La Fiscalía Anticorrupción ha hablado sentenciando que el saqueo de los ERE dejó sin ayudas a 120.000 trabajadores. Una canallada. El caso de los Ere en Andalucía dejó con el culo al aire a miles de personas afectadas por expedientes de regulación de empleo, mientras que amigos, familiares, conocidos y la propia Junta andaluza se beneficiaban del llamado "fondo de reptiles" que los tenía de todas las longitudes y calibres. Según la Fiscalía, en la década 2000-2010, 741 millones de euros se perdieron vaya usted a saber en qué cajones, en qué cuentas corrientes y en qué bolsillos. Bueno, en realidad sí se sabe, de hecho Anticorrupción ha puesto nombres a quienes manejaron aquella auténtica pasta gansa que el viento de la corrupción se llevó. En aquella década ominosa, bastaba con marcar el teléfono móvil del entonces director general de Empleo, Javier Guerrero, para ser agraciado con el gordo de una subvención millonaria o multimillonaria dependiendo del grado de interés que suscitara o tuviera la empresa solicitante. Sin olvidar municipios gobernados por IU y PA beneficiados en el reparto.

A este señor, ahora señalado, poco le importaban las cientos de empresas y los miles de empleados, hasta 120.000, que fueron abandonados a su mala suerte por la Junta de Andalucía. Empresas y trabajadores que ni siquiera tuvieron la opción de solicitar alguna de las ayudas porque, simple y llanamente, ni existían convocatorias públicas ni procedimiento alguno que garantizara la igualdad de oportunidades. En aquellos años de auténtico saqueo, en aquellos años marcados por la malversación constante de fondos públicos con los que los dirigentes del Psoe andaluz se aseguraban el poder, hubo en Andalucía 9.461 empresas que presentaron expediente de regulación de empleo y, exactamente, 120.829 trabajadores que se vieron afectados por aquellos expedientes. Tamaña corrupción se produjo durante años y más años. Se sabía, se denunciaba, pero nunca pasaba nada. Es que el PSOE tenía la hegemonía en Andalucía.

Por eso, en la necesaria labor de introspección que deben hacer todos los líderes políticos, el PSOE no puede ni debe olvidar aquella oprobiosa etapa que todavía colea en el imaginario colectivo de los andaluces de bien y en el expediente, no tan impoluto como pretenden hacernos creer, de un partido cuyo santo y seña era la honradez. Se da la circunstancia de que las pocas empresas que recibieron subvenciones no fueron necesariamente compañías en situación de crisis como tantas veces se ha demostrado. Ese capítulo todavía no se ha cerrado. Todavía quedan algunas páginas sueltas y fundadas sospechas de que hay quienes siguen haciendo de su capa un sayo. Las acusaciones que se lanzan los políticos, sobre todo en campaña, a veces tienen trayectoria de bumerang. Así y todo hay quienes se atreven a lanzar la primera piedra. Esa es la España que tiene que pasar al capítulo menos edificante de la historia.