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La Lira, un referente musical

El profesor David Muñoz Velázquez desvela los orígenes, la historia y la aportación de cada uno de los directores de la Banda de Música de Toro en su tesis doctoral

La Lira, un referente musicalFoto M. J. C.

La Banda de Música de Toro ha "marcado" su vida y, por este motivo, el profesor en el Conservatorio Profesional de Música de Gijón y tubista profesional, David Muñoz Velázquez, ha querido "devolver" en parte a La Lira todo lo que le ha aportado, en el plano personal y profesional, con una tesis doctoral dedicada a su historia y sus orígenes, estudio con el que ha obtenido la calificación de "sobresaliente cum laude". Cuatro años de trabajo ha dedicado Muñoz a la elaboración de esta tesis doctoral de 410 páginas y que se divide en 14 capítulos, que recopilan los antecedentes de la Banda de Música o su historia, aunque el estudio se articula en función de los diferentes directores vinculados a La Lira y su aportación pedagógica y musical. La investigación ha servido, entre otras cosas, para "arrojar luz" sobre los orígenes de La Lira y para demostrar que ya existía antes de 1875, a pesar de que hace dos años la Banda conmemoró su 125 aniversario. También desvela que, es posible, que antes de 1850 existiera alguna otra agrupación musical en Toro, lo que abre una nueva vía de investigación. En concreto, como señaló Muñoz, el "antecedente" de La Lira es la Banda de la Milicia Nacional o Banda del Batallón que se creó en Toro durante los movimientos revolucionarios del siglo XIX, tal y como demuestra un acta de 1862 que constata que en 1855 esta agrupación "tenía instrumentación" y que contaba ya con una bastuba (primer modelo de tuba) que se había creado solamente veinte años antes en Alemania.

De esta época, Muñoz ha conseguido averiguar que en 1873, cuando la Banda pertenecía a la Milicia Nacional, el director era Lorenzo Casares, al que siguió en el cargo Fernando de la Torre y, dos años más tarde, con la Restauración Borbónica, La Lira pasó a depender de "la municipalidad", es decir, del Ayuntamiento de Toro. A finales del siglo XIX, como subrayó, la Banda de Música tenía una "gran importancia" a nivel de representatividad del Ayuntamiento y participó en actos tan relevantes como la visita realizada a Toro por el rey Alfonso XII, además de asumir un papel protagonista en las fiestas de San Agustín, en las que llegó a ofrecer hasta cuatro conciertos en un mismo día de dos horas de duración cada uno. Su participación en los principales eventos que se celebraban en la ciudad pone de relieve, según Muñoz, "la importancia de la Banda como institución cultural y musical en Toro", gracias en parte a la "sensibilidad" del Ayuntamiento y a que, en esa época, confirió una especial relevancia a la formación musical ya que, por ejemplo, los directores de la agrupación tenían la obligación de impartir clase de música a seis niños pobres de la ciudad cada año. Incluso, durante la etapa de Lorenzo Casares, se creó una academia de música e interpretación con un doble objetivo: nutrir de músicos a la Banda para que siguiera creciendo y para evitar su desaparición.

La tesis doctoral de Muñoz se estructura en función de los diferentes directores de la Banda La Lira, cargo que desempeñaron varias personas que compartían el mismo apellido: Casares. Así, según este estudio, desde 1873 hasta 1893, Lorenzo Casares dirigió a los músicos de la Banda y, en 1913, este cargó lo desempeñó Salvador Casares, a quien sustituyó Félix Alonso Casares quien realizó estas funciones entre 1915 y 1920. Ciriaco Casares fue el siguiente director de La Lira, después de que el Ayuntamiento decidiera otorgarle el título de "músico mayor" para evitar los continuos cambios en la dirección que "afectaban mucho a la Banda". En su trabajo de investigación, Muñoz también realiza un profundo análisis sobre cómo influyó en La Lira la creación, en los años 30, del Cuerpo Técnico de Directores, posteriormente Cuerpo Nacional de Directores y que, a su juicio, sirvió para "aportar estabilidad". En aquella época, un conflicto surgido entre Ciriaco Casares y el Ayuntamiento, concluyó con la disolución la agrupación y con la externalización de los servicios musicales. En 1935 se convocó un concurso para cubrir las necesidades musicales del Ayuntamiento, bases que únicamente podía cumplir la Lira, dirigida entonces por Antonio Casares, hijo de Ciriaco. Durante la Guerra Civil, el Ayuntamiento absorbió de nuevo la Banda pero decidió "ocultarla" al Cuerpo Nacional de Directores y, en 1941 la agrupación pasó a formar parte del sindicato nacional de Educación y Descanso, aunque seguía recibiendo una subvención municipal. Un decreto de 1952 cambió los designios de la Lira, ya que establecía que todas las Bandas de Música sustentadas con fondos públicos debían estar controladas y dirigidas por directores del Cuerpo Nacional y, aunque el Ayuntamiento intentó resistirse, en 1953 la plaza fue otorgada a Manuel Pérez Simón, quien dirigió a la agrupación poco tiempo, porque "no le interesaba o porque no le pagaban" y cuando presentó su renuncia, Antonio Casares fue de nuevo nombrado director en comisión de servicios. Un año después, Antonio Casares se presentó a las oposiciones pero no aprobó y en 1955 recaló en Toro Rogelio Gil García, un nuevo director que "revolucionó" La Lira y que, además de dirigir, puso en marcha actividades como las "zarzuelas benéficas" que se celebraron en el Teatro Latorre con un notable éxito.

Siete años después, Antonio Amigo Ramos toma la batuta de La Lira y después de una crisis en la que la agrupación musical estuvo a punto de desaparecer, decidió impulsar la Academia de Educandos, lo que propició la incorporación de muchos músicos nuevos y que, en los años 70, la Banda se consolidara y ofreciera numerosas actuaciones fuera de Toro. Por enfermedad, Antonio Amigo Ramos abandonó La Lira y los músicos crearon una comisión formada por Ramón Pantaleón, Saturnino Lorenzo, Julián Polo y Mercedes Oncalada, la única mujer que ha dirigido la Banda con apenas veinte años de edad, comisión que evitó la desaparición de la formación. La lucha de los músicos que integraban esta comisión propició que el Ayuntamiento decidiera buscar un nuevo director y en 1978 se incorporó a La Lira, en comisión de servicios, Rafael Martínez Castillo, aunque apenas desempeñó el cargo durante tres meses, porque "no conectó" con los músicos. A principios de 1979, Jesús de la Sota asumió la dirección, cargo que desempeñó hasta el 2002 y que proporcionó a la Banda La Lira la estabilidad que necesitaba para mantenerse y consolidarse.

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