Entrevista | Teo Nieto Vicente Sacerdote que pronunciará el Sermón del Descendimiento del Santo Entierro de Bercianos

"La Semana Santa de Aliste armoniza religiosidad y cultura del pueblo"

"Nuestro equipo misionero debe tener una dimensión social, una preocupación por nuestra tierra y sus gentes"

El sacerdote Teo Nieto Vicente

El sacerdote Teo Nieto Vicente / Chany Sebastián

Teo Nieto Vicente nació en el barrio de San Lázaro (Zamora) el día 14 de octubre de 1969. Ordenado sacerdote el 16 de septiembre de 1995 llegó a Aliste donde, tras 28 años, es ya un alistano más, querido y respetado. Cura residente en San Juan del Rebollar él será quien pronuncie el día de Viernes Santo el Sermón del Descendimiento del Santo Entierro de Bercianos.

–Muchos pueblos, 84 parroquias, y pocos sacerdotes. ¿Cómo os organizáis para poder llegar a todos los pueblos?

–Una de las cosas que estamos aprendiendo en la Iglesia, muy lentamente, la verdad, es que tenemos que ir más allá de la presencia del cura, por eso, –desde hace ya mucho tiempo–, estamos trabajando en dar protagonismo a los laicos y en concienciar de que no solo podemos colaborar todos y todas, –porque las mujeres son las más activas social y religiosamente en Aliste–, sino que las decisiones también tienen que ser compartidas. En definitiva, se trata de organizarnos viviendo seriamente el encuentro entre laicos, religiosas y curas. Y esto lo estamos “cuajando” a través de lo que hemos llamado el Equipo Misionero.

–¿Cuál es la estructura y funcionamiento del Equipo Misionero que usted coordina?

–Está formado por un grupo de laicos, una religiosa, Sor Avelina, que lleva muchos años trabajando y aportando riqueza a la tarea pastoral de Aliste, y el grupo de sacerdotes. Nos reunimos una vez al mes y, en las reuniones, tenemos un momento de formación a través de la que intentamos profundizar en nuestra vida de fe, por eso le damos mucha importancia a la dimensión espiritual, pero lo fundamental del equipo es la dimensión pastoral, es decir, ir resolviendo cuestiones prácticas que puedan afectar a las parroquias (celebraciones), pero también a los pueblos. Creemos que es importante que este equipo tenga una dimensión social, una preocupación por nuestra tierra y por nuestras gentes.

–Eso significa que su tarea no se agota sólo en lo religioso.

–Efectivamente. Mira, una de las cosas que nos recuerda el papa Francisco es que la fe tiene que tener una dimensión social. Como cristiano yo me he educado en la Acción Católica especializada, que son grupos cristianos en los que esto de la dimensión social siempre lo hemos tenido muy presente traduciéndolo en intentar transformar el mundo en un lugar más justo, más al estilo de lo que Dios quiere y en coherencia con el mensaje de Jesús. En la actualidad esto intento aterrizarlo con la participación en distintos colectivos de defensa del Mundo Rural como la Coordinadora Rural de Zamora, a la que represento en la Revuelta de la España Vaciada, y en la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública de Aliste.

–¿Participa usted actualmente en alguno grupo de Acción Católica Especializada?

–Sí. En la actualidad participo en un grupo que se llama Profesionales Cristianos (PX), pero mi principal inquietud está, desde mi opción por el Mundo Rural, en acompañar y animar grupos del Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos (el MJRC). A los cuales les intento transmitir el amor por el Mundo Rural y que ese amor no se puede quedar solo en decir “qué bonito es mi pueblo” sino que se tiene que demostrar reclamando justicia por los pueblos.

–Desempeña su trabajo también con los jóvenes en el Instituto Aliste de Alcañices ¿Qué sentido le da a esta tarea?

–Sí, en los grupos de jóvenes intento que los chavales amen y se comprometan con su pueblo, en las clases intento, siguiendo el curriculum propio de la materia, que vayan construyendo una conciencia reflexiva y crítica, que no vivan intelectualmente adormecidos y que, además, descubran que la religión puede ser una buena palanca de liberación, lo cual significa que tienen que ser críticos con la propia estructura religiosa.

–Volviendo a la realidad de tantos pueblos ¿Cuántos kilómetros hace a lo largo del año?

–Vengo haciendo una media de unos 40 mil o 50 mil. Pero tenemos que aclarar que no todos son por estos pueblos. Tengo muchas reuniones fuera de la zona, en otras provincias, entre otras cosas para representar al MJRC, incluso para dar charlas que me van pidiendo sobre el Mundo Rural o sobre Doctrina Social de la Iglesia, que es mi especialidad dentro de la teología.

–Destacan los feligreses de usted su cercanía. Lo alistanos agradecen también ese cura que va a su casa y a su puerta, preguntando por la salud.

