La Fiesta de la Vendimia, una seña de identidad que merece el máximo reconocimiento

Toro recrea la vendimia tradicional en el desfile de carros

Toro recrea la vendimia tradicional en el desfile de carros / M. J. Cachazo

Editorial

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El vino es el mejor embajador de Toro, pero también un motor económico y un reclamo turístico que alcanza su máxima expresión en la Fiesta de la Vendimia que se acaba de celebrar. Dos décadas después de que fuera declarada de Interés Turístico Regional, la nostálgica evocación que los toresanos realizan sobre el inicio del proceso de la elaboración de sus caldos se ha convertido en una seña de identidad de toda la comarca, aunque también supone una inyección económica para las bodegas de la Denominación de Origen y para pequeñas empresas y negocios que resisten en un medio rural que languidece por la despoblación.

En la Fiesta de la Vendimia, que cada año coincide con el final de la campaña de recolección de uva, la ciudad recobra el aliento con el regreso de miles de toresanos que añoran sus orígenes y que se implican en la celebración, pero también recibe con los brazos abiertos a turistas que se dejan seducir por la autenticidad de una tradición ligada a la cada vez más extendida cultura del vino. Parte del creciente éxito de la Fiesta de la Vendimia radica en el sentimiento de pertenencia a la tierra y al orgullo que genera en los toresanos, muy similar al que este mes, precisamente con la recolección de las últimas uvas, se extiende a lo largo y ancho de la geografía provincial. Con familiares y grupos de amigos, los toresanos dedican semanas a preparar la exaltación de una tradición que debe aspirar a más por su singularidad y por su creciente proyección nacional e internacional. Las cifras lo demuestran. Cerca de 50.000 personas han elegido Toro como destino durante la última edición festiva y se han contagiado de la emoción con la que sus ciudadanos se involucran en el homenaje que rinden a los hombres y a las mujeres del campo, que fueron los precursores de la viticultura en una tierra que ha sabido proteger sus viñedos. De hecho, la Denominación de Origen conserva una de las mayores extensiones de viñas prexiloxéricas del mundo, de las que se obtienen uvas de extraordinaria calidad y que, a pesar de su menor rentabilidad, representan un inigualable patrimonio.

Con familiares y grupos de amigos, los toresanos dedican semanas a preparar la exaltación de una tradición que debe aspirar a más por su singularidad y por su creciente proyección nacional e internacional. Las cifras lo demuestran. Cerca de 50.000 personas han elegido Toro como destino durante la última edición festiva y se han contagiado de la emoción con la que sus ciudadanos se involucran en el homenaje que rinden a los hombres y a las mujeres del campo, que fueron los precursores de la viticultura en una tierra que ha sabido proteger sus viñedos

Toro ha conseguido recuperar la parte más lúdica de la vendimia, aunque en el desfile de carros engalanados también recrea las penurias de esos viajes que obligaban a los viticultores y jornaleros a recorrer un extenso término municipal y, en algunos casos, a pernoctar en tudas o en casas de campo para recolectar el fruto de la vid, que posteriormente era trasladado a las bodegas en carros movidos por animales de tiro. La exaltación de la vendimia se ha extendido a otras localidades de la provincia que se miran en el espejo de Toro a la hora de organizar actividades en las que implican a sus vecinos y que, además de dinamizar el medio rural, contribuyen a divulgar la cultura vitivinícola. Sin duda, la Fiesta de la Vendimia es ya uno de los grandes escaparates de la Ruta del Vino de Toro, con un halo de tradición y autenticidad que dista del elitismo de algunas propuestas del enoturismo.

Durante el pasado año, según el último informe de la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin), un total de 58.462 visitantes, un 26,6% más que en 2021, recorrieron la Ruta del Vino de Toro, que tan solo fue superada en Castilla y León por Ribera del Duero. Parte del interés que esta actividad económica y ancestral despierta entre los turistas radica en la Fiesta de la Vendimia, ya que le brinda la oportunidad de adentrarse en la esencia de la extensa tradición vitivinícola de Toro. Las catas y talleres que se celebran dentro de la programación abren el abanico del enoturismo y atraen a visitantes que no atesoran un bagaje de conocimientos sobre el vino. Por este motivo, representa una oportunidad para que toresanos y turistas compartan una experiencia repleta de matices, en la que pierden el temor a opinar y a confrontar sus preferencias con las de expertos prescriptores.

Aunque Toro ha conseguido posicionar la Fiesta de la Vendimia como una seña de identidad queda camino por recorrer. El primer paso es lograr que sea reconocida como una Fiesta de Interés Turístico Nacional, trámite que el Ayuntamiento se ha propuesto retomar. El alcalde, Rafael González, también ha reclamado una mayor implicación de la hostelería, del comercio y, de forma especial, de las bodegas de la Denominación de Origen, ya que son los sectores que más se benefician del poso que la Fiesta de la Vendimia deja en la economía de la ciudad y de la comarca. Por este motivo, ha instado a las bodegas a que patrocinen a los grupos que participan en el desfile de carros engalanados.

Para potenciar el enoturismo, Toro también debería estudiar la posibilidad de mostrar el tesoro que esconde en su subsuelo y facilitar las visitas a más bodegas subterráneas. Bajo sus calles y plazas, la ciudad conserva un laberinto conformado por cerca de 300 bodegas subterráneas, en su mayoría particulares, que son el mejor testigo de la antigua tradición de elaborar vino para un consumo familiar. En la actualidad, los visitantes tan solo pueden adentrase en las bodegas de algunos edificios públicos, como el Ayuntamiento o la antigua Cámara Agraria, por lo que Toro debería poner en valor y mostrar un patrimonio subterráneo repleto de encanto y potenciar un atractivo que puede marcar una clara diferencia a nivel turístico. Para ampliar el recorrido es preciso implicar a los toresanos que en el subsuelo de viviendas preservan bodegas subterráneas, aunque también sería necesario habilitar ayudas para mantener aquellas que no reúnen unas mínimas condiciones de seguridad y que, en algunos casos, han obligado a sus propietarios a rellenarlas para minimizar riesgos. Otro reto que Toro debería explorar, y que ya ha propuesto el experto gastronómico Javier Pérez Andrés, es la creación de los "Premios Babú", que servirían para reconocer cada año a personas y colectivos que, desde diferentes ámbitos como el vino, la cultura o las ciencias, trabajan por el desarrollo de la comarca.

Las uvas se han recogido y ahora es el momento de elaborar, con mimo pero sin pausa, el caldo de un excelente futuro, el del vino de la comarca toresana como abanderado del resto de la provincia.

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