In memoriam Sebastián Calvo Chamorro

El primer alcalde de la democracia en Peleagonzalo

No hay trabajo más noble que el del agricultor, el que crea riqueza de la tierra en forma de alimentos para los demás

Dos campesinos zamoranos, fotografiados a principios del siglo XX

Dos campesinos zamoranos, fotografiados a principios del siglo XX / MINISTERIO DE AGRICULTURA Y MEDIO AMBIENTE

Ivan Calvo

Ivan Calvo

No es fácil estar aquí hoy para despedir a mi padre, son muchas e intensas las emociones vividas en estos últimos días y si se me quiebra la voz os pido comprensión, pero quiero intentarlo y merece la pena rendir a mi padre, Sebastián Calvo, un homenaje con estas palabras que pronuncio en esta despedida en la iglesia de Peleagonzalo que le hacemos y que no es un hasta siempre, sino un hasta luego.

Así que os agradezco vuestra presencia, lo primero en nombre de mi madre, de toda la familia y del mío propio y también os agradezco vuestra atención. He preparado estas palabras escribiendo lentamente en mi precipitado y doloroso vuelo entre Santiago de Chile y Madrid el pasado sábado y domingo, un vuelo largo, de casi 14 horas, sin poder dormir y con tiempo suficiente para poder hacer una reflexión profunda como esta, pero no os voy a entretener tanto. Sólo os pido diez minutos.

Decía que no es un hasta siempre, sino un hasta luego pues todos tenemos algo claro en esta vida y es que es un regalo temporal entre dos portales, el de nuestro nacimiento y el de nuestra partida.

Ninguno hemos pedido venir a este mundo cuando atravesamos el portal de nuestro nacimiento, pero aquí venimos y aquí estamos, nuestros padres aquí nos trajeron.

Y ninguno sabemos cuándo atravesaremos el segundo portal que es el de nuestra marcha de este mundo y por el que salimos de este periodo terrenal en el que podemos vivir cada uno, a nuestra manera, lo mejor que sepamos, lo mejor que podamos.

Lo hacemos con mejor o peor provecho de nuestras vidas, unas veces mejor y otras peor. La vida es dura y nunca es fácil salir de aquí sin golpes, cuando no son problemas de un tipo, nos acucian problemas de otro tipo. Pueden ser accidentes, problemas económicos, de salud, diferencias familiares ¿En qué familia no hay conflictos?, problemas de trabajo, de convivencia con vecinos, amistades que se enfrían con el tiempo o la distancia, problemas mayores o problemas menores, pero eso es la vida, luchar cada día y salir adelante.

Debemos aprovechar el regalo de tiempo que se nos da entre esos dos portales aquí y ahora, dejar nuestra mejor versión cada día, dar lo mejor de nosotros mismos a los demás, ser solidarios, afectivos con los nuestros y con los de más allá, tratar de dejar un mejor mundo a nuestro alrededor, a nuestros hijos, hacer el bien a aquellas personas a las que llegamos o tenemos impacto por nuestra cercanía. Mi padre trabajó toda su vida con el objetivo de darme un mejor mundo a mí, un futuro mejor. Sólo puedo estarle agradecido. Sólo espero estar a la altura de sus deseos en mi día a día y en mi futuro próximo.

Mi padre fue un hombre bueno, un amante de su pueblo, aquí nació, se crió, vivió y trabajó toda su vida, aquí en Peleagonzalo y en los alrededores, en Toro, Zamora, Medina del Campo, Rodilana, Valladolid, Salamanca, su tierra, nuestra tierra, transcurrió su vida entre sus dos portales

En ningún cortejo fúnebre hay un camión de mudanza detrás, todo lo bueno y malo que fuimos y tuvimos aquí lo dejamos, nada trajimos aquí y nada nos llevamos al atravesar el otro portal, el de la salida de este río que como ya nos mostró Jorge Manrique, en las Coplas a la muerte de su padre, es la vida y que como todos los ríos, van viajando hasta llegar al final en el mar igual que nuestro padre Duero baja hasta Oporto y allí desemboca en el Océano Atlántico para convertirse en otra cosa, nuestras vidas como las aguas, viajan inexorablemente hacia su destino final para convertirnos en otra cosa.

Los católicos creemos en la inmortalidad del alma, en una vida eterna, pues Cristo ya venció a la muerte y así nos lo transmitió y así lo creo yo. Espero que todos podamos encontrar a nuestros seres queridos, reencontrarnos con sus almas, un día futuro cuando nos toque atravesar el segundo portal y nosotros pasemos a formar parte del otro lado.

