La Opinión de Zamora

La Opinión de Zamora

Donaciano Bartolomé

Identidades zamoranas

Donaciano Bartolomé

Emocionante

Lecturas y cultura en el rincón sayagués de La Cernecina

RUTAS A PIE POR TIERRAS DE ZAMORA , A LA RAYA DE LAS DEHESAS DESDE LA CERNECINA , SAYAGO , CRUCERO ERMITA JAVIER SAINZ

Recibo una llamada telefónica por parte de una persona desconocida que resulta ser de una mujer relativamente joven. Había leído en La Opinión la aparición de un libro que lleva por título el de esta columna, identidades zamoranas y cuya autoría por cortesía de este periódico y Semuret me corresponde. Su madre de 85 años de edad, vive en el pueblecico, si así se puede llamar ese rincón difícil de encontrar, que se halla en Sayago, en las cercanías de Pereruela y a unos 20 kilómetros de Zamora capital. La Cernecina de 12 habitantes según censo de 2016, y que es nombrado en diversa documentación desde muy antiguo. En la Edad Media quedó integrado en el Reino de León, época en que habría sido repoblado por sus monarcas en el contexto de las repoblaciones llevadas a cabo en Sayago. Posteriormente, en la Edad Moderna, La Cernecina estuvo integrado en el partido de Sayago. Al reestructurarse las provincias y crearse las actuales en 1833, la localidad se mantuvo en la provincia zamorana.

Actualmente pertenece al ayuntamiento de Pereruela. Los bailes en La Cernecina se han celebrado tradicionalmente a los sones de la flauta de tres agujeros también conocida como chifla o gaita charra y el tamboril.

Proporcionar a los padres mayores, lecturas de libros de la tierra, de cultura, la suscripción al periódico, por ejemplo, es darles muchas alegrías, salud, compañía...

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A nuestra dama, en la quietud de su casa le gusta leer todo lo relativo a Zamora y por supuesto estas páginas recientemente publicadas. Su pregunta es dónde puede adquirir el libro. Emocionado con el relato, contesto que iré a conocer a su madre y a dedicarle la obra.

Y un buen día cumplo mi promesa. Aún en los mapas de Zamora aparece la localización del pueblo pero en pequeño. A pesar de todo hay un desvío a unos kilómetros de Pereruela, dirección Bermillo de Sayago y que dice a Malillos, pero no a Cernecina. Mi sorpresa y era un día apacible y las 6 de tarde es que no veo a nadie en sus calles y llamando a muchas puertas están cerradas.

Al fin, a la segunda vuelta, diviso a un matrimonio. Con mucha amabilidad me acompañan. Mientras tanto he visto que el pueblo por su aislamiento o tal vez a pesar de ello, es bello, bien cuidado, casas de nuevas construcción con jardines. No hay ruidos, ni siquiera de teléfonos porque constato que no llega señal alguna. Tampoco construcciones estridentes, ni siquiera múltiples edificios abandonados. Tampoco palacios, ni bienes de interés artístico, visitable o cultural. Tuve la sensación de sentirme trasladado a otro mundo, lejos, lejos, lejos de la Zamora capital y de su Ayuntamiento. Esta sensación aumentó cuando queriendo continuar viaje buscando la carretera que une Zamora con Almeida y divisando el pueblo de Mogatar distante unos dos kilómetros se me informó que solo había un camino en mal estado para tractores. Y me dije, estos habitantes no son tributarios de la Diputación, ni del ayuntamiento que en cuestión de caminos vecinales algo tiene que decir y sobre todo, hacer. Dos kilómetros les separan de una buena carretera. Así que tuve que hacer un rodeo para ir a Fresno de Sayago pasando por Piñuel y Torrefrades. Luego dirán que se consume mucho combustible y se provocan accidentes. Dicho esto me emocionó encontrar a una señora de 85 años con muchos libros de Zamora sobre la mesa y leyendo. No es matar el tiempo, es conocer nuestra tierra, sus historias, tradiciones, costumbres, valores, identidades. Ser culta aunque se viva en uno pequeño rincón que parece se quedó anclado en otros tiempos. Y me emocionó su hija, a quien no he conocido, ni pude hablar por falta de cobertura que se preocupa por ilustrar a su madre, proporcionales buenas lectura, distracción, entretenimiento.

No pocas veces he escrito que proporcionar a los padres mayores, lecturas de libros de la tierra, de cultura, la suscripción al periódico, por ejemplo, es darles muchas alegrías, salud, compañía, materia de conversación, desaislarles de su soledad y dicen los médicos que les alejan de pensar en dolencias. Me recordó esta hija a mí mismo. Lo hice con mis suegros cuantos años pude para que cada mañana les llegara, primero El Correo y, luego, La Opinión de Zamora. Es una forma de vivir la provincia, la comunidad, España y el mundo entero, aunque se habite en La Cernecina. Y luego la madre me contó, como todas las madres cuando se las escucha con atención e interés, lo orgullosa qu estaba con sus hijos, todos con carrera, a pesar de haber nacido en un pequeño lugar de la llamada y convertida en Zamora vaciada , que por otra parte ha llenado de grandes personas nuestra sociedad y guarda verdaderos tesoros de vidas modélicas, ejemplares como este de hija y madre que viven y se desviven en atenciones.

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