M ientras aquí algunos tras los resultados electorales del 24-M siguen dedicados todavía, erre que erre, a pasear el fantasma del caos y la ingobernabilidad, y Europa se preocupa tan solo de la economía y el desarrollo, lo que está muy bien pero no es suficiente, existe en el mundo un peligro mayor y ya muy real que cada vez se acerca más en un avance rápido regado por la sangre de sus muchas víctimas.

Pasa desapercibida o casi la noticia, en el fragor de la lucha política mantenida en las últimas fechas para hacerse con el poder, pero el hecho es que el Estado Islamista, los fanáticos yihadistas del Islam, se encuentran ya cerca de las puertas de Turquía, que es tanto como decir del continente europeo. Han establecido cabezas de puente en Siria, conquistadas algunas de sus principales ciudades o puntos estratégicos, lo mismo que en Irak, y prosiguen una marcha inquietante por demás.

Especialmente preocupante en España, país marcado por el islamismo en base a razones históricas y a sucesos actuales. El ministro de Defensa acaba de advertirlo. No hace falta recordar el triste balance de aquel terrible 11-M en Madrid, ni las reivindicaciones islamistas, por surrealistas que resulten, de la España árabe de hace tantos siglos pero cuyas huellas presentes están aun. Con el fanatismo y la guerra santa todas las precauciones son pocas y es seguro que los servicios de seguridad, como ya se ha reiterado en ocasiones desde el Gobierno de la nación, prestan especial atención a un riesgo potencial que no se disipa sino que va a más, pese a las actuaciones del mundo occidental y pro occidental.

Parece que yihadistas de todo el orbe se están dado cita en ese supuesto Estado Islámico, que se toma muy en serio, con terrible crueldad, aquello que va conquistando por las armas, aunque ese territorio conquistado no sea más que un desierto. Sus vídeos con ejecuciones de periodistas extranjeros o de los cristianos que encuentran en su camino son una amenaza para la civilización. Turquía, país musulmán laico y el más moderno y occidental, es su objetivo siguiente. Aunque esa es ya otra historia, una utopía para los terroristas, aunque su guerra sea solo la embocada, la guerrilla, el atentado, con todo lo cual pueden hacer mucho daño pero nunca irán a más.

En cualquier caso, y con mucha financiación por detrás y miles de voluntarios alistados en la propagación yihadista por las armas, llama la atención la organización de que están haciendo gala tratando de colonizar para el mundo del Islam los territorios que van ocupando. Llevan consigo sus propios líderes religiosos, sus profesores, y hasta moneda propia que van imponiendo allá por donde pasan y arrasan a sangre y fuego en su siniestra cruzada, que tan lejana se ve pero que nada lejos está.

De ahí, de donde están, no van a pasar, pero el riesgo se hace evidente y la Unión Europea toma medidas de cara a esa peligrosa vecindad. En realidad, el EI durará lo que se quiera que dure y nada más, al menos como tal organización. Para ello será necesario no ignorar sino reconocer la situación surgida y unificar criterios de acción conjunta capaz de frenar y poner fin al terrorismo islamista.