Zamora debe reivindicar su papel en el Corredor Atlántico

ENCUENTRO SOBRE EL CORREDOR ATLANTICO NOROESTE DENOMINADO "UNA ESTRATEGIA CONJUNTA PARA UN PROYECTO COMUN ", CELEBRADO EN EL PALACIO DE CONGRESOS Y EXPOSICIONES DE SANTIAGO DE COMPOSTELA, CON LA PRESENCIA DE LOS PRESIDENTES DE LA XUNTA DE GALICIA, ALFONSO RUEDA (C); DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIAN BARBON (I), Y DE LA JUNTA DE CASTILLA Y LEON, ALFONSO FERNANDEZ MAÑUECO (D).

ENCUENTRO SOBRE EL CORREDOR ATLANTICO NOROESTE DENOMINADO "UNA ESTRATEGIA CONJUNTA PARA UN PROYECTO COMUN ", CELEBRADO EN EL PALACIO DE CONGRESOS Y EXPOSICIONES DE SANTIAGO DE COMPOSTELA, CON LA PRESENCIA DE LOS PRESIDENTES DE LA XUNTA DE GALICIA, ALFONSO RUEDA (C); DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIAN BARBON (I), Y DE LA JUNTA DE CASTILLA Y LEON, ALFONSO FERNANDEZ MAÑUECO (D). / XOAN ALVAREZ

Editorial

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A medida que el denominado “Corredor Atlántico” va sumando acciones y define su trazado definitivo, más meridiano queda que el papel que jugó Castilla y León en triunvirato con Asturias y Galicia se disuelve en favor de un protagonismo indiscutible de la Cornisa Cantábrica. No digamos ya el papelón de la provincia de Zamora, prácticamente descolgada desde el principio. Los representantes empresariales zamoranos que acudieron a las primeras reuniones sobre el Corredor las abandonaron tras comprobarlo de primera mano.

La macrorregión atlántica lanzada desde Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco encuentra ecos de bienvenida en el norte de Portugal y en la Aquitania francesa. La mano tendida del Ejecutivo vasco moviliza, de hecho, a la zona francesa, con la que forma eurorregión, además de Navarra. Esta última es miembro de la Comisión del Arco Atlántico desde 1996.

Mientras que desde el Gobierno central se deshacen en parabienes sobre los múltiples beneficios que el Corredor Atlántico tendrán sobre las nueve provincias de Castilla y León, el mapa parece pintar otra realidad muy distinta. De la “fiesta” atlántica se ha acabado descolgando la Junta que, desde el martes pasado, cuando el presidente Mañueco acusaba de querer “enfrentar y dividir” a los que, como los representantes leonesistas, echaban ya de menos una presencia más activa de la autonomía, y en concreto de León, que era la mejor posicionada, hemos pasado a la crítica generalizada.

En la anunciada ronda de conversaciones con agentes sociales e instituciones, Zamora debe poner sus cartas sobre la mesa, porque cumple con requisitos suficientes como para figurar en el mapa definitivo

La guinda de un pastel de pesada digestión para el futuro de zonas del oeste como Zamora la puso el jueves el portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo, cuando textualmente expresó que la provincia zamorana ha sido “preterida” en la cuestión. La definición de la RAE deja clara la consideración hacia la provincia zamorana en toda la cuestión: “hacer caso omiso de algo o de alguien”. En castellano claro, Zamora poco contaba al principio y definitivamente pinta ahora menos que nada, cuando el Corredor del Atlántico quiere echar a correr e incluso el Gobierno central ha nombrado un comisario encargado de celebrar esas eternas reuniones que suelen venir al pelo para retrasar cuestiones que queman demasiado cuando se acerca el calendario electoral.

La “preterida” Zamora solo figura en el mapa conocido en esta última semana con el ramal del AVE, solo para viajeros y con vía única. Las obras para la colocación de la vía doble, lo que posibilita incrementar el tráfico de trenes, sí están previstas en el límite con Orense, pero no desde la frontera provincial hasta Olmedo, en Valladolid.

Las obras de la alta velocidad ejecutadas cuentan con la plataforma que permitiría tal desdoblamiento, pero no hay noticia alguna de tal inversión por parte del Ministerio de Transportes.

Respecto a la conexión ferroviaria con el Norte de Portugal, solo se contempla el paso desde Aveiro por la frontera a la altura de Salamanca. Ni mención de la propuesta de Braganza con un trazado más rápido y menos costoso.

Hace décadas que los trenes de mercancías se convirtieron en “rara avis” en las vías de Zamora, las mismas de la decadencia vivida por el ferrocarril en una provincia que, en su momento, fue puntera. Nunca se llegó a electrificar y se fueron abandonando instalaciones y servicios hasta el resurgir con el AVE.

Las mercancías circulan por circuitos más largos y de peores tiempos. No se trata de meras palabras. En marzo de 2001 el desplome de un puente del ferrocarril en Veguellina de Órbigo (León) obligó a recuperar provisionalmente la línea entre Orense y Zamora para el tránsito de mercancías por tren del trayecto entre Galicia y Madrid. En aquel entonces llegaron a pasar por la estación zamorana hasta 35 convoyes diarios. Llegaban antes a su destino que por Ponferrada, que es la ruta habitual y que se mantiene. En 2010, el Ministerio de Fomento, entonces, llegó a plantearse recuperar el tráfico por Zamora. Nunca se llevó a cabo.

Tampoco menciona el Corredor Atlántico el tren Ruta de la Plata del que, hace unas semanas, se anunciaba la realización de un estudio para su recuperación. De esa línea, única alternativa a la saturada autovía en el oeste de la Península Ibérica, se siguen arrancando los raíles: la última semana en Salamanca, con la consiguiente protesta de las asociaciones ferroviarias.

Tampoco quedamos mejor en el mapa de carreteras. Ni siquiera el hecho de que Benavente cuente con un Centro Logístico que crece con buena salud, que se ubique en el cruce de las autovías que comunican Madrid con Galicia y Asturias, han resultado méritos suficientes para ser incluido en el Corredor Atlántico como lo que debería ser: un nodo prioritario en el tránsito de mercancías. Desconcierta este hecho frente a los anuncios y aprobaciones millonarias para desarrollar polígonos industriales como el Puerta del Noroeste. Claro que las cantidades nada tienen que ver con ese montante de 1.500 millones, en su mayoría procedentes de los fondos de recuperación de la UE, que está previsto invertir en el mencionado pasillo, en el que la provincia ha sido ignorada.

Zamora no quiere vivir de subsidios ni de subvenciones, sino herramientas con las que abrirse camino en el futuro. Ello requiere que las administraciones responsables aporten su granito de arena. ¿De qué sirven las inversiones si no se las dota de mecanismos reales para su rentabilidad? Cuando se diseñan las grandes infraestructuras con las que se quiere acabar con el centralismo y dar igualdad de oportunidades frente a los más desarrollados del Corredor del Mediterráneo no cabe la miopía ni el desprecio hacia los que están más atrás. Porque entonces ya sobran todas las teorías y discursos de lucha contra la despoblación y la búsqueda del reequilibrio territorial.

En la anunciada ronda de conversaciones con agentes sociales e instituciones, Zamora debe poner sus cartas sobre la mesa, porque cumple con requisitos suficientes como para figurar en el mapa definitivo. Alguien debe alzar la voz para defender intereses legítimos y dejar de ser los “preteridos”.

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