Después de varios intentos de amagar y no dar parece que ahora el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, sí que está dispuesto a dejar el cargo, en el que ha batido récords, según al menos se viene rumoreando insistentemente no solo en la región sino en todo el país pues se cree saber o se supone al menos que ya tiene notificada a Rajoy su determinación, que se llevaría a efecto dentro de unos meses, después del verano, y una vez celebrados los congresos provinciales y regionales del PP en el que, ahí sí, Herrera mantendría la presidencia, aun renunciando a la Junta.

Lo que a su vez abriría el jugoso melón de la sucesión a dedo para la que ya han surgido varios nombres. Echando ligeramente la vista atrás resulta bastante evidente que Herrera lleva ya un tiempo largo queriendo dejarlo. Parece ser, según se ha dicho siempre, que la jugada estaba prevista, y que incluso la sucesión estaba ya perfilada del todo y tenía un nombre concreto: el de la exvicepresidenta de la Junta, Rosa Valdeón. Pero la condena del TSJ por el positivo de alcoholemia en un control de la Guardia Civil dio al traste con la carrera política, más larga que brillante, de la exalcaldesa de Zamora que por la ciudad pasó con bastante más pena que gloria. Así que el presidente vuelve a mirar alrededor.

Pero tampoco tiene tanto donde elegir, de modo que las cábalas ponen el foco en que, de confirmarse la probabilidad, serían dos alcaldes de la comunidad los posibles sucesores. Uno, el regidor municipal de León, Silván, y otro el de Salamanca, Mañueco, que es además secretario general del PP en la región, lo que le haría parecer como claro favorito. Ambos llevan muchos años, siempre, trabajando con Herrera, han sido consejeros de la Junta, y son diputados regionales, consideración esta que se estima necesaria y que no reúnen otros nombres que suenan, y que vendrían impuestos o sugeridos desde la cúpula nacional del PP y contarían con la bendición de Rajoy, un privilegio del que carecen de entrada los otros nombres que desde Valladolid se comienzan a citar.

Especulaciones y solo eso, pero con cierta base, aunque ni Herrera ni el partido se pronuncien, fiando el futuro inmediato a los próximos congresos pendientes, en los que puede haber cambios importantes que afecten a los organigramas. El tema siempre polémico y objeto de debate en el PP, junto al referido a la falta de democracia interna, ha sido y es el asunto de las incompatibilidades dada la enorme e inexplicable acumulación de cargos que en sus filas se produce pese a que los efectos suelen ser en su mayor parte más negativos que prácticos. Los casos más visibles ahora son los de Cospedal y Maíllo, números dos y tres del partido, cuyos estatutos, sin embargo, no han sido reformados, lo que ha supuesto la sombra del pucherazo en el reciente encuentro nacional del PP.

De cualquier manera todo dependerá de si se produce la marcha de Herrera, que siempre parece que se va pero que nunca se acaba de ir. Y puede que no sea este el momento más propicio precisamente teniendo en cuenta que gobierna en igualdad de votos con la oposición y sostenido por Ciudadanos.