Las palmas huyen de las modas

"No hay dos iguales", dice el vendedor Manuel Martínez mientras atiende a los clientes que estos días se acercan hasta su puesto de palmas y ramos situado en la Plaza de la Constitución de Zamora. "Todo está hecho a mano por las familias de Elche que se dedican a ello y que han ido pasando las técnicas de generación en generación", detalla. En total, espera vender cerca de dos mil palmas, principalmente de la tradicional.

"La de todos los años, la típica palma blanca y la palma rizada y lisa. Aquí somos de tradiciones y no se cambia", argumenta. Y es que, a pesar de que ya se pueden encontrar de color y trae algunas, "no acaban de cuajar" entre los zamoranos.

Manuel Guijarro, otro de los comerciantes que estos días concentran la venta de estos elementos ligados al Domingo de Ramos ni siquiera opta por traerlas de color. "A mí no me gustan, además aquí se lleva lo tradicional", expresa.

Desde las más pequeñas, de unos cuarenta centímetros, hasta las más grandes de dos metros y medio de altura, todas palmeras naturales, cortadas y trabajadas en los talleres alicantinos, algunas labradas y otras lisas, a las que después se les añade un líquido para conseguir ese tono amarillo más bonito.

Opciones cuyo precio varía según su tamaño: desde los tres euros la más pequeña hasta los diez euros la más grande.

"Es lo único que no ha subido, nosotros llevamos manteniendo los mismos precios desde antes de la pandemia", revela Martínez.

Palmas y ramos que escapan de la inflación para volver a ser una Semana Santa más uno de los elementos más característicos de la procesión La Borriquita. Como último consejo, para conservarlas intactas más tiempo es preciso evitar que les dé la luz.

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