–Los alistanos son gente muy agradecida y para mí es un reto continuo intentar estar cerca de las personas concretas. A veces, el día a día de participación en reuniones, preparar homilías y estudio te come tanto el tiempo que puedes dejar de lado el contacto personal. Es un reto constante. Y ahora, con la realidad de tantos pueblos, el reto es mayor por eso tenemos como uno de nuestros objetivos, en el Equipo Misionero, tener en cada pueblo una persona de contacto: misioneros en el propio pueblo, los llamamos.

– ¿Qué cometidos tendrían estas personas de contacto?

– Lo que les pedimos serían tres cosas sencillas: informarnos de las personas que puedan estar enfermas, para poder visitar o, al menos, preguntar por ellas–, comunicarnos problemas que puedan surgir de familias o con necesidades especiales, y también de las cuestiones sociales del pueblo como por ejemplo la falta de asistencia sanitaria para intentar dar respuesta o trasladar a quien corresponda la necesidad de una respuesta.

–¿Cómo se vive en las tierras de Aliste la Semana Santa?

–La Semana Santa en Aliste se vive de manera muy intensa. En ella se mezclan, en perfecta armonía, una profunda religiosidad con la identidad cultural de un pueblo. De momento, se sigue manteniendo esta armonía de religiosidad y cultura. Pero yo veo como un peligro que, poco a poco, se vayan separando estas dos realidades y se acabe convirtiendo en un atractivo turístico cultural. No tengo nada en contra del turismo, pero que no sea algo que nos haga perder la esencia. Eso sería matar el alma de un pueblo y, cuando se mata el alma, se manipula y destruye con mucha facilidad toda una cultura.

–Los sacerdotes hacéis un gran esfuerzo en estas fechas para que todos los pueblos tengan sus oficios de Pasión.

–Sí. Lo estamos intentando y, para ello, queremos educar para que la gente asuma el protagonismo que le corresponde, entendiendo que el cura ni puede, ni debe estar en todo. Y la mayoría de la gente lo entiende y reconoce el esfuerzo que estamos haciendo. La verdad es que son días de mucho cansancio pero que yo los disfruto mucho al dejarme empapar por la religiosidad de las mujeres y hombres alistanos.

–¿Qué supone para usted dar un Sermón único en su sentido religioso, social e histórico?

–Sé que es un tópico decirlo, pero lo vivo como una gran responsabilidad y, como toda responsabilidad, la asumo como un reto. Pero también lo asumo con cierto “nerviosismo” porque no sé si sabré estar a la altura de lo que, hasta ahora, se ha hecho. También es verdad que a preparar el sermón le he dedicado bastante tiempo y lo he hecho desde la oración.

–Despoblación rural, mucha gente mayor y los jóvenes se van. ¿Cómo ve la situación del medio rural y en concreto en Aliste?

–Cuando se habla de despoblación a mí me gusta decir que no es un problema exclusivo del Mundo Rural. Se trata de un problema de occidente o si no miremos los índices de natalidad. Lo que pasa es que los pueblos somos la parte más débil y, por lo tanto, se nota más y de manera más sangrante porque le podemos poner nombre y apellidos a cada casa que se cierra, concretamente en Aliste yo he ido viviendo su caída poblacional en los pueblos y un buen termómetro es el Instituto con su pérdida de alumnado. Sin embargo, a la par he ido viendo cómo se ha ido creciendo en sensibilidad para salir a protestar, aunque todavía nos queda mucho camino por recorrer en la toma de conciencia de que la historia nos pertenece y podemos cambiarla.

–La esperanza es lo último que se pierde y los alistanos y Alistanas somos duros. ¿Cuál cree que sería el camino a seguir?

–La dureza de los alistanos ha hecho que se le hayan dado muchos palos y no hayan protestado, pero eso está cambiando, gracias a Dios. Efectivamente, la esperanza es lo último que se debe perder porque, además, la esperanza es un potente motor de transformación, soñar que se pueden cambiar las cosas y ponerse manos a la obra es fundamental. Por eso lo primero es tomar conciencia de que tenemos que organizarnos para seguir reivindicando la dignidad de nuestros pueblo. Y no importa la edad: los rapaces, los jóvenes y los mayores se pueden organizar. Se deben organizar. No olvidemos que la organización vecinal pertenece a la esencia de nuestro Aliste porque eso eran los concejos.

–¿Quizás ir más allá?

–A partir de aquí hay cosas concretas que podemos hacer como la acogida a personas migrantes, poner las casas vacías en alquiler para que puedan venir familias, hacer una apuesta sería por el comercio local, comprar aquí todo lo que podamos, quedarse a vivir aquí si se trabaja aquí. Cuando alguien me pregunta ¿Y qué podemos hacer? Mi respuesta es: podemos empezar por sentarnos a pensar juntos lo que podemos hacer.

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