Greguerías de verano

Homenaje al intelectual Ramón Gómez de la Serna

Ejemplares en una librería

Ejemplares en una librería / Fernando Bizerra

Agustín Ferrero

Agustín Ferrero

La luz es lo contrario a la oscuridad. El perfume lo opuesto al hedor. La antípoda del dolor es el gozo. La otra cara de la guerra es, sin duda, la paz. Son conceptos que todos tenemos asimilados, sobre los que es muy difícil que alguien pueda convencernos de lo contrario. Pero es que para interpretar estas conjeturas jugamos con ventaja porque son fácilmente diferenciables. Tan fáciles, como saber que tenemos que encender la luz, en lugar de apagarla, cuando nos levantamos a media noche para beber un vaso de agua.

Pero existen otras cábalas cuya definición no resulta tan clara, y en esos casos cabe recurrir a nuestros conocimientos o a dar rienda suelta a la imaginación. O a tomarnos las cosas de otra manera, acomodando su interpretación a nuestra forma de sentir, incluso dándoles forma de greguería.

"Para evitar el calor, los termómetros en verano deberían colocarse al revés", es una de las muchas greguerías de Ramón Gómez de la Serna, el gran creador de esa figura literaria que es el resultado de encajar con primor el humor y la metáfora. Dominando esa asociación de elementos no es difícil conseguir sentencias ingeniosas sin caer en el furor. Así que, ahora, con la canícula que estamos soportando, en medio de la crispación política y tantas sartas de mentiras y descalificaciones, no sería malo que, para nuestro relajo, nos diera por emplear con más frecuencia el sentido del humor, al menos durante lo que queda de verano. Y qué mejor que echar mano de algunas greguerías de Ramón, un intelectual que escribía de todo, desde ensayos a artículos periodísticos, pasando por obras teatrales, dejando siempre una impronta surrealista que todavía hoy se encuentra pendiente de ser igualada. No está mal la idea de Ramón de invertir la posición del termómetro y luego esperar a ver qué pasa. Aunque para mí también cabría decir que “mejor sería vaciarlo de mercurio, y escribir a mano la temperatura deseada”, que no deja de ser otra greguería.

"Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte", llegó a decir Ramón, a lo que a mí se me ocurre agregar "pero si no te conoces lo suficiente podrás ser agredido por ti mismo".

"El fotógrafo nos coloca en la postura más difícil para intentar que salgamos más naturales", dijo Ramón. A lo que yo añadiría "y el político nos descoloca lo más posible para que no se note que la foto le ha salido movida"

"Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte", llegó a decir Ramón, a lo que a mí se me ocurre agregar "pero si no te conoces lo suficiente podrás ser agredido por ti mismo".

Y así podríamos pasarnos el verano jugando a escribir greguerías, aunque, eso sí, siendo conscientes que por mucho que estrujemos el cerebro jamás llegaremos a acercarnos al maestro.

A propósito de sacar hoy a relucir la figura de este intelectual, me viene a la memoria la existencia en Madrid de una asociación cuya misión es la de perpetuar la figura de Ramon Gómez de la Serna. Recuerdo que hace unos cuantos años celebraba reuniones cerca de El Rastro, en un ateneo que no era precisamente el elitista de la calle del Prado. En ese tiempo gozaba de gran interés para un buen número de "ramonianos" una visita guiada por los lugares que frecuentaba en Madrid tan prolífico escritor y vanguardista periodista.

De vez en cuando se celebran exposiciones que ayudan a entenderlo mejor. Y de cuando en vez se dan ciclos de cursos o conferencias sobre su figura. En el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, ubicado en el Cuartel del Conde Duque, se encuentra expuesto uno de los despachos más emblemáticos que tuvo el autor. Ramón tiene una calle con su nombre, y una figura en piedra en Las Vistillas.

"Las croquetas deberían tener hueso para poder llevar la cuenta de las que comemos", es una greguería culinaria de Ramón que se separa bastante de lo que podría llegar a ser una estupidez; porque nadie es capaz de recordar cuantas ha engullido cuando llega a los postres. A la que se le podría añadir alguna de cosecha propia, como que "Las sandías deberían tener ruedas, para poder llevarnos a casa la más grande" , que tiene bastante sentido, sobre todo cuando nos encontramos en el huerto arrancándola de la mata.

Colaborador en la formación de la Segunda República, aunque tiempo después llegara a defraudarle, huye de los extremismos y se exilia a Buenos Aires en 1936, nada más comenzar la Guerra Civil Española, huyendo de la intransigencia fanática. Manifiesta su oposición al nazismo que amenaza a Europa. Defensor a ultranza del diálogo, está en desacuerdo con la violencia. Y es que según él "el español monologa hasta cuando conversa", lo que es contrario a su ideario y a su forma de ver las cosas. Esta última greguería sería de aplicación al debate mantenido hace unos días en televisión entre Sánchez y Feijóo, en el que no faltaron las mentiras y la intransigencia.

Pues eso, ideemos greguerías, o lo que es más fácil leamos algunas de las que llegó a escribir su "inventor", un hombre de la generación del novecentismo, mayoritariamente admirado, entre otros muchos por Ortega y Gasset.

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