Reflexiones de una centenaria "en ciernes" sobre su tierra alistana

Las mujeres araban la tierra como los hombres, llevaban al establo la comida al ganado, hacían en el pan y lo que fuera necesario

ZAMORA FOTOS ANTIGUAS PROVINCIA ALISTE , REPORTAJE SOBRE LA CAPA ALISTANA, ALISTANOS VESTIDOS CON LA CAPA

ZAMORA FOTOS ANTIGUAS PROVINCIA ALISTE , REPORTAJE SOBRE LA CAPA ALISTANA, ALISTANOS VESTIDOS CON LA CAPA / ORTIZ ECHAGÜE

ESPERANZA LEAL SANABRIA

ESPERANZA LEAL SANABRIA

La comarca de Aliste está situada al noroeste de la provincia de Zamora, linda al norte con la Carballeda, al sur con Sayago, al oeste con él Tras-Os-Montes portugués y al este con Tierra de Alba y Tábara. Se denomina Aliste por el río del mismo nombre. Seguramente así llamado por los alisos que hay en la comarca.

Tierra humilde, hosca, ruda. Hay que trabajar mucho para conseguir algún rendimiento. Sus gentes son de pequeña estatura, pero recios para el trabajo diario. Nunca están ociosos, no se lo pueden permitir.

Las mujeres son más trabajadoras que los hombres. En Aliste las mujeres iban a arar y a cuántas labores fuesen precisas, además de las faenas domésticas.

Tierra de carros y arados. Mucho trabajo y disposición.

Además de ordeñar las vacas y recoger la leña para el fuego, dar de comer al ganado, a las gallinas, recoger la fruta de los árboles, a los que no les echaban insecticidas, lavar la ropa en el río, o regato, poniéndose de rodillas sobre una banqueta de madera, con sus mandiles y sus cholas que es el calzado perfecto para transitar por las calles en invierno. Las calles de los pueblos no son muy espaciosas, además estaban llenas de obstáculos. Según Luis Cortés se le conoce con el apelativo de "La tierruca".

Por arriba se extiende hasta Boya, por abajo hasta Pino del Oro.

En estas tierras se supone que trabajarían en tiempos muy antiguos con metales, pues en la zona cercana de Tábara tenemos nombres como Ferreras, Ferreruela, o San Pedro de las Herrerías en Aliste. Toda esta toponimia nos hace pensar que así haya sido.

Yo no he nacido en Aliste sino en Zamora, pero todos mis ascendientes por parte materna y paterna son alistanos y tengo vivencias de cómo vivían el día a día esta gente tan honesta, tan solidaria, que parecían una comunidad.

Como el terreno era pobre, los novios una vez casados vivían, él con sus padres ayudando en el campo, y ella hacía lo mismo, en casa de sus padres. Los novios vivían su relación sentimental en el más oscuro secreto. Solamente se hacía público cuando el cura del lugar leía en misa las proclamaciones.

Era tal el sentido de pureza en las mujeres que le oí decir a mi madre: "Preferiría que dijeran, ahí pasa el cadáver de Eulalia, a que la señalaran como persona que hubiese tenido relaciones íntimas con un hombre, sin estar casada".

La mayor parte de los matrimonios se hacían por interés. Si tu tierra linda con la de mi familia podemos llegar a un acuerdo. Era un sistema de supervivencia.

En otros casos el varón iba a la mili y encontraba lejos de su tierra su trabajo y se contentaba con ello.

Criaban a los hijos con mucho amor, pero no tenían alimentos que les proporcionasen una buena altura, un buen desarrollo. Por eso, las personas que allí habitaban y sus ascendientes eran de baja estatura

Pero a la hora de formar una familia podría ser que quisiera casarse con una moza de su tierra por las costumbres, o porque en el lugar donde encontró el trabajo no encontró la persona adecuada para vivir toda la vida. Entonces se recurría al párroco de la zona mediante una carta solicitando información. La moza tenía que ser soltera, honesta, fiel, trabajadora y si era posible que tuviera algo de patrimonio. En este caso que refiero mi propia madre conoció al que sería mi padre y entabló una relación por carta, porque los informes del señor cura fueron muy favorables a mi madre.

Esta fue una persona natural muy discreta y con una moralidad propia de la época, muy estricta, y que aprendió a leer juntando las letras sin ir a la escuela.

Resulta curioso que en aquellos pueblos antes las mujeres no iban a la escuela, la más cercana de San Pedro de las Herrerías estaba en Boya.

Se decía que los hombres sí tenían que ir a la escuela, porque hacían el servicio militar y lógicamente deberían escribir a la familia, pero las mujeres no acudían la escuela, porque no tenían que hacer la mili.

Dicho esto, se supone que harían otras tareas cómo llevar las vacas a pastar, las ovejas, lavar la ropa y otros menesteres que no hacían los hombres.

Ya he dicho que en Aliste las mujeres araban la tierra como los hombres, llevaban al establo la comida al ganado, hacían en el pan y otros menesteres que fueran necesarios. La comida era también una tarea para las mujeres, lavar la ropa o hacer las camas en el piso superior a la cocina, que llamaban "sobrao", donde había lo imprescindible.

A los niños recién nacidos y de meses los fajaban, literalmente desde la parte inferior de los hombros; nunca se les veían las piernecitas y según le oí decir a mi madre, era con la idea de que las piernas quedaran rectas para cuándo llegara el momento de andar.

