La Opinión de Zamora

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El “hogar” de los recuerdos en Toro

La Asociación de Alzhéimer advierte sobre las dificultades para “sostener” la residencia especializada en enfermos con demencia abierta hace un año

Manuel Figueruelo (derecha) y Saturnino García conversan en el jardín del palacio reconvertido en residencia para enfermos con demencia. | M. J. C.

Tras sortear un pedregoso camino para poner en marcha la primera residencia especializada en demencias de la provincia, la pandemia no solo ralentizó su apertura, sino también los objetivos que la Asociación de Alzhéimer de Zamora (AFA) se había marcado para un servicio muy demandado por las familias de los enfermos.

La unidad residencial habilitada en el palacio de Valparaíso de Toro abrió sus puertas hace un año por la “presión social” y el compromiso adquirido con la Fundación Valparaíso-Sevillano, cuya aportación económica ha sido clave para ejecutar el proyecto y afrontar la inversión realizada que asciende a unos dos millones de euros.

Los inicios fueron complicados por la pandemia y por la dificultad de formar desde cero un equipo de profesionales que se adaptara a la metodología y al modelo de atención desarrollado por AFA, lo que ha derivado en un importante desgaste a nivel humano y económico.

El director de AFA, Manuel Figueruelo, destacó el esfuerzo realizado para "sostener" un servicio que, en la actualidad, está provocando un desequilibrio presupuestario entre ingresos y gastos, lo que ha obligado a la asociación a recurrir a sus “reservas económicas que van disminuyendo y que nos colocan en una situación muy difícil”.

En el origen de este desequilibrio presupuestario se sitúa el bajo ratio de ocupación del palacio de Valparaíso, ya que de las 41 plazas con las que cuenta la residencia solo una veintena están ocupadas, mientras que al centro de día solo acuden nueve usuarios, a pesar de contar con 49 plazas autorizadas.

Al bajo nivel de ocupación de las plazas disponibles hay que sumar los gastos derivados de la contratación de un equipo de profesionales integrado por auxiliares, un médico, un fisioterapeuta, enfermeros, y terapeutas ocupacionales, cuya labor es imprescindible para la personalización de la atención que recibe cada usuario, adaptada a su deterioro cognitivo y funcional.

Figueruelo (derecha) y García revisan el huerto del jardín. | M. J. C.

Además, durante el primer año de funcionamiento de la residencia AFA no ha podido poner en marcha los servicios de cocina y lavandería proyectados en un pabellón situado junto al jardín del palacio, lo que ha obligado a recurrir a un catering.

No obstante, la solución parece estar más cerca, porque la consejería de Familia de la Junta ha abierto las puertas a financiar la adecuación de la cocina y el servicio de lavandería y sus técnicos estudian en la actualidad la propuesta.

Recordó Figueruelo que el proyecto de reconversión del palacio de Valparaíso en una residencia ha sido sufragado en un elevado porcentaje por la Fundación Valparaíso-Sevillano, mientras que AFA ha afrontado el coste de varias certificaciones de obra y la única ayuda institucional recibida hasta ahora la ha aportado la Diputación, que sufragó con 310.000 euros en varias anualidades el equipamiento del centro multiservicios.

Asimismo, consciente de su complicada situación, la institución provincial ha realizado un loable esfuerzo y ha incrementado la subvención nominativa anual que concede a AFA, que ha pasado de 12.000 a 40.000 euros.

Sobre el funcionamiento del servicio que AFA presta en Toro, Figueruelo subrayó que, en el centro de día, un equipo de profesionales trabaja con los enfermos, de 10.00 a 18.00 horas, mientras que para el resto de la jornada se programan otras actividades más lúdicas que se extienden al fin de semana, pero basadas también en la estimulación cognitiva y funcional.

De la unidad residencial, también destacó que la asociación elabora un “proyecto de vida” de cada usuario para facilitar su integración, aunque también se decoran las habitaciones con objetos personales y, una fotografía situada junto a la puerta, ayuda a la orientación cognitiva.

El objetivo de la personalización de cada habitación es que los enfermos “se sientan como en casa” y, precisamente, esta es la sensación de uno de los usuarios de la residencia, Saturnino García, quien, desde hace año y medio, recibe la atención y los cuidados que precisa en lo que ya considera “su segundo hogar”.

A sus 82 años, García convive en la residencia con otros usuarios y gracias a las actividades y los talleres de estimulación cognitiva en los que participa, “estoy entretenido”.

Además, resalta la magnífica convivencia con el resto de usuarios, lo que permite fomentar valores como el compañerismo o la amistad.

En la residencia también ha encontrado la forma de seguir ligado a la agricultura, un sector al que se ha dedicado desde que tenía 14 años, con la adecuación de un huerto en el jardín del palacio de Valparaíso de Toro.

El cuidado del huerto ha despertado de nuevo en García la sensación de “sentirme útil y de hacer el bien” y, sobre todo, combatir la temida soledad, porque en la residencia ha encontrado un “hogar” en el que recibe la atención necesaria para seguir disfrutando de la vida con ilusiones renovadas.

Con la esperanza de poder superar una complicada situación, AFA tratará de retomar en breve diversos programas como el de atención a familias o el de envejecimiento activo, así como la formación de voluntarios, los grupos de autoayuda o las actividades socio culturales, con el objetivo de atender las necesidades de los familiares y reforzar su relación con los enfermos.

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