Zamoreando

Un hombre especial

Basta ya de intentar abolir lo que está bien hecho

UN PADRE JUEGA CON SU HIJA EN EL PARQUE.

UN PADRE JUEGA CON SU HIJA EN EL PARQUE. / JESUS DE ARCOS

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Soy consciente de que tener hijos no convierte a un hombre en padre, del mismo modo que tener un piano no convierte a nadie en pianista o lo que es igual, todo hombre que así lo quiera puede ser padre, pero ser papá es algo bien diferente. Para ser papá, hay que ser muy, muy especial. De la noche a la mañana no se puede realizar un borrado del hombre, como no se puede realizar un borrado del Día del Padre, tan arraigado en España, por lo menos desde 1948. El día de los padres o, mejor, de los papás, está vinculado a una mujer, la tabaresa Manuela Vicente Ferrero, conocida por su seudónimo literario de Nely, maestra de la escuela del Barrio de Belmonte, situada en la madrileña Dehesa de la Villa, un barrio pobre de los suburbios.

Empujada por los padres de sus alumnas, para poder contar con un día a ellos dedicado, organizó una misa, un festival infantil y ayudó a sus alumnos a preparar algunas manualidades para regalar a sus padres. La fecha elegida fue un 19 de marzo, día de San José. Manuela consideraba a San José un modelo de padre, sacrificado, humilde y trabajador. La iniciativa se fue difundiendo años más tarde por diferentes medios de comunicación, como El Correo de Zamora y El Magisterio Español. En sus artículos, Nely hablaba de la importancia espiritual de los regalos, no de su valor material y económico. Por ahí se debe enfocar.

Los padres, nuestros padres lo son, aún sin estar entre nosotros. Yo hablo del hombre-padre, no del hombre-energúmeno. Y a los padres nadie, por muy maestra que sea también, puede hacerlos invisibles

Por esas y otras muchas razones, nadie puede venir al cabo de casi ochenta años a suprimir día tan emotivo y entrañable, inventándose nuevas nomenclaturas, como ‘día de los hombres especiales’. Los padres, nuestros padres lo son, aún sin estar entre nosotros. Yo hablo del hombre-padre, no del hombre-energúmeno. Y a los padres nadie, por muy maestra que sea también, puede hacerles invisibles, sustrayéndoles un día que ha echado raíces profundas entre las tradiciones mejores de los españoles.

Este año he echado de menos la tradicional campaña de El Corte Inglés que junto a Galerías Preciados, y no por este orden, fueron los primeros en dotar de carácter comercial tan señalado día. No quiero pensar que los grandes almacenes españoles, con cierta cobardía, hayan sucumbido a la bobada esa de la profesora de Jerez que aconseja cambiar el ‘Día del Padre’, por el ‘Día de la persona especial’. Que busquen otro día para esas personas que la maestra en cuestión entiende como especiales. Basta ya de intentar abolir lo que está bien hecho. Si esas personas no se pueden adaptar a lo ya establecido que se cree un día específico para ellos coincidiendo con lo que al último o la última iluminada de turno le venga en gana.

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