival de Oralidad. | Cedida

Rufi Velázquez rodeada de parte de las personas que acudieron al homenaje organiado dentro del Festival de Oralidad. | Cedida / Susana Arizaga

Rufi Velázquez supo aparcar siempre el cargo de directora de las bibliotecas municipales del Ayuntamiento de Zamora para convertirse en «cómplice, en amiga» de toda persona que traspasaba las puertas de los dos templos de la cultura que logró construir, primero, en el barrio más grande de Zamora, San José Obrero, allá por 1986. Esa calidez humana, esa incansable lucha y dedicación para hacer de esas sedes -después llegaría la de La Candelaria, en 2000- espacios de encuentro, debate, intercambio de conocimiento y aprendizaje, explican que artistas, escritores, poetas y oradores locales y de otros muchos territorios del país, y también gente de a pie, socios y participantes en sus clubs de lectura, le rindan ayer, un sentido homenaje.

El secreto estuvo muy bien guardado por quienes han caminado a su lado sin importar desde cuándo -durante décadas, lustros o meses-. La discreción desde la que siempre se ha dejado la piel en "sus" dos bibliotecas ha rodeado su reciente jubilación, que no la alejará del mundo de la cultura. Ya lo anunció ayer, irse, no se irá. Así se lo pidieron unos y otras.

Los fastos y los homenajes para otras personas. Eso les advirtió a quienes han crecido a su vera como apegados al arte de la escritura o de la oralidad o como lectores. Rufi es de "para adentro", poco dada a hacerse notar, pero ayer no tuvo escapatoria. Y acabó rodeada de cariño, de ese "amor que ella nos ha dado, ese cuidado" que ha repartido con generosidad en estos casi 40 años de arropar, de promocionar y de esparcir la cultura como polvo de oro, como el mejor de los regalos para crear seres pensantes y con criterio, como siempre se propuso desde sus "pequeños" lugares del saber.

Rufi, junto a su esposo Javier, emocionada durante el acto en el Museo. | Emilio Fraile

Rufi, junto a su esposo Javier, emocionada durante el acto en el Museo. | Emilio Fraile / Susana Arizaga

Así se lo recordaron desde el público que improvisó palabras llenas de calor hacia una mujer entregada con pasión a su trabajo, aquella innovadora bibliotecaria y pionera de jornadas de cuentacuentos en 1992. ¡Qué mejor manera de llenar los minutos de espera provocados problemas técnicos del vídeo que recogía otros mensajes de grandes de la narración oral!. Todos de admiración y amor de tantos y tantas artistas de Zamora. Por la gran pantalla instalada en el salón de actos del Museo Etnográfico se colaron las voces de decenas que recalaron en esta ciudad -y en la provincia- gracias a ella. Los impulsó y las impulsó desde esta tierra para que compartieran su obra, sus narraciones, con públicos de todas las edades.

Rufi fue ideando actividades para dinamizar las bibliotecas, para atrapar y para sembrar entre los niños y niñas que pasaron por su mundo, un fruto que recogió ayer con creces. Sudor y lagrimas se ha dejado en los despachos de las instituciones para conseguir un "pellizco" de aquí, otro de allá que fortaleciera ese templo que supo levantar en la periferia de la capital, el centro ya tenía otra gran infraestructura.

El agradecimiento de Zamora le llegó ayer de sopetón, sin esperarlo, "hace dos semanas escasas me dijeron "Rufi, te vamos a hacer un homenaje", pero ha sido una cosa...", declaraba aún "abrumada" por los discursos. "No me esperaba esto, salgo con el alma llena, puff...¡qué de querer! Me emociona".

Al centro del corro que se formó entorno al escenario del salón de actos del Etnográfico "saltaron" espontáneos y espontáneas: desde la hija de la carnicera del barrio, que pasó tardes en la biblioteca esperando a su madre, y agradeció a la bibliotecaria que la introdujera en el mágico universo de los libros, a la actriz que un día se convirtió en oradora por capricho de esta vallisoletana que cavó profundas las raíces de Zamora en estos largos años de afincamiento en la capital.

O el cuentacuentos zamorano Guti, José Luis Guitiérrez, que, acompañado por un regalo de la Biblioteca Municipal entre sus manos que representan dos casas de libros, recordó cómo un buen día se presentó ante Rufi y le preguntó "¿puedo hacer la objeción de conciencia en la Biblioteca?". La gestora cultural ni se lo pensó dos veces. Enseguida, encontró la fórmula para que el joven zamorano no tuviera que prestar sus servicios en otra institución o ONG.

Así comenzó Guti su carrera como orador, ante grupos de escolares que acudían periódicamente a escuchar las historias de los abuelos y abuelas. La amistad ya solo creció. En la pantalla, el poeta, cuentacuentos y malabarista Osbaldo Pay -que estuvo en las primeras Jornadas de Cuento de la Biblioteca Municipal- dejó clara la gran admiración, y los lazos que le unen a esta mujer, de carácter, pero tierna y generosa, apuntaba otra de las artistas.

Volvió a ver a Boni O’Fogo, príncipe camerunés, narrador, que conoció Zamora como tal y también como "primer Rey Mago negro que llegó a la capital", un 5 de enero, deprisa y corriendo desde Bilbao, donde reside. La urgencia de la petición del concejal del PP de Cultura de entonces, Pedro Roda, cumplió la sugerencia de la propia Rufi gracias a esos lazos que sabe atar como nadie y que traspasan fronteras y tiempo.

El reconocido orador recordó en su intervención el recuerdo del hijo de la bibliotecaria, en aquella etapa de la niñez en la que aún se tiene presente que los Magos llegarán de Oriente con juguetes, un pequeño quedó petrificado por aquel Rey: "mamá, yo no sé si existen o no los reyes, pero el negro me conoce".

Rufi, que tardó un buen rato en despedirse una a una de cada persona entre besos y abrazos, recuerdos y agradecimientos, también a su equipo de las bibliotecas, allí mezclados entre el público. Y pudo despejar ayer "esa duda que te queda de si habrá servido para algo el esfuerzo". Los testimonios se lo pusieron fácil, Quico Cadaval, "el maestro de maestros en la narración"; Manuel Carretero, Paula Carballeira, Magda Labarga, Cándido Pazó, Esther Pérez, Encarna Bernal, Ignacio Sanz, Pablo Alba, Félix Albo, Anaga Gallego y Ángel Sánchez... El colofón a tanto respeto, cuidado y gratitud por tantas oportunidades ofrecidas fue: "Un abrazo gigantesco. Te queremos".

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