Utopias. Equipos. Colaboración

Los políticos se olvidan de que al aceptar un cargo electo deben mirar y realizar el bien de todos

Ilustración

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Donaciano Bartolomé

Donaciano Bartolomé

En los sistemas de enseñanza y en los actuales de España también, desde la escuela infantil hasta la universidad, incluso en los postgrados y proyectos de investigación, se aprende y practica el aprendizaje y trabajo colaborativo y la puesta en práctica del mismo mediante el estudio y la realización de proyectos. La realización de un periódico como este que tiene en sus manos es un ejemplo de esta afirmación.

Mucho se puede aprender y hacer cuando se practica la colaboración y la puesta en equipo, en común, todas las ideas buenas. Parece que esta afirmación vale para todos menos para los políticos que habitualmente buscan lo suyo y si pueden aplastan o enmudecen a los demás, independientemente si las ideas son buenas. Que no resplandezca o deslumbre el otro. Siempre como enemigos. Se olvidan que al aceptar un cargo electo deben mirar y realizar el bien de todos y no solo de aquellos que presumiblemente le eligieron.

Naturalmente que en todo equipo colaborativo debe haber quien presida, dirija, coordine. Ponerlo en práctica en la vida real es deseable en muchos casos y hay empresas que emplean mucho tiempo y dinero en formación para que sus empleados trabajen en equipo. Pero no voy a hablar de empresas sino de ayuntamientos que en realidad podrían funcionar también como empresas que administran muchos bienes comunales y el gran bien que es el bienestar de los administrados, los vecinos, los convecinos. Me agrada escuchar a alcaldes de equipo. Con excesiva frecuencia asistimos a enfrentamientos, broncas, pataleos, dificultades para ponerse de acuerdo justito en las cosas y asuntos que afectan a todos. Es una tragedia que los elegidos funcionen como mandamases de ordeno y mando y otros que no mandan se opongan a todo por principio.

Es una pena que cuando quedan tan pocos habitantes en el mundo rural la mitad de los miembros de sus corporaciones estén condenados al silencio, a la inacción, al enfado, a la división

El grupo que manda se reparte todo entre ellos y a los de la oposición les dejan a dos velas, sin responsabilidades. Y hasta les niegan información. No les queda más que el desacuerdo, la pelea, la vagancia. Una pena que cuando quedan tan pocos habitantes, en el mundo rural, la mitad de los miembros de sus corporaciones estén condenados al silencio, a la inacción, al enfado, a la división. Algunos de nuestros pueblos no son imágenes de concordia y de buen entendimiento. Siguen modelos poco modélicos, como son los parlamentos nacional y autonómicos.

El juez de paz que pudiera de oficio amonestarles, no lo hace porque su presentación y un nombramiento nacen ya viciados por ser los que mandan quienes le proponen y el cura queda muy lejos y con tantos pueblos que atender no llega a enterase o no se quiere inmiscuir como dicen en política. Como si la política fuera mala. La hacemos mala. Volviendo al ejemplo de las empresas nadie de los elegidos para los cargos municipales, tiene el saber aprendido, pero si al menos debería tener la voluntad de querer aprender. Y el actuar y mostrar actitudes de colaboración de equipo, se puede aprender. Bien harían los partidos en sus órganos de gobierno que para eso reciben dineros si reunieran a los nuevos concejales cuando son elegidos y con ayuda de expertos en pedagogía y psicología les dieran cursos básicos para comportarse y actuar con normalidad, decencia, cortesía cuando del bien común y sobre todo, de la convivencia se trate. Que no se pueda decir pocos y mal avenidos, sino mira cómo se aman y ayudan.

La ciencia también puede apoyar a entenderse, al facilitar instrumentos para analizar las situaciones y problemas y encontrar un camino de cara a solucionar las desavenencias. Pero para eso hay que aprender a no esperar a que el contrincante se equivoque parara afeárselo y prometer que él lo hará mejor. Colegios de enseñanza, guardia civil, ambulatorios de sanidad, equipos de bomberos y un largo etcetera , dónde hay profesionales, trabajan en quipo ¿y me pregunto por qué en los consistorios donde hay gobernantes y oposición tienen que estar siempre o con frecuencia a la greña? Puede que en algunos casos haya mala voluntad. En otros, tal vez los más, son los aparatos de los partidos quienes se inmiscuyen hasta en el más pequeño ayuntamiento para que la discordia impida el buen ejercicio de la autoridad y la administración de la comunidad. Cursos de formación que hacen los profesionales en relaciones humanas, saber escuchar, integrar lo bueno venga de donde venga, responsabilidad a todos, podrían ayudar.

Buena falta nos hace que el ejercicio de la política se base en el respeto recíproco y la búsqueda entre todos de lo mejor. Es triste tener que escuchar a un dirigente nacional, que si hubiera sabido lo que ha visto en estos días hacer en política, nunca se hubiera dedicado a ella.

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