Exigencias en vísperas del trago de Feijóo

Los partidos independistas dan una vuelta de tuerca más a sus condiciones con Sánchez

Alberto Núñez Feijóo.

Alberto Núñez Feijóo. / José Luis Roca

Rafael Monje

Rafael Monje

Era de prever que los partidos independistas dieran una vuelta de tuerca más a sus condiciones para, previsiblemente, apoyar la candidatura a la presidencia de Pedro Sánchez. Y más que lo harán a partir de la fallida investidura que protagonizará el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, la próxima semana, y con la que comienza la cuenta atrás para la posible conformación de gobierno y, así, evitar la repetición de elecciones generales.

De momento, Junts, Ezquerra, Bildu y PNV están exprimiendo sus demandas, sabedores de que el escenario actual y la aritmética parlamentaria les beneficia. Las exigencias de una amnistía, la opción de un referéndum y hasta el desfile de visitas a Waterloo no son sino la puesta en escena de un guion cinematográfico prácticamente ya escrito. ¿Hay alguien que piense a estas alturas que el acuerdo de investidura del socialista Sánchez va a fracasar? A mi entender, asistimos a un sainete vergonzoso en el que lo último que sirve es la honestidad, la palabra dada y el interés general de los ciudadanos. Pero todo este espectáculo teatral es lo que, voluntariamente o no, hemos querido entre todos tras los resultados del 23-J y con esas cartas hay que jugar. Así son las reglas de esta España nuestra, plural, diversa e insaciable, capaz de fagocitar el bien común y enemiga de sí misma hasta la extenuación.

Ejemplo de esto último es el frente periférico contra un idioma universal que hablan como primera lengua casi 600 millones de personas en todo el mundo. Y que conste que uno se declara abiertamente a favor del uso de las lenguas cooficiales, ¡faltaría más!, pero sin menospreciar la lengua vehicular a la que algunos pretenden ahora identificar con el látigo e inaudito azote de la limitación de libertades. No lo duden, esta cruzada contra el español no es nueva y, si por determinados dirigentes políticos fuera, quedaría relegada a lengua extranjera en el propio territorio español. O sea, todo un despropósito. Sucede igual con la bandera española y ahora con este otro símbolo que compartimos desde hace más de mil años: el idioma.

Qué peor cosa puede haber que tener los enemigos en tu propia casa y, a lo que se ve, con mayor vara de mando en cuanto pase el trago Feijóo.

Suscríbete para seguir leyendo