Zamoreando

Cuidado con la siesta

Tiene sus beneficios, siempre que no supere los 15 o 30 minutos

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

No tengo por costumbre dormir la siesta. Aunque, debo confesar que en este tiempo, después de comer me entra ‘cingorria’ tal que me resulta casi imposible vencerla si no doy unas cabezadas. No sé por qué siempre me ha dado por pensar que la cama quita tiempo a la vida. Ya tenemos la noche para desquitarnos del cansancio del día. Durmiendo lo suficiente en horario nocturno, entre siete y nueve horas, y descansando adecuadamente, bien podemos saltarnos la hora de la siesta que, para más inri, no debe llegar a tanto.

No seré yo quien diga que la siesta no tiene sus beneficios, siempre y cuando no superen los 15 o 30 minutos. Si se trata de un duerme-vela se puede llevar a cabo, pero si el ‘siestero’ se pone de lleno en los brazos de Morfeo, la cosa cambia. Dicen los expertos que las siestas de 15 o 30 minutos a lo sumo, ayudan a mejorar el ánimo, aumentar la vitalidad o bajar la presión arterial amén de reducir el estrés cardiaco. Eso en cuanto a los pros, porque los contras son dignos de tener en cuenta. Expertos de la Universidad estadounidense de Harvard alertan que hacer muchas siestas pequeñas a lo largo del día o una gran siesta después de comer puede indicar algún problema de salud grave.

Las siestas diarias largas, de unos 90 minutos, no son saludables puesto que se relacionan con más riesgo de accidentes cerebrovasculares, del temido ictus. Las siestas de más de dos horas se vinculan con más riesgo de demencia, aunque no sé hasta qué punto esto es así. Lo que sí sé es que hay que dormir bien por la noche y que, no obstante, hay enfermedades que lo impiden como la apnea obstructiva del sueño, la depresión, el dolor crónico, el síndrome de las piernas cansadas o la vejiga hiperactiva. En cuanto a las enfermedades que provocan sueño de día, podemos considerar la obesidad, la narcolepsia, anemia, falta de vitamina D y vitamina B12, el hipotiroidismo y la presión arterial baja.

Para evitar las siestas muy largas, tenemos que averiguar si existe alguna enfermedad detrás y tratarla de la forma adecuada. Seguir una dieta equilibrada, hacer ejercicio moderado y llevar una correcta higiene del sueño forma parte de los hábitos saludables para tener un descanso reparador durante la noche y evitar las siestas largas durante el día. Da miedo pensar en lo que pueden ocasionar, aunque no esté del todo demostrado científicamente. Lo cierto es que cuando el río suena, agua lleva. Así que, cuidado, mucho cuidado con la siesta. Nos puede ir la salud en ello.

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