Opinión | Zamoreando

Feo panorama moral

España se desangra en ese mar de corrupción en el que desembocan tantos ríos

La presidenta del Congreso, Francina Armengol, junto al rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sanchez , durante la solemne sesión de apertura de las Cortes Generales.

La presidenta del Congreso, Francina Armengol, junto al rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sanchez , durante la solemne sesión de apertura de las Cortes Generales. / David Castro

El "Caso Koldo" que bien podría tener cualquier otro nombre o apellido político de los muchos que hay enredados en tan feo y vergonzoso asunto, no nos permite ver el peor "caso" al que se enfrenta España y sobre el que recae un secretismo sospechoso. Me refiero a la infame Ley de Amnistía que el presidente del Gobierno y la caterva de socios separatistas que le apoyan, entre los que están lo "mejor" de cada casa: bilduetarras, comunistas sin pedigrí y separatistas de todos los colores a izquierda y derecha, han elaborado atendiendo a sus también infames intereses que dejan esta legislatura, que nació averiada y averiada continua, más tocada y hundida democráticamente que nunca hasta hora.

Intentar destruir el Estado de Derecho y nuestra existencia misma como Nación, es un pecado capital que, lejos de tener la penitencia que corresponde, tiene la bula gubernamental que han diseñado Sánchez y los ministros implicados en este "caso" que bien puede tener "vuelta de hoja", a poco que Europa piense, recapacite y haga los deberes que por dejación ha abandonado hace mucho tiempo con respecto a España.

El Gobierno de Pedro Sánchez se ha saltado a la torera todas las líneas rojas sobre la inconstitucionalidad de esta norma contra la que se ha clamado públicamente por parte de reconocidos expertos en la materia, asociaciones de juristas y los más prestigiosos bufetes de abogados de España. Una de las más importantes voces autorizadas, la del jurista Javier Gómez de Liaño se ha alzado en diversas ocasiones, con la coherencia, la sensatez y el conocimiento de causa que no deja lugar para albergar duda alguna sobre lo nefando del asunto.

El atropello impulsado por Sánchez y sus socios que permanecen inasequibles al desaliento y a cualquier sombra de decencia, ha seguido su curso imparable, mientras España se desangra en ese mar de corrupción en el que desembocan tantos ríos hasta el punto de que es difícil, pero no imposible, seguir su curso. Están saliendo a borbotones los nombres de todos los implicados, y los que faltan, sorprendiendo a la opinión pública el hecho de que todavía, se mantengan en la calle, sobre todo los imputados, si es que hay alguno, cuyas vergüenzas, entendiendo por tales sus fechorías, están al descubierto.

Si no caen los que favorecen la vergonzosa amnistía, elemento de demolición de nuestro orden constitucional, que pone en peligro la unidad de España, cómo van a caer los que se han dedicado a robar, a meter la mano en el cajón del despacho oficial y utilizar sus influencias para enriquecerse. Ahora más que nunca los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado deben permanecer más vigilantes y actuar con firmeza para esclarecer todo el feo asunto que rodea la corrupción, como hoy más que nunca, jueces y fiscales deben permanecer vigilantes y actuar con firmeza en el "caso Amnistía" para impedir que quienes la hicieron se vayan de rositas sin pagarla. La Justicia española está en la obligación de tratar de impedir que el prófugo Puigdemont vuelva en el mes de julio, como blasonan sus secuaces, con la idea de presentarse, como si nada hubiera pasado, a las elecciones europeas.

No hay ya calificación posible para el estado de ruina moral de España. Hacer entrar en razón a quien razón no tiene es ya empresa perdida. Sin embargo, algo hay que hacer para impedir que la bancarrota ética de la política española siga su curso inalterable.

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