Crónicas de un paso de cebra

El honor es mi divisa

Todos los integrantes de nuestra Guardia Civil podrán renunciar a las medallas, pero nunca renunciarán a cumplir con la palabra dada para salvaguardarnos a todos nosotros

Un guardia civil saluda ante la bandera nacional

Un guardia civil saluda ante la bandera nacional

Concha Ventura

Concha Ventura

Veo en la televisión las aterradoras imágenes de los narcotraficantes de Barbate pasando por encima de la zodiac donde dos guardias civiles, cumpliendo con su deber, David Pérez Carracedo y Miguel Ángel González Gómez, fueron enviados al martirio.

Los fines de la Guardia Civil que se recogen en su Reglamento se centran en "La conservación del orden público, la protección de las personas y propiedades … y el auxilio que reclame la ejecución de las leyes".

Y los símbolos de la divisa de la Benemérita, que nació para asegurar los caminos españoles, que habían sido tomados por malhechores, bandoleros y ladrones, tras la Guerra de la Independencia, se reducen a un haz de líctores y a una espada desnuda, ambos bajo una corona real.

La espada desnuda y "rendida" simboliza la autoridad y la sumisión de la fuerza al servicio de la autoridad legalmente constituida.

Josiah Royce en su Filosofía de la lealtad afirma que, la lealtad es "el centro de todas las virtudes, el deber central entre todos los debere".

La corona se identifica con la lealtad, y esa virtud es la devoción de una persona o ciudadano para con un estado, gobernante o comunidad, a los que no puede dar la espalda, por honor y gratitud. La lealtad se relaciona con las leyes de la fidelidad y del honor.

El lema del Cuerpo "El Honor es mi divisa", presenta al honor como "la cualidad moral que lleva al más exacto cumplimiento de los deberes".

La fidelidad es un valor moral que faculta al ser humano para cumplir con los pactos y compromisos adquiridos con anterioridad.

Y el compromiso significa la capacidad que tiene una persona para tomar consciencia de la importancia de cumplir con la palabra dada.

Son días para llorar a nuestros héroes, que murieron abandonados, pero cumpliendo su deber, días para seguir despreciando a quienes no los tienen en cuenta, al olvidarse de proporcionarles los medios necesarios para llevar a cabo su trabajo con la lealtad, la fidelidad, el honor, el compromiso y el resto de las virtudes mencionadas que nuestra Benemérita defiende hasta la muerte

El haz de líctores en el imperio romano, lo llevaba en los desfiles el lictor o ministro de justicia, que era el encargado de inmovilizar y arrestar a quienes incurrían en falta o delito, y podían aplicar el castigo ordenado previamente por los magistrados, en el sitio que se había cometido.

Fuera de Roma vestían los lictores la túnica escarlata y portaban en el hombro los fasces, un haz de varillas de madera, atadas con una correa de cuero.

Las varillas flexibles se rompían fácilmente por separado, pero unidas era imposible romperlas, simbolizando a su vez que, "la unión hace la fuerza".

Pero pocas de estas virtudes, no dar la espalda, cumplir la palabra dada, asumir el compromiso pactado, tienen predicamento en esta democracia individualista que nos está tocando vivir, en la que apenas disponemos de un modelo político de conjunto creíble, ya todo se trastoca y cambia a cada instante.

¿Qué sociedad estamos construyendo, cuando el discurso ético sirve simplemente de palanca del poder, para aumentar el descrédito de la acción pública y no se respetan las leyes más elementales de la convivencia?

Falta el respeto por los seres humanos, la ausencia de la razón y la desaparición de las éticas inteligentes, ya que los dirigentes intentan dividirnos para seguir construyendo sus castillos de arena, alejándonos cada vez más de los acuerdos de la Constitución pactados por todos los españoles.

Son días para llorar a nuestros héroes, que murieron abandonados, pero cumpliendo su deber, días para seguir despreciando a quienes no los tienen en cuenta, al olvidarse de proporcionarles los medios necesarios para llevar a cabo su trabajo con la lealtad, la fidelidad, el honor, el compromiso y el resto de las virtudes mencionadas que nuestra Benemérita defiende hasta la muerte.

A muchos de nuestros dirigentes les faltan casi todas esas virtudes ya que alguno de ellos hasta intentó, que no fueran sus compañeros a su entierro.

Por ello, todos los integrantes de nuestra Guardia Civil podrán renunciar a las medallas, pero nunca renunciarán a cumplir con la palabra dada para salvaguardarnos a todos nosotros.

Desde aquí, les envío mi más sincero pésame a todos los familiares de los guardias fallecidos el otro día y a La Benemérita en general, porque muchos de nosotros hemos sentido en los más profundo de nuestros corazones, la muerte de estos hombres que se han sacrificado para que podamos gozar de una sociedad mejor.

In memoriam.

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