Pero a los que aquí estamos, por el tiempo que nos quede, os quiero dejar hoy está reflexión para que seáis mejores en este tránsito entre los dos portales, en vuestras vidas, mejores con vuestros familiares, con vuestros amigos, con los vecinos, con los conocidos y con todos los demás. Sed vosotros el cambio, a mejor, que queréis ver en los demás, que queréis ver en el mundo.

Mi padre fue un hombre bueno, un amante de su pueblo, aquí nació, se crió, vivió y trabajó toda su vida, aquí en Peleagonzalo y en los alrededores, en Toro, Zamora, Medina del Campo, Rodilana, Valladolid, Salamanca, su tierra, nuestra tierra, transcurrió su vida entre sus dos portales.

Aún está plantado su último girasol, su melonar y su huerto, se fue con las botas puestas como me gustaba decirle, al pie del cañón, un ejemplo para mí. Un orgullo tenerlo como padre, así lo siento como hijo y así lo digo aquí públicamente. Cuanto tiempo hemos pasado juntos en el campo, cuántos buenos recuerdos me quedan, que tesoro más grande.

No hay trabajo más noble que el del agricultor, el que crea riqueza de la tierra en forma de alimentos para los demás. Ese fue el oficio de mi padre en esta vida, el oficio de mis abuelos y más ancestros para atrás, siento haber sido yo el que rompa la tradición familiar, aunque mi padre me enseñó el oficio y en mi sangre corre. A todos ellos, a todos los que os habéis dedicado en el pasado u os dedicáis hoy al noble oficio del agricultor vaya mi aplauso y reconocimiento.

Fue mi padre el primer alcalde de la democracia en Peleagonzalo una vez restaurada en España a finales de los años 70 y principios de los 80 del pasado siglo y entre los logros de su mandato hay que destacar uno muy importante, junto con sus compañeros concejales de aquella primera corporación municipal, sacaron las aguas fecales del pueblo, entubándolas, con lo que eso supuso en ganar en salubridad para todos los que vivían entonces, los que vinimos y vendrán detrás de nosotros. Larga vida siempre a Peleagonzalo. Esteban Rubio, un filósofo del pueblo, hombre sabio, el padre de Josefina, que el señor tenga en su gloria, me lo contó muchas veces, "eso que hizo tu padre le trajo salud al pueblo" siempre agradecido, me recordó por años.

Ha sido un hijo de este pueblo que además encontró aquí a mi madre, a Encarna, que recorría en su juventud estos pueblos de Zamora enseñando a coser a muchas chicas y aquí paró para dar un curso y aquí se quedó desde entonces, al conocer a mi padre, a compartir una bonita historia de amor y ambos decidieron traerme a mí a este mundo, por ese primer portal que es el nacimiento.

Aunque nací ya en Zamora, en el Virgen de la Concha, porque los tiempos iban mejorando y es más fácil y seguro nacer en el hospital que en casa. También soy un hijo de este pueblo, y aquí pase mi infancia y juventud feliz, con orgullo llevo su nombre y el de Toro y Zamora, también mis ciudades, por el mundo, digno heredero de los valores de mis padres, y de mis abuelos, los padres de mi padre, Manuel y Julia, también hijos de Peleagonzalo y que el señor tenga en su gloria y a quien también despedimos aquí hace unos años y que hoy ya están reunidos con su querido hijo. Nuestras raíces y nuestra casa temporal está aquí y también nuestra casa eterna, esa que hoy habita ya mi padre.

Yo salí viajero y en contraposición a la vida 100% peleana y zamorana de mi padre he vivido en varios sitios de España y no contento con eso y con necesidad de correr más por el mundo, ahora vivo en América, en Santiago de Chile, allí he formado una bella familia con Cristina, mi mujer y nuestra bendición, que es nuestro hijo Javier, que aunque no han podido estar aquí presentes para despedir a su querido suegro y abuelo, están cercanos en nuestro corazón cada minuto. Ellos son nuestra luz en el camino y nuestra motivación diaria para seguir adelante.

Hoy le decimos hasta luego a mi padre que ya atravesó su portal de salida de esta vida terrenal hace unos días en Huelva, pero queda todo lo bueno que hizo aquí, nos quedan sus obras, su memoria y su recuerdo y la certeza de que a mí me dejó grandes enseñanzas

También sentimos cercanos al resto de familiares, a mi cuñada Loretto, mis suegros René y Mónica, a nuestros sobrinos Pia y Tomás, y a toda la familia chilena a la que también pertenezco. La distancia física es muy grande para que nos pudieran acompañar hoy aquí, pero sentimos su cariño su calor y su apoyo, siempre a nuestro lado.

