Hace unos cuantos años cuando se prometió levantar allí un palacio de congresos, porque las demás provincias de la comunidad autónoma ya tenían el suyo, los zamoranos llegaron a creérselo, a pesar de la racha de decepciones por la que habían pasado en la cosa de los incumplimientos de las administraciones, ya fueran prometidos en campañas electorales o en esos arranques que tienen los políticos para buscar publicidad gratuita sin importarles el daño que causan las decepciones. Más tarde empezaron las obras y se hizo un enorme agujero que empezó a llenarse con una cimentación que nunca llegó a completarse. Y ahí terminó la historia, una más de las que suelen acontecer por estos pagos. De manera que allí y ahora solo existe un enorme agujero protegido con una valla metálica que estropea el entorno ya que reduce el ancho de la calle que lo rodea.

Con el paso de los años, concretamente en julio del año pasado, al presidente Herrera y al alcalde Guarido se les debió encender la luz de los incumplimientos a los que, a veces, obliga la conciencia, y acordaron sustituir el fallido palacio de congresos por dos edificios que serían dotaciones para la ciudad, uno para el conservatorio de música y otro para un centro cívico, dándose un plazo de 35 meses para la ejecución de las obras. Ha transcurrido un año desde entonces y si se acercan ustedes por allí - como hice yo hace unos días, cuando fui a recoger los ajos a la avenida de las Tres Cruces, que queda relativamente cerca - podrán observar que, de momento, nada ha cambiado, porque por no haber no existe ni ese letrero que suele ponerse indicando que es lo que se va a construir y quien lo patrocina, promociona o financia. Tampoco se ha molestado ninguna de las dos instituciones en informar cómo se encuentra el desarrollo del proyecto, si es que ha llegado a ponerse en marcha. No se oyen ruidos de grúas, ni de camiones, ni grupos de jubilados vigilando las obras, o sea, unos síntomas similares a los que la ciudad ha padecido en otras ocasiones, lo que hace pensar que las dotaciones prometidas empiezan a parecerse a unos fuegos de artificio, más que otra cosa, como esos que se queman el ultimo día de las Fiestas de san Pedro, que empiezan en Los Pelambres, a las 23 horas, y en unos pocos minutos sobrevuelan el ancho del río, desapareciendo rápidamente hasta el año siguiente.

Ha pasado ya un año, un tercio del plazo prometido. A ambos dignatarios les queda menos de un año de mandato. De manera que si en ese plazo de tiempo el proyecto no llega a materializarse pasará a formar parte del almacén de las promesas incumplidas y el agujero continuará apareciendo vacío de realidades. De manera que viene a cuento aquello que escribiera el infante Don Juan Manuel en su libro sobre "El Conde Lucanor": "Por sus dichos y hechos puedes conocer / lo que el mancebo llegará a ser".

Poco cabe esperar de Herrera, porque él mismo ha dicho que se va de la política, pero si Guarido tiene la intención de continuar optando a la alcaldía debería empezar a moverse, a cumplir lo que ha prometido, porque, no cabe duda que la gente lo tendrá en cuenta en las próximas elecciones. Porque lo de liquidar las deudas con los bancos, indemnizar a la empresa que, en connivencia con aquel ayuntamiento del PP, estuvo a punto de endiñar a la ciudad unos solares con sobreprecio, y lo de pagar los honorarios de determinado arquitecto son cosas que están bien, pero eso no se nota en el día a día de la ciudad, si acaso en el balance económico del Ayuntamiento, en ese que interesa que los números aparezcan verdes en lugar de rojos, pero eso no contribuye en absoluto a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Los ajos continuarán secándose, porque este año, con eso de que ha llovido "como Dios manda" han venido un poco verdes, y necesitan un poco más de tiempo. Más pronto que tarde llegará el momento de disfrutarlos en nuestros guisos y asados, pero lo del conservatorio y el centro cívico está tan verde que no se sabe cuántas cosechas de ajos tendrán que pasar para poder verlo. Pues eso, que como hoy me ha dado por el "Conde Lucanor": "Juzgar por las obras, no por la apariencia / en esto consiste del vivir la ciencia".