Los criaban con mucho amor, pero no tenían alimentos que les proporcionasen una buena altura, un buen desarrollo.

Por eso, las personas que allí habitaban y sus ascendientes eran de baja estatura, aunque las circunstancias les hicieron ser muy trabajadores e ingeniosos, pues las herramientas para su trabajo eran más bien pocas.

Se reunían en las noches de invierno en las casas con buena lumbre en la cocina, las mujeres hilaban el lino, y todas contaban historias. Eran los hilandares.

Al son de la rueca, que movían magistralmente no dejaban de charlar y de contar historias de lobos, que frecuentaban aquella zona. Las que tenían más memoria, relataban dichos poesías antiguas, o chascarrillos, relacionados con sus vecinas, con los lobos, o también con hechos sucedidos en el pueblo o en otros lugares próximos.

Uno de ellos decía así:

Paciscar, paciscar que mañana nevará, lloverá, sabe Dios lo que fará.

Maaaaadre vamos p’a casa que viene el compaaaadre. Paciscar, parciscar...

Otro decía:

Estando un cabrin cabrates, subido en un peñin peñates, pasó por allí un lobin lobates y dijo:

–Bájate del peñín peñates al pradin pradates, a beber agua clariates y a comer yerbín yerbates.

–No me bajo del peñín peñates al pradín pradates, porque me vas a comer lobin lobates.

–Empezaré por la cornadaduuura que es la cosa más duuura.

Aleluya, aleluya.

Mi madre Eulalia Sanabria Pérez utilizaba ambos dichos para dar de comer a mis hijos, sus nietos, aprovechando el momento en el que ellos se quedaban con la boca abierta.

Las gentes de Aliste pasaban su tiempo nocturno a la luz de un candil que emitía una luz pobre. Esto no era tenido en cuenta y seguían, tal vez jugando a las cartas, o bien en una mesa rústica solían competir para ver quién era el mejor tocando y cantando las panaderas:

Ya vienen las panaderas, por las calles de Alcalá (tan tán tan tán, taca tán tacatán) a voces iban diciendo a 14 vale el pan (tan tán tan tán, taca tán tacatán).

Todo esto poniendo las palmas de las manos a compás, y en el medio de la estrofa, dando todos al unísono palmas, y todo ello creaba una melodía y un contexto difícil de explicar.

Por la mañana se tomaba el desayuno de sopas de ajo, o bien patatas viudas, esto es, patatas sin ningún añadido. A media mañana tocino con pan, bastante más celebrado que el jamón.

Los días de faena en el verano, desde las primeras horas la era se llenaba de paisanos para culminar la tarea. Bien fuera la trilla, limpiar la era, o sus múltiples quehaceres. Todos a una, porque si alguno necesitaba ayuda, era el pueblo entero el que le tendía la mano. Cuatro o cinco hombres, los que más sabían de la aldea, o conocían que había de realizarse algún trabajo comunal le hacían saber al pueblo mediante un concejo las tareas. Estos hombres honrados y valorados por el pueblo indicaban las tareas a realizar. Limpiar aquella cañada, desbrozar el monte, señalar a qué vecino le pasaría el agua por sus tierras. Todas estas labores serían solidarias y se respetaban como si fueran leyes.

Durante el tiempo que estaba el trigo en la era, allí permanecían hombres y mujeres y hasta niños que sabían cuál era su labor. Había labores de trilla en la era, de arar el campo con la yunta de un par de bueyes. Rastrillar la era, separar la paja del trigo y sobretodo recoger el trigo, o el centeno lo más rápidamente posible.

Mahide era cabeza de municipio y abarcaba varios pueblos, entre otros: San Pedro de las Herrerías, Sarracín de Aliste, Pobladura, La torre de Aliste, Boya, etc.

También Riofrío de Aliste es notorio. Las costumbres no variaban mucho de pueblo en pueblo, pero en Riofrío tenían su fiesta cada primero de enero.

Su gran fiesta es la de los Carochos, jornada muy celebrada y con la participación de todo el pueblo. Eran una especie de diablos que iban caracterizados como demonios y salían muy aguerridos repartiendo estaca, con lo que vecinos se solían apartar de ellos. Todo en un tono desenfadado y haciendo con sus bromas las delicias de propios y extraños.

En la época de los romanos hicieron una calzada que aún se conserva para llegar a Astorga.

Posteriormente los musulmanes habitaron la zona. Sarracín de Aliste es posible que fuera así llamado en memoria de los sarracenos. Del mismo modo Moldones de Aliste y el propio Alcañices, que en árabe puede significar "las iglesias", o cañas y cañizos.

El pueblo de Trabazos pertenece también a la comarca de Aliste, del mismo modo San Vitero, y Rabanales tan celebrados por sus ferias de ganado, y Fonfría.

Esta tierra ha sido olvidada y poco visitada, por eso conservar sus ritos, sus quehaceres y su manera de vivir la vida dedicándose a su trabajo, su familia y cuidado de todo lo que puede ayudarles a sobrevivir.

Espero un mejor futuro para estas tierras tan queridas por mí. Son tierras de mis antepasados, conservo mis vivencias, sus sentires de primera mano.

Aunque no haya nacido en esta comarca siempre la llevaré en el corazón hasta el último suspiro.

Tierra de carros y arados, de gentes recias, duras como el ambiente en el que les ha tocado vivir. Sería bueno un reconocimiento, como yo así lo hago.

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