Aún habiendo construido una familia tan lejos, en Chile, Cristina y yo hemos venido todo lo posible al pueblo, salvo en la pandemia reciente del COVID- 19 en 2020 que fue un año difícil para todos, hemos venido todos los años al pueblo, todas las veces que hemos podido y todo el tiempo que nuestros trabajos y quehaceres diarios nos lo han permitido.

En los últimos dos años, al ir remitiendo la pandemia ya hemos podido pasar aquí dos meses entre 2021 y 2022 y también pasamos dos meses entre 2022 y 2023. Los abuelos y el abuelo Sebas en particular, pudieron disfrutar de nuestra compañía y nosotros de la suya. Especialmente disfrutó el nieto del abuelo y el abuelo del nieto. Fueron unas Navidades plenamente felices las de esos dos años pasados para nosotros. Un regalo de Dios.

Imborrables en mi memoria y en las fotos y vídeos que por fortuna tomé esos días seis de enero, quedan sus caras de disfrute, las de los dos, abuelo y nieto, en esas mañanas de los días de Reyes de 2022 y 2023 jugando con los regalos traídos por los magos de Oriente. Papá, algún día sabrá Javier que el mejor regalo no lo traían los Reyes Magos, el mejor regalo eras tú.

Hace meses que teníamos reservados y comprados nuestros pasajes aéreos entre Chile y España. Planificado nuestro viaje para pasar dos meses más aquí entre el próximo noviembre y enero, en el paso del 2023 al 2024, pero ya no podrán ser tan completos con la ausencia de nuestro querido padre y abuelo. Esta Navidad no será tan bonita, pero seguiremos adelante, siempre adelante como tú y mi madre nos enseñasteis.

Hemos conversado con ambos prácticamente todos los días por videoconferencia desde que la tecnología lo permitió hace ya más de quince años, antes lo hacíamos por teléfono también, pero la comunicación mejoró mucho por videoconferencia y por aplicaciones como Skype o WhatsApp, nos hemos visto a diario.

Ahí pudimos compartir las últimas conversaciones la pasada semana, fotos y comentarios de su reciente viaje a Sevilla y Huelva, donde finalmente partió al otro mundo y ver como de bien lo estaban pasando esos días por tierras andaluzas con mis tíos Rafa y Chari, siempre a su lado, siempre cercanos, muy importantes en nuestras vidas, tanto como lo son y serán ya eternamente para mí padre, sus mejores amigos: Joselito y Angelita, José María y Mariángeles, a todos ellos y a algunos más, pues de amigos andabas sobrado, les dijiste, "hasta pronto" cuando marchaste a Andalucía en este viaje, pero aquí hay que pronunciar una de tus frases favoritas: "va a ser que no". Pero yo creo que sí, que tendréis que volver a veros en el otro lado, más adelante, cuando toque. Una amistad tan buena como la vuestra ha de ser eterna.

Esa cercanía, todo lo conversado, todo lo compartido, todo lo vivido tanto en persona como a distancia ya es un recuerdo imborrable en nuestra alma, ya forma parte de nosotros para siempre.

Nosotros le hemos podido decir muchas veces lo mucho que le queríamos, casi se nos fue al otro lado hace cuatro años en Santiago de Chile cuando una obstrucción intestinal lo llevo a pasar varios días de Navidad en diciembre de 2019 en la UCI y la planta de la Clínica Santa María y luego en tratamiento y vigilancia en nuestra casa.

La cena de Nochebuena de ese año, fue una galleta María y un té para él. Estaban allí, en nuestra casa de Santiago de Chile invitados los abuelos por el nacimiento de Javier que fue el mayor regalo recibido en nuestra familia a mediados de noviembre de ese año y casi tuvimos que despedirnos de Sebastián solo unas semanas después.

Pero mi padre tenía que seguir aquí unos años más, necesitaba mostrar su pueblo y su mundo a Javier, pasear con su nieto en el tractor, arar con él, llevarlo sentado en sus rodillas a la orilla del río Duero como hacía con mi primo Rafa jr cuando era pequeño, a pasear hasta la bodega , a la fuente del Soto, por Valdecabañas, por los montes, oliendo el tomillo y el romero, enseñarle pinos, encinas y coger níscalos juntos, a pasear por la vega y por cada rincón del pueblo, a llevar a su nieto y jugar juntos en el parque aquí al lado de la iglesia, y al parque de las escuelas, a bañarlo, jugar con los gatos y dormirlo contándole cuentos en su cama.

