Mientras la Diputación sorprendía hace poco a los zamoranos con un importante incremento del capítulo de inversiones para el presente año, lo cual resulta más que necesario dado el abandono que se observa en la provincia, el Ayuntamiento de la capital sorprende ahora por todo lo contrario, por haber reducido a la mitad, exactamente, su capítulo de inversiones, que de los dieciocho millones de euros del último ejercicio pasan a ser sólo nueve.

No son unos malos presupuestos, sin embargo, dado que la tasa de endeudamiento del municipio, con las amortizaciones previstas para este año, se sitúan en el 57 por ciento, bastante lejos de situaciones anteriores, y dado que, en general, se atienden, en mayor o menor medida, todas las partidas y todas la áreas municipales. Eso sí: digan lo que quieran los del equipo de gobierno del Ayuntamiento se está muy lejos de cumplir el programa electoral y todas las circunstancias remiten a que se llegará al año próximo, a las próximas elecciones, sin haberlo cumplido, con grandes retrasos acumulados. Lo más que se conseguirá es poner en marcha algunas obras todavía pendientes.

Es el caso, por ejemplo, del museo de Baltasar Lobo y del nuevo puente, los proyectos más emblemáticos y que más tiempo llevan arrastrándose. Pero no resulta suficiente ni siquiera si, en efecto, se comienzan los trabajos durante este ejercicio, lo cual aunque anunciado es dudoso que se convierta en realidad. Baste con observar cómo al nuevo puente sobre el Duero se destinan únicamente 250.000 euros. Hay otros proyectos para este año, aparte las obras que ya se ejecutan en el centro de la ciudad, como la nueva piscina municipal o el nuevo aparcamiento subterráneo, más factibles de llevarse a cabo, pero en general la reducción de inversiones se va a notar a todos los efectos.

La sensación que el asunto parece ofrecer es que el equipo de gobierno del Ayuntamiento ha preparado unos presupuestos terminales, de fin de una época, una especie de testamento para ser llevado a cabo luego por quienes les sucedan al frente de la gestión municipal, en especial si son de su partido como lógicamente desearán e intentarán lograr. Lo conseguido en estos doce años por el PP no se puede negar, porque Zamora es ahora una ciudad muy mejorada, pero el desgaste normal del ejercicio político, que ya estuvo a punto de consumarse en los comicios anteriores, es fácil que pase recibo en la siguiente ocasión. Y eso es algo que se sabe por todos, también por los mismos ediles populares.

Las primeras encuestas que maneja el partido a nivel regional parece que son negativas igualmente respecto a mantener la Alcaldía de Zamora, a la que no repetirá ya Antonio Vázquez, que seguirá en el Senado, y para la que el PP buscará un candidato que pudiera ser una candidata. Se habla de Rosa Valdeón, la consejera de la Familia, que tan brillante labor realiza en la Junta, pero aunque, de ganar, sería una buena alcaldesa, resultaría una pena desaprovechar su talento en la oposición. El candidato, o la candidata, será, seguramente, alguien más de segunda fila, por lo que pueda pasar.