Minsk intenta recuperar la normalidad. Pero no es fácil olvidar la tragedia: 12 muertos y más de 200 heridos dejan una huella imborrable en la ciudad y en la gente. "Estamos todos conmocionados, no pensábamos que esto pudiera suceder en Minsk", asegura esta mujer. Ella, al igual que el Gobierno, piensa que el atentado ha tenido una motivación política.

El luto oficial se ha sentido en la ciudad y en el espíritu de los ciudadanos. Velas en todos los rincones recuerdan a las víctimas de la explosión que sacudió una de las principales estaciones de metro. Las autoridades no pierden tiempo. El ministro del Interior ha explicado que las fuerzas de seguridad examinan con detenimiento las grabaciones de las cámaras de seguridad en busca de los responsables. Todo apunta a que el artefacto fue activado por control remoto. Mientras la Policía investiga, la ciudad intenta olvidar su pesadilla.