Todo eso lo ha podido hacer mi padre en estos dos últimos años y damos gracias a Dios por haberlo podido vivir y ver de cerca, ha sido un regalo precioso y como yo estaba cerca y tengo querencia a sacar fotos y vídeos de casi todo, afición que heredé de él, tenemos un buen archivo de material para recordar todos esos buenos momentos y para mostrárselos a Javier según vaya creciendo. No te olvidará nunca, yo me encargaré de contarle y enseñarle quien eras.

A ti te dió tiempo a mostrarle a Javier la Azucarera de Toro desde el Alcázar, paseando por el Espolón hasta La Colegiata y contarle el mucho tiempo e historias que pasaste allí en las más de treinta campañas en las que en ella trabajaste junto a tus compañeros, siempre defendiendo a los agricultores. Toda una vida dedicada a la remolacha y el azúcar, a contribuir con tu esfuerzo con la creación de riqueza de esta comarca, provincia y región, por décadas.

Hoy le decimos hasta luego a mi padre que ya atravesó su portal de salida de esta vida terrenal hace unos días en Huelva, pero queda todo lo bueno que hizo aquí, nos quedan sus obras, su memoria y su recuerdo y la certeza de que a mí me dejó grandes enseñanzas que me han acompañado hasta aquí y me acompañarán siempre. Siempre has estado y estarás conmigo en cada paso.

Empezando por saber arraigar en mí, el amor a mi tierra, a esta tierra muchas veces dura, a Peleagonzalo, a Toro, a Zamora, a toda Castilla y León y al amor también por nuestra España querida e incluso más allá, a los pueblos hermanos hispanos que tenemos en la otra parte del mundo, en América, donde seguimos caminando juntos y también formamos parte activa de ellos.

Trabajo yo hoy día no solo con personas de Chile, sino también de Argentina, Colombia, Venezuela, República Dominicana, Estados Unidos, Perú, Uruguay, Bolivia, Panamá, Guatemala, Ecuador, Costa Rica o México. De todos esos sitios y alguno más que se me puede olvidar ahora, he estado y estoy recibiendo mensajes de condolencia, de cariño y de ánimo, me siento muy privilegiado por ello. A todos les agradezco su cercanía en este momento difícil para mí.

Pero hay un precio a pagar, un coste importante, que es el coste de todos los que somos emigrantes y es nuestro dolor por la lejanía de nuestra tierra y especialmente de nuestros seres queridos, si bien yo he podido paliar ese coste en parte gracias a la tecnología actual en las comunicaciones y la posibilidad de viajar aquí con constancia y la frecuencia que me ha sido posible, hay un dolor profundo que he podido sentir yo y he visto y compartido también en otros emigrantes españoles y de otros países en América, una nostalgia decimos en castellano, una morriña que dicen los gallegos vecinos de nuestro noroeste, o saudade que dicen nuestros vecinos portugueses al oeste, que por un lado nos parte el alma, especialmente cuando ocurren desgracias y no podemos estar cerca para acompañar y apoyar a nuestros seres queridos, pero tiene un lado positivo a pesar de todo.

Y ese lado positivo es, que nos hace mucho más conscientes de nuestra levedad como seres humanos, lo pequeños y frágiles que somos, y por tomar consciencia de esa fragilidad y levedad, nos permite apreciar lo mucho bueno que aquí tenemos con una especial intensidad en cada visita que hacemos, disfrutar cada paisaje, cada conversación, cada comida, cada olor, cada sabor con una intensidad tal, que nos llega a lo más profundo de nuestro ser, de nuestra alma y nos hace ser más orgullosos defensores que nunca, de nuestras raíces y nuestra tierra. Y esta tierra nuestra, es tierra de emigrantes, muchos sabéis en propia piel de lo que hablo, aunque vuestra emigración o la de vuestros cercanos no haya sido tan lejana como la mía.

Queda por agradecer el amor recibido aquí en España, el amor entregado por nuestros familiares y nuestros amigos, no puedo nombrarlos a todos, pues ya me estoy alargando mucho, pero vosotros sabéis lo que os queremos, que aquí estáis, acompañándonos junto con nuestros vecinos, cercanos también en nuestro corazón y los que por un motivo u otro no han podido estar hoy aquí, pero nos han hecho llegar sus mensajes de pésame, de condolencia, de cariño y afecto. A todos, gracias, gracias de corazón.

Todas estas lecciones nos dejó mi padre, que vivió a su manera, con libertad, un hombre bueno, entre los dos portales de la vida, en su amado pueblo, en Peleagonzalo, en Toro, en Zamora, en Medina del Campo, en Rodilana y sus alrededores, con su gente, con vosotros y que aquí descansa ya eternamente y siempre en nuestra memoria

Muchas gracias y un abrazo fuerte a todos.

Te quiero papá, te queremos por siempre.

(*) Zamorano residente en Santiago de Chile

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