Zamoreando

En memoria de 'Luismi', Luis Miguel Lorenzo Roda

Quiero que sepas que te echo de menos. Nos volveremos a encontrar

Luismi, Luis Miguel Lorenzo Roda.

Luismi, Luis Miguel Lorenzo Roda.

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Me levanté el domingo con la firme convicción de llamar a Luismi. Es imperdonable que lleve tanto tiempo sin tratar de pegar la hebra con él. El verano es lo que tiene. No hay excusas que valgan cuando se trata de un amigo al que se quiere de corazón. Pero, así fue la cosa. Lo que menos podía imaginar es que a Luismi se le acababa el tiempo, que la Parca lo estaba esperando y que se lo llevó, cruzando la laguna Estigia, de madrugada, cuando el sueño aprieta y no logra vencer a causa del calor.

Ahora me toca echar mano de los recuerdos, ligados a la música y a una bandera, la de España, que cubrió el féretro de su buena madre, Pilar, y que nos unió más si cabe en el dolor, en la ausencia que tanto desarraigo produce y en esa pasión, ese amor de toda la familia Lorenzo, por España y sus símbolos.

Luismi Lorenzo se ha ido al lado de Pilar y de Rogelio, sus padres, dejando un vacío enorme en Maika, su mujer, que no lo ha dejado solo ni un momento, que ha caminado por su calvario con pie firme, sin desfallecer, que ha travestido el dolor con una sonrisa que siempre se agradece para que nada en derredor denotara que el fatal desenlace estaba más cerca que lejos, pero no tanto. Y en su preciosa hija Ana de la que tan orgulloso estaba.

Quiero extender mi abrazo a toda su familia, a sus hermanos, Marava, Pilar y, sobre todo a Rogelio Lorenzo Roda, nuestro Rogelin. Y digo nuestro, porque Rogelio es patrimonio de Zamora, de su fútbol, de las tradiciones y costumbres mejores como esa de montar el belén, y no en sentido metafórico, en el enorme patio, medio andaluz medio castellano, de su preciosa casa donde tantas veces hemos celebrado la victoria de Cristo sobre la muerte, la Resurrección del Hijo de Dios, con el tradicional "dos y pingada" y todas las delicias que nos preparaba con cariño, ingrediente que siempre se nota, Marisa, la mujer de Rogelio.

Para mí y para cuantos le queremos siempre será Rogelin. Y a Rogelín le quiere todo el mundo porque es amigo de todos y enemigo de nadie. La madrugada del domingo se deshizo ese empate a dos que formaba la familia, dos chicos y dos chicas. Una familia envidiable, tremendamente unida que fue el soporte de Luismi en lo bueno y en lo malo, en las alegrías y las tristezas, en la salud y la enfermedad.

No tengo palabras para describir el dolor que siento, la rabia que me inunda por la injusticia de la muerte en la flor de la vida. No voy a decir el manido "donde quiera que estés…". porque las personas como tú, Luismi, sólo pueden estar en el cielo. Pero sí quiero que sepas que te echo de menos. Nos volveremos a encontrar. Que la tierra te sea leve, Luismi. En el aire suena Thalberg.

Suscríbete para seguir leyendo