Derechos Humanos, utopía del siglo XXI

Debemos revisar nuestros valores y principios, sensibilizándonos con las necesidades de otras personas

Un grupo de personas participa en una manifestación en defensa de los Derechos Humanos de los saharauis

Un grupo de personas participa en una manifestación en defensa de los Derechos Humanos de los saharauis / Carlos Luján - Europa Press

Francisco José Alonso

Francisco José Alonso

Un año más conmemoramos el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que se firmó el 10 de diciembre de 1948 en Paris. La realidad mundial hoy, está marcada por tres grandes tendencias, la implantación de políticas neoliberales o populistas en todo el mundo, es decir, la globalización de la economía capitalista o las soluciones simplificadoras de los populismos; la instauración de la cultura del individualismo y el aumento de los conflictos de todo tipo, cuyas resoluciones son continuamente aplazadas.

En cuanto a la globalización, solo mencionaré los desequilibrios que genera: el diferencial de ingresos entre la quinta parte más rica del mundo y la quinta más pobre se ha ensanchado desde una proporción de 30 a 1 en 1960, hasta el 76 a 1 en la actualidad. En conjunto, el 54% de los 8.000 millones de habitantes del planeta vive con unos ingresos diarios inferiores a dos dólares. Más de 1.000 millones de personas duermen diariamente con hambre.

No puede haber libertad de expresión para la mentira y menos para el insulto. Ni tampoco puede haber silencios cómplices

Los gobiernos de las economías desarrolladas no están exentos de responsabilidad y son los que tienen la obligación moral y práctica de buscar soluciones, para proporcionar acceso a alimentos, agua potable, servicios de saneamiento, educación y atención sanitaria básicas a poblaciones en crecimiento, especialmente a los pobres, al tiempo que proteger su medio ambiente. Aunque los gobiernos de los países más pobres tienen mucho que ver en el actual estado de su situación (corrupción, violencia física, gastos en armamento, nepotismo etc.).

¿Qué podemos hacer nosotros como individuos ante la magnitud de los problemas que afectan a una gran parte de la Humanidad? Creo que debemos revisar nuestros valores y principios, sensibilizándonos con las necesidades de otras personas, y no sólo preocuparnos de las propias.

Desde nuestro punto de vista, podemos decir que una de las consecuencias más graves de la globalización es la destrucción de lo colectivo, generando mecanismos de competencia generalizada, trayendo consigo el predominio del individuo en perjuicio del grupo social.

Hoy el insulto y la difamación es lo habitual, el diálogo sosegado ha desaparecido. No puede haber libertad de expresión para la mentira y menos para el insulto. Ni tampoco puede haber silencios cómplices.

Nunca ha habido en el mundo tanta facilidad para crear y acumular riqueza, y nunca en toda la historia de la humanidad ha habido tantos millones de personas excluidas de una vida digna

Frente a esta tendencia, defendemos y apoyamos propuestas alternativas en el plano de la economía que pueda acabar con estas situaciones de desigualdad, con programas en que todos los seres humanos tengamos las necesidades básicas cubiertas, al margen de su condición social, laboral, económica, sexual, cultural o política. Teniendo en cuenta que la humanidad posee actualmente mecanismos técnicos y económicos para acabar con las grandes lacras del hambre y la desigualdad, debemos entender que la no resolución de estos conflictos supone la falta de interés político.

Los Derechos Humanos deben convertirse en una actitud moral y social de convivencia, de tolerancia, de fraternidad, sino también en el punto de referencia básico de todas las políticas económicas, medioambientales, sociales, culturales e internacionales. En este sentido el Premio Novel José Saramago decía “Los Derechos Humanos deberían convertirse en la utopía del siglo XXI”

Nunca ha habido en el mundo tanta facilidad para crear y acumular riqueza, y nunca en toda la historia de la humanidad ha habido tantos millones de personas excluidas de una vida digna.

En términos generales, los Derechos Humanos reconocidos por la Declaración Universal, se dividen en: derechos civiles y políticos, derechos económicos y derechos sociales y culturales. Todos se derivan en tres grandes valores, que son: la seguridad, la libertad y la igualdad.

Los derechos civiles y políticos principiarían con el derecho a la vida, la libertad y la seguridad de nuestra persona. No debemos vivir sometidos a esclavitud o ser castigados en forma inhumana degradante o ser torturado. Todos debemos ser iguales ante la Ley. No debemos ser encarcelados o exiliados por capricho de alguna persona o Autoridad.

Los derechos económicos, sociales y culturales, son los que incluyen el derecho al trabajo, el de libre elección del trabajo, las condiciones de trabajo equitativas, satisfactorias y a la protección contra el desempleo. Todo hombre o mujer ha de tener derecho a igual salario si desempeñan un trabajo igual Todos hemos de tener derecho al descanso y al tiempo libre, también tenemos derecho a un nivel de vida adecuado, lo que se traduce en suficiente alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica, servicios sociales y Seguridad Social.

“Los Derechos Humanos sirven para hacernos ciudadanos libres, para unir voluntades y no para imponer las propias.” Un poeta Alan Pipo suele decir “lo grande siempre nace pequeñito” eso es lo que acontece con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

“Hoy estamos admitiendo injusticias por parte de Instituciones y Gobiernos”. cada vez son más grandes, que están llevando a la creación de Gobierno Autoritarios.

(* ) Presidente Liga Española Pro Derechos Humanos y Federación Internacional Pro Derechos Humanos-España (para conmemoración de los DD. HH 2022)

Suscríbete para seguir leyendo