VÍDEO Y GALERÍA | San Juan de la Cuesta puja por San Antonio

Más de medio centenar de personas asistieron a los actos celebrados este sábado en honor al patrón más querido por el pueblo

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Araceli Saavedra

Los vecinos de San Juan de la Cuesta recuperaron, tras cuatro años de paréntesis, la festividad de San Antonio en su celebración completa, de procesión a subasta, sin dejarse nada por honrar a su patrón.

Un santo que reconocen en el pueblo que desde siempre ha sido muy querido y festejado. El templo parroquial acogió la procesión y la misa vespertina, oficiada por el párroco Miguel Ángel Fernández Orduña, tras el corto recorrido alrededor del templo al que se sumaron los vecinos y vecinas más veteranos. La celebración se pospone este año al último sábado de enero para permitir que los descendientes de San Juan, residentes fuera del pueblo, puedan regresar para participar. Y la siguiente generación tiene voluntad de continuarla. 

Andrés Gago Centeno, residente en el pueblo, mientras extiende las brasas en el horno vecinal, para asar, recuerda que lo que se recaudaba en la subasta de San Antonio se destinaba “a comprar el toro del pueblo y su mantenimiento”. Otra parte del dinero se destinaba “a pagar un pastor que cuidaba del rebaño del pueblo” en la sierra. Andrés se esmera en meter las bandejas de pollo y chorizo al horno y componer los platos de la cena. A la mesa vecinal se sentaron más de medio centenar de personas que completaron la cena con queso y membrillo casero, tarta y café. 

Y con fuerzas renovadas, todos los vecinos comenzaron una subasta donde la careta y el morro del cerdo ha dado paso al vino, el chorizo, el queso y hasta el libro. Figura angular para dar emoción y provocar a la cartera fue el subastero, que se estrenaba en el oficio, Jaime Pividal. Con buen humor, chispa y buen ambiente en el “comedor” de subastas, mejor que una galería de arte en la Castellana, arrancó el baile de precios por objetos desconocidos por lo bien envueltos y disimulados que presentaron los donantes anónimos. 

De 10 de 15, de 20 y hasta de 50 los lotes fueron cayendo del lado del mejor postor o como se remata tradicionalmente “que buen provecho le haga” a la tercera. La alegría con que se subasta, se adjudica y se corean los premios es contagioso y mientras unos tiran del suelo, uno de los niños más participativo y más aplaudido tira de “paga del mes”. 

Con uno o dos euros a voz en grito se desbarata la ilusión de quien ya tenía el lote en el bolsillo. Prácticamente todo el pueblo participa de las distintas pujas, desde plantas a fotografías, aunque predomina el regalo alimentario sólido y líquido, sobre todo éste último. Y alguno se preguntaba si tendría sitio para tanto cuadro de fotografías de Sanabria. Y vamos que es el último, animaba el director de la subasta para rascar los últimos bolsillos, incluido el suyo.

Los fondos que puntillosamente fueron anotando una mesa de “contadores” se destinan a sufragar las fiestas de San Antonio y hacer alguna mejora en el pueblo. Y San Antonio llega acompañado de las fiestas del verano con la venta de calendarios de la comisión para agosto. 

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