Buena jera

Un Black Friday ético y respetuoso

Ya que estamos en época de rebajas convendría bajar el nivel de crispación y broncas

Escaparate con un reclamo del 'Black Friday'.

Escaparate con un reclamo del 'Black Friday'. / Rolf Vennenbernd/dpa

Luis Miguel de Dios

Luis Miguel de Dios

Las imágenes eran impactantes, casi aterradoras. Una avalancha humana, con muchos jovencitos e incluso niños, entraba en un establecimiento y arrasaba con todo. Sin violencia ni, parecía, sin robos ni apropiaciones raras. Chillidos, gritos, empujones y declaraciones entusiastas y altisonantes tan estremecedoras como el propio alud de cuerpos y cabezas en estado de máxima excitación.

"Lo he conseguido; llevo casi toda la noche haciendo guardia y, por fin, tengo el móvil que quería y a menos de la mitad de precio", voceaba una chica casi en éxtasis con un celular en la mano. (Lo de gritar era absolutamente necesario si deseaba que sus palabras fueran recogidas por alguno de los muchos micros que pululaban por la tienda. Al resto de compradores le importaba un pimiento el tono de voz y los gestos de la afortunada; cada cual andaba a lo suyo).

"Ya tengo la camiseta que buscaba; solo unos diez euros. Ha merecido la pena pasar horas en la cola y entrar aquí a las ocho de la mañana", bramaba un muchacho que apretaba su prenda contra el pecho y emitía desde sus felices y expresivos ojos destellos sacrosantos de agradecimiento. (Tampoco a éste le hacía coro nadie; demasiado ocupados andaban todos los demás en hallar sus respectivos tesoros).

Les juro que yo estaba aturdido, hipnotizado, sin saber a qué carta quedarme hasta que oí al locutor dos palabrejas en inglés que ya dominan hasta los más tiernos infantes en las guarderías. Dijo "Black Friday", y yo dije para mí: "Coño, acabáramos; eso lo explica todo; no es que la gente se haya vuelto loca, es que ya venía con la cabeza al bies, que son muchos días de machacar y machacar con el anuncio de que llega lo mejor de lo mejor, lo súperguay, la panacea universal para nuestros bolsillos y, claro, la sesera da para lo que da; si la bombardeas, acaba cediendo".

Si somos capaces de enlazar el espíritu navideño (o lo que queda de él) con un Black Friday ético y respetuoso, habremos hecho la gran obra del año, algo, además, con vocación de perdurar porque muchos ciudadanos somos conscientes de que el actual clima de crispación y agresividad es insoportable y únicamente puede conducir a una división lesiva para España y para el futuro de sus gentes.

Tuve que apartar la vista de la tele porque me estaban entrando ganas de salir corriendo hacia cualquier comercio, pero en el pueblo donde vivo solo hay una tienda, muy bien surtida, por cierto, de comestibles. Y no era cuestión de coger el coche y salir disparado hacia la aventura compradora sin llevar yelmo, coraza, escudo y la armadura completa. Así que me dio por pensar; poco ya que las frases y los nombres en inglés apenas me inspiran, pero lo suficiente para preguntarme por qué no se extiende el susodicho Black Friday (el ordenador no me deja escribirlo con minúsculas, hasta ahí nos dominan) a otros órdenes de la vida y durante más tiempo; por qué lo reducimos a las compras compulsivas y a unas cuantas fechas; en definitiva, y sin que sirva de precedente, a lo que nos digan los americanos, que para eso mandan en el invento.

Y pensando, pensando, llegué a la conclusión de que podríamos intentar fundar una especie de Black Friday ético, respetuoso, educado, solidario, basado en la empatía y el diálogo en vez de andar a garrotazos dialécticos y de los otros, como en el cuadro de Goya. Este de ahora sería un buen momento; se acerca el Nacimiento del Niño Dios y, por tanto, se aproxima el espíritu navideño que, dicho sea de paso, cada vez dura menos; se agota en cuanto acabamos con el champán en Nochebuena. Mucho turrón, mucha bebida, mucho besugo, mucho lechazo, pero en cuanto nos quedamos solos volvemos a las andadas: más egoístas que desprendidos; más cenutrios lagartijeros que sensatos y abiertos. Y eso sin contar con las broncas con los cuñados. Este año seguro que tienen como eje la amnistía.

Si somos capaces de enlazar el espíritu navideño (o lo que queda de él) con un Black Friday ético y respetuoso, habremos hecho la gran obra del año, algo, además, con vocación de perdurar porque muchos ciudadanos somos conscientes de que el actual clima de crispación y agresividad es insoportable y únicamente puede conducir a una división lesiva para España y para el futuro de sus gentes. Si el Black Friday supone rebaja, oportunidades, hagamos que esa rebaja alcance también a la tensión, a la bronca política, a las descalificaciones, a ese insulto cada vez más frecuente y bárbaro incluso en las sedes de la soberanía popular, en los parlamentos.

¿Es tan difícil aplicar en nuestras vidas, privadas y públicas, un Black Friday ético y respetuoso?, ¿es tan complicado entender que los "otros" también pueden tener algo, bastante o mucho, de razón?, ¿es lógico amargarse la vida cavando trincheras en lugar de buscar la armonía y el entendimiento con los rivales, nunca enemigos? Es tiempo de, al menos, pensar en ello.

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