Zamoreando

Móvil y adolescentes

Los pederastas y depravados lo tienen ahora mucho más fácil

Menores con sus teléfonos móviles, en una fotografía de archivo.

Menores con sus teléfonos móviles, en una fotografía de archivo.

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Por mucho que algunos saquen pecho e incluso se pongan chulitos, por mucho que algunos adolescentes crean que ya lo saben todo y están preparados para enfrentarse a los retos de la vida, son un colectivo vulnerable, un colectivo manejable, un colectivo en constante peligro. Tienen el enemigo en casa o en el bolsillo, en ese lugar donde llevan a buen recaudo el móvil, que se ha convertido en cómplice de mafias, degenerados, depravados y sinvergüenzas de toda clase y condición. Un peligro real al que no podemos sustraernos.

El regalo por antonomasia a un niño y a un adolescente es el móvil. Que error. El teléfono, cuando no se emplea para lo que ha sido creado, al igual que el ordenador, se convierten en instrumentos del diablo que maneja los hilos a la perfección. Las redes son, además, guarida en la que se esconden tantos indeseables que incluso resulta difícil dar con ellos y acabar con todos. Se multiplican como por generación espontánea.

Estoy hasta las narices de saber cómo, constantemente, se difunde pornografía por las redes y ahora también por WhatsApp que no sólo sirve para mensajes, para saludar y recordar a los amigos, ahora es un hervidero de infinitas cuestiones, también fraudes. Padres, atentos, porque lo que voy a contar no sólo pasa en Cataluña, también en Castilla y León. No sólo ocurre en Sant Cugat del Vallés, también en Zamora.

Por aquellos lares, los Mossos investigan la creación de un grupo de WhatsApp en el que se mostraba contenido pornográfico y que incluía a unos 400 menores, la mayoría alumnos de ESO. El padre de una menor, atento y responsable, alertó mediante denuncia a los Mossos sobre la existencia del grupo en cuestión y ahora tiene la difícil o fácil, no sé, tarea de tratar de determinar el origen de los vídeos. Si muchos padres pudieran acceder al móvil de sus vástagos, se echarían las manos a la cabeza. Lamentablemente se les ha quitado tanta autoridad, igual que se ha hecho en los colegios con los profesores, que cualquiera se mete en semejante berenjenal.

Sin embargo los pederastas y depravados lo tienen mucho más fácil y hasta que son pillados, cosa que lleva su tiempo, consiguen sus propósitos, mientras introducen en el mercado del porno y la pederastia a chavalitos y chavalitas que mejor estarían bajo el "yugo" de unos padres responsables y atentos a las necesidades y no sólo físicas de sus hijos. Lamentablemente, las leyes no amparan a los padres, y a los hijos relativamente.

El grupo funcionaba con invitaciones a adherirse al mismo mediante un enlace que los escolares se pasaban unos a otros y que permitía ver los vídeos pornográficos, con un contenido "muy duro". La policía catalana ha pedido a los padres de los menores que han sido integrados en el grupo que no destruyan los mensajes recibidos en el móvil ya que conocer el contenido podría facilitar la investigación. Lo más abominable es que en el grupo había alumnos, ya digo, mayoritariamente de ESO, de entre 11 y 16 años, de tres colegios de Sant Cugat, aunque al parecer también se incluyó a algunos alumnos de quinto y sexto de Primaria.

El mal ya está hecho. De seguir así, móvil y adolescentes acabarán siendo incompatibles.

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