La velocidad y la solidaridad han marcado la celebración de la V edición de la carrera “Baby Run” organizada por la asociación infantil “Bambalinas”, en el marco de las fiestas de San Agustín.

La Plaza Mayor ha sido el punto de encuentro de los participantes en una carrera en la que se implican niños, sus padres y sus abuelos, con el único objetivo de colaborar con la asociación “Bambalinas” y apoyar un fin solidario: recaudar fondos para la Fundación Aladina.

La categoría femenina inauguró la “Baby Run” con una disputada y vibrante carrera en la que, finalmente, se impuso la reconocida atleta toresana, Raquel Álvarez Polo, que completó las dos vueltas del circuito urbano empujando la silla de su hijo, Leo.

Doce participantes se inscribieron en la categoría masculina, en la que los primeros en completar el recorrido fueron Javier Vega y su hija Carla. Muy ajustado estuvo el tercer puesto, aunque uno de los participantes que optaba a la medalla de bronce sufrió una caída pocos metros antes de cruzar la meta, caída en la que resultó ileso.

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GALERÍA | Toro, a la carrera en la "Baby Run"

No obstante, para intentar llegar en tercer lugar soltó el carrito del niño que empujaba, gesto que provocó la sonrisa del público que se congregó en la Plaza Mayor. Los “súper abuelos” también colaboraron con “Bambalinas” y, con sus nietos, completaron una vuelta al circuito.

De los siete abuelos que se inscribieron en la carrera, la primera que cruzó la meta fue Rosa Gallego, acompañada por su nieta Marina, mientras que en la categoría masculina se impuso Armando Feo, junto a su nieto Marco.

Acto seguido, los más pequeños, divididos en tres categorías establecidas por edades, participaron en la carrera de sillitas en las que viajaban sus muñecos favoritos.

Antes de iniciar la prueba de cada categoría, la organización recordó a los niños que, en su caso, la carrera no era competitiva por lo que todos recibirían el mismo regalo por colaborar en una iniciativa solidaria.

Aunque cruzar la meta en primer lugar o en el último puesto era lo menos importante, los pequeños se implicaron activamente en la carrera conscientes de que su participación era necesaria para poder recaudar fondos que serán donados a la Fundación Aladina para apoyar la labor que realiza con el objetivo de que los niños que padecen cáncer no pierdan la sonrisa.