La Opinión de Zamora

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VÍDEO | El río Tormes recupera el curso por Sayago: “Estamos a un salto sobre el agua de Salamanca”

La bajada del nivel de Almendra aflora estructuras que dormitaban bajo las aguas como el Salto de Estacas, que proporcionó electricidad a la harinera y el pueblo de Almeida

Cuarto de máquinas, en primer plano, y cuarto de turbinas (al lado) de la minicentral en el Tormes que llevó la electricidad a Almeida de Sayago. Al otro lado del río, la provincia de Salamanca. | | PEPE SÁNCHEZ

La excepcional bajada del nivel del embalse de Almendra, impuesta por el trasvase de agua a Portugal, no solo ha dejado al descubierto buena parte del pueblo de Argusino, también resurge un tramo del curso del Tormes que dormitaba bajo las aguas desde hace 55 años. “Estamos a un salto de Salamanca” expresa Benito Sánchez Piorno. El veterano alcalde de Carbellino de Sayago nunca había visto un escenario fluvial tan desnudo.

El río Tormes, que hace frontera entre Sayago y la provincia de Salamanca, por la comarca de Ledesma, se ha quedado en un hilo de agua, recuperando la cercanía física entre ambos territorios, quebrada por la construcción del embalse de Almendra (1963-1970). Apenas cuatro metros separan hoy las comarcas ribereñas que llevan siglos cultivando una fecunda relación.

Pepe Sánchez en las ruinas de la casa construida para controlar el Salto de Estacas. | P. S.

La gigantesca obra de ingeniería hidráulica construida en el curso inferior del río Tormes, sumergió todo un conjunto de construcciones que ahora afloran y despiertan la memoria de personas ligadas a ese patrimonio.

VÍDEO | Salamanca, a un salto sobre el agua de Zamora

VÍDEO | Salamanca, a un salto sobre el agua de Zamora Cedido

Ocurre con el Salto de Estacas, un singular invento hidráulico que a principios del siglo pasado permitió llevar la electricidad a la fábrica de harinas de Almeida y a parte del pueblo. Pepe Sánchez, de Carbellino de Sayago, no oculta su emoción al contemplar un escenario inédito, el descubrimiento del cuarto de turbinas y las dos plantas del edificio del cuarto de máquinas. En condiciones normales solo asoma sobre las aguas el tejadillo de éste último, pero con el “vaciamiento” de Almendra ha emergido la totalidad de la minicentral construida a principios del siglo pasado en la aceña de Estacas, que compraron los Sánchez, una familia de molineros de Almeida de Sayago.

Las vacas de la ganadería de José Antonio Calles en un paraje habitualmente anegado por el embalse de Almendra y ahora sin agua. | Yolanda Calles

“Tengo 67 años y no conocía el arroyo tal y como lo estoy viendo ahora. Venía de pequeño con mi padre, pescábamos en verano y esto no estaba así” cuenta. “Me da mucha pena verlo, antes el río se veía bonito, con bastantes aceñas a lo largo del cauce y más agua”.

Pepe Sánchez no se cansa de volver una y otra vez a contemplar unos vestigios ligados íntimamente a su familia. Su abuelo, “Pepe el del Salto”, trabajó en la minicentral promovida por el industrial harinero Pedro Sánchez Guerra para llevar electricidad a la fábrica de Almeida y a parte del pueblo.

El abuelo de Pepe estuvo “muchos años” viviendo en la casa situada a la vera del Tormes, para alojar a los trabajadores del Salto. Un edificio de piedra semiderruido, pero lo suficientemente entero para reconocer y recordar este pequeño prodigio que era la envidia de la comarca. Ahora ha quedado completamente descubierto como consecuencia del trasvase de agua a Portugal, en cumplimiento del Convenio de Albufera, que actualmente sitúa el embalse de Almendra al 25% de su capacidad.

Puente de la Villa totalmente descubierto. | Yolanda Calles

Pepe Sánchez retiene en la memoria las vivencias de su padre, Antonio, y su abuelo Pepe, testigo de la destructora riada de 1936. “Aquí tenían que estar las 24 horas del día pendientes de la compuerta”. Su padre, nacido en 1924, también era “hijo” del río. Por eso, el afloramiento de la central hidráulica ha despertado un mar de recuerdos en el superviviente de esta generación de operarios.

Los vecinos de Carbellino vuelven a contemplar los pasos sobre el Tormes hacia la comarca de Ledesma

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"Aquí estuvieron trabajando hasta que se hizo el enganche desde Bermillo (a través de la energía que generaba la presa del Porvenir), y ya se extendió la luz por más pueblos” recuerda el jubilado sayagués. La minicentral cerró sus puertas para quedar años después sepultada bajo las aguas.

Más allá del emblemático salto de Estacas, situado en la Dehesa del mismo nombre en el término de Ledesma, en el páramo que forma ahora buena parte del pantano aflora un universo de estructuras que dormitan bajos las aguas embalsadas del Tormes. Molinos, pasos, pontones, caminos. La gigantesca obra hidroeléctrica –Almendra es el tercer embalse con más capacidad de España– desdibujó el paisaje primigenio ahora al descubierto, despertando el asombro de los más jóvenes y y la nostalgia de quienes lo conocieron tal y como era antes de ser anegado.

El curso del Tormes a su paso por el término de Carbellino. | Y. C.

Es posible contemplar el Camino de Salamanca, una calzada natural por la que transitaban con carros y mulas hacia la capital charra; o el Puente de la Villa, que comunicaba Carbellino con Ledesma. Era el paso de los sayagueses hacia las ferias. “Tengo 63 años y es la tercera vez que veo el puente, pero nunca tan descubierto como ahora” cuenta el ganadero José Antonio Calles.

Curso del Tormes resurgido por la bajada del embalse de Almendra Yolanda Calles

Más allá de esta nueva perspectiva del paisaje y las señas de identidad de un territorio, el meteórico desembalse ha provocado inconvenientes, que sufren muy de cerca los ganaderos de los pueblos ribereños. El rápida movilización de agua hacia Portugal, en apenas una semana, ha complicado el manejo de las reses de extensivo.

“Las vacas andan muy mal; al bajar tan deprisa el embalse, el lodo está blando y si no andas con cuidado, los animales se pueden quedar empantanados. No ha dado tiempo a ir secándose” apunta el ganadero de Carbellino de Sayago. “Me han salido los dientes con las vacas y nunca he visto algo parecido” expresa José Antonio Calles sobre el escenario que presenta la ribera, alimentado además por una prolongada sequía. Tanto ha cambiado el paisaje que, según Calles, “si no fuera por el lodo, mis vacas pasarían a la parte de Salamanca”. El río se ha quedado como una rivera pequeña, donde se han visto carpas muertas.

Pasará tiempo hasta que el mar de agua vuelva a acomodarse en este territorio de piedra invadido en pos del progreso. Mientras tanto son muchos los curiosos que buscan una foto para la historia.

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