La Opinión de Zamora

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El pueblo olvidado de Zamora que emerge entre las aguas

El descenso del embalse de Valparaíso deja al descubierto las ruinas de la población anegada en 1987, con indemnizaciones de 5 millones de pesetas de la época

Restos del cementerio de Anta de Tera, el pueblo olvidado de Zamora que emerge entre las aguas del embalse de Valparaíso.

El descenso del embalse de Valparaíso ha dejado al descubierto los escombros del pueblo de Anta de Tera que, junto con Manzanal de Abajo, fue uno de los dos pueblos que quedó bajo las aguas del pantano en 1987 tras el cierre de la presa. En el mapa de la provincia de los pueblos inundados es seguramente uno de los grandes olvidados junto con Manzanal de Abajo.

De entre las ruinas destacan el recinto del cementerio, la planta que ocupara la iglesia y el cementerio “civil”. Piedras de lo que antes eran casas, maderas que hasta los ochenta eran vigas de casas, parte de los hierros de un arado, ropa, calzado, botellas de cristal –entre ellas una con jarabe que fotografía la farmacéutica de Mombuey- emergen contando la historia de un pueblo. Los vecinos emigraron a Mombuey, Valdemerilla, Madrid, Valladolid, etc.

Ermita de los Remedios en Mombuey que emula a la de Anta. | A. S.

Emergen también los recuerdos de la