Don José Luís Abellán: In memoriam, descansa en paz amigo

Hoy te has ido, y aquí nos quedamos huérfanos de tu presencia, pero reconfortados por la ingente obra que nos has legado

José Luis Abellán, en 2008, en un acto sobre Valle Inclán en Madrid. | Archivo

José Luis Abellán, en 2008, en un acto sobre Valle Inclán en Madrid. | Archivo

Querido amigo, José Luis: Permíteme unas palabras de despedida en estos momentos en los que siento más tu ausencia, ya que durante los últimos días no pude hacerlo. No sucede contigo el dicho de que en ocasiones no nos damos cuenta de la presencia del amigo hasta que lo perdemos.

Te pido que me disculpes si hoy no hablo acerca de tu vida, de tu lugar de nacimiento, de tu formación académica, ni de los títulos que conseguiste o puestos académicos que desempeñaste, de tu gran faceta como historiador de la filosofía y de las ideas, o como gran ensayista español. Ya lo han hecho quienes conocen todas estas facetas tuyas mejor que yo.

Tampoco voy a hablar de tus inigualables investigaciones en el campo de la filosofía en las que alumbraste la ingente labor de otros filósofos españoles, ni de los merecidos premios y medallas que han reconocido tu trabajo a lo largo de tu vida.

Hoy te evoco como el amigo que tuvo la gran fortuna de conocerte y mantener una relación de entrañable amistad que fue incrementándose a lo largo de nuestros encuentros en San Lorenzo de El Escorial. Yo he sido un privilegiado, y tú has dejado una gran huella en quienes te conocimos.

Hoy te evoco como el amigo que tuvo la gran fortuna de conocerte y mantener una relación de entrañable amistad que fue incrementándose a lo largo de nuestros encuentros en San Lorenzo de El Escorial. Yo he sido un privilegiado, y tú has dejado una gran huella en quienes te conocimos

Seguramente fue en el cafetín Croché, en algunas de tus magníficas conferencias donde nos conocimos. Me presentaría ante ti como profesor del instituto de bachillerato Juan de Herrera de San Lorenzo de El Escorial y tú me acogerías con la amabilidad que siempre has empleado conmigo. Continuamos acrecentando nuestra amistad que comenzaba, y frecuentábamos la cafetería Miranda para desayunar con amigos comunes, algunos también desparecidos. Nos unía un lazo invisible, al menos para mí, el lazo del amor al saber, a nuestra querida filosofía.

¿Recuerdas cuando te abordé y te expuse la idea, el proyecto de crear un Ateneo en San Lorenzo de El Escorial? Acogiste la idea con enorme entusiasmo y me animaste a iniciar el proyecto. Inmediatamente te invité a que nos acompañaras en la presentación de nuestro futuro Ateneo, y tuve el gran honor de que aceptaras mi propuesta. ¿A quién podía yo haber recurrido, sino a un amigo filósofo excepcional y presidente del Ateneo de Madrid?

Quiero evocar algunas de tus palabras en este entrañable acto.

"Los Ateneos desarrollan una importante labor para frenar la creciente deshumanización de la sociedad actual. Aunque la base de los Ateneos es fomentar la comunicación y la relación entre las personas, esta relación presenta multitud de formas y de facetas para su desarrollo".

"Hemos creado un mundo en el que apenas podemos encontrarnos los unos con los otros. Hemos perdido el norte y no hallamos un lugar, o no recordamos a qué sabe un apretón de manos, o de qué color son los ojos que quieren mirarnos. Sentimos la necesidad de los otros, echamos en falta su cercanía, ese cálido aliento que nos ayuda a ser, a encontrarnos a nosotros mismos y a continuar edificando nuestro propio camino con la alegría y el calor de los otros. Las relaciones humanas de cerca, cara a cara, se nos presentan imprescindibles en esta humana tarea".

El Ateneo Escurialense nació, fue creciendo poco a poco y hoy goza de excelente salud. Tuvo también nuestro Ateneo Escurialense el privilegio de que aceptaras ser nombrado socio de honor del mismo.

Nuestra relación de amistad se intensificó, y no puedo olvidar el honor que me dispensaste cuando me ofreciste ser el presentador de tu libro: "Los Secretos de Cervantes y el exilio de Don Quijote". Fue una enorme recompensa para mí.

Te he tenido presente muy a menudo, por ejemplo cuando publiqué el libro "El Escorial, la magia de un lugar", pues tenía relativamente recientes en mi mente tus obras: "Visión de El Escorial" y "El Escorial. Iconos, imágenes, mito".

Hoy te has ido, y aquí nos quedamos huérfanos de tu presencia, pero reconfortados por la ingente obra que nos has legado, y por los gratos recuerdos de ti que nos acompañarán durante toda la vida. Tus pensamientos, todo lo que eres y todo lo que constituye tu persona continúa velando por nosotros.

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