Los juegos del hambre

El poder de decisión de vascos y catalanes continuará mientras no sustituyamos el injusto método D’hondt

Un furgón de la Policía Nacional controla la zona del Congreso de los Diputados.

Un furgón de la Policía Nacional controla la zona del Congreso de los Diputados. / Gustavo Valiente - Europa Press

Bárbara Palmero

Bárbara Palmero

Entre manifestaciones y algaradas, anuncios de turrones y ofertas del Blackfriday, junto con la polémica por los ministros islamófilos y que Planas siga al frente del de agricultura, más vale malo conocido que malo por conocer, la UE nos ha colado una nueva ampliación en el uso del glifosato, esta vez por diez años.

Así que mejor no tirar el dinero contratando un plan de pensiones que no vamos a necesitar.

Ampliación que desoye las evidencias científicas sobre los riesgos para la salud que implica el peligroso herbicida made in Bayer. Sí, los mismos que inventaron la aspirina. En 2015 la Organización Mundial de la Salud confirmó que provoca daño genético en humanos, y el Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer, la mayor autoridad en la materia, lo categorizó como probable cancerígeno. Inexplicable.

Aún hay más. El pasado 25 de octubre se presentó en Italia el Estudio Global sobre el Glifosato, que prueba su impacto sobre la carcinogenicidad, neurotoxicidad, los efectos multigeneracionales, la toxicidad en órganos, la alteración endocrina y la toxicidad del desarrollo prenatal en humanos expuestos incluso a muy bajas dosis.

Los hallazgos científicos sobre la salud son tan relevantes, que siembran una duda razonable sobre los motivos esgrimidos por la UE para renovar la licencia de su uso. Y es que cada vez que la Ciencia perjudica seriamente la cartera, se la niega sin pudor. Sucedió anteriormente con el insecticida DDT y la esterilidad, los antibióticos y las súper bacterias, los gases CFC y la capa de ozono o las macrogranjas y las macrogripes.

Primero se niega la ciencia, primando las ganancias de las compañías agroquímicas por encima de la salud. Y después, cuando ya es demasiado tarde y las funerarias han hecho su agosto, se pide un perdón sin trazas de arrepentimiento a la sociedad.

Según Bruselas, una agricultura libre de glifosato implica cambiar toda la estructura del sector primario europeo. Basado en una producción de alimentos destinada a generar beneficios en la industria y la exportación, nunca en alimentar de manera nutritiva, saludable y a un precio asequible a la ciudadanía.

Según Bruselas, una agricultura libre de glifosato implica cambiar toda la estructura del sector primario europeo. Basado en una producción de alimentos destinada a generar beneficios en la industria y la exportación, nunca en alimentar de manera nutritiva, saludable y a un precio asequible a la ciudadanía.

Por eso se ha prorrogado su uso: en aras del interés general.

La misma torticera estrategia que ha usado nuestro guapo míster president para imponernos la amnistía. El bendito interés general. Idéntica a la trampa que nos endilgó la ministra de la trapallada energética, quien por cierto repite, para sembrar los campos de Castilla de esos gigantescos molinillos de viento.

O de perniciosas macrogranjas. A las que, el alcalde de Fuentes de Ropel y los vecinos se oponen a que se instale una en el término municipal. Y es que quien defiende su territorio, defiende su futuro. Así debería ser, si no fuera porque esta injusta política gubernamental de acérrima defensa del territorio catalán, supone privilegiar esa zona a costa de sacrificar al resto de regiones.

Quien defiende su territorio, defiende su futuro. Así debería ser, si no fuera porque esta injusta política gubernamental de acérrima defensa del territorio catalán, supone privilegiar esa zona a costa de sacrificar al resto de regiones.

Y la discriminación es inconcebible en democracia. Como inadmisible es amnistiar por la cara a los políticos y a la sociedad civil de Cataluña culpables del delito de pretender subvertir el orden constitucional, desestabilizando gravemente el funcionamiento de las instituciones políticas, económicas y sociales del Estado. Amén del delito de alterar gravemente la paz pública.

Cataluña, área privilegiada, frente a Castilla y León, zona a sacrificar.

En Zamora nadie duda que durante los cuatro años que dure esta ominosa legislatura no va a haber fondos para el AVE a Braganza-Oporto, ni para reacondicionar la base militar de Monte la Reina. No habrá un nuevo Fromago ni otra Ovinnova. Ni será posible traer a Arch Enemy al Z! Live Rock Fest’24.

Cataluña obtiene la concesión de la gestión ferroviaria, previa inversión multimillonaria del Estado para su mejora, mientras que en Extremadura van a continuar sin un servicio decente de trenes. Y en Cádiz saben de sobra que no se va a implementar el ansiado plan estatal de reindustrialización que ponga coto a unos niveles de paro insoportables.

En el Circus Maximus, el poder de los emperadores romanos no provenía de su privilegio para decidir sobre la vida o la muerte de los gladiadores, sino de su capacidad para perdonar. Porque el perdón no es un don que se merezca o no, el perdón es un acto de piedad que concede quien perdona. Y el imperator Pedro Sánchez ha decidido, sin contar con su pueblo, perdonar al Espartaco escondido en Waterloo y a sus rebeldes.

Roto el principio democrático fundamental de no discriminación entre españoles, y de apoyo mutuo y solidaridad entre iguales, a partir de este momento, sólo queda que cada cual esgrima sus mejores artes y maneras en la difícil estrategia de la supervivencia nacional.

Que empiecen los juegos del hambre.

(*) Ganadera y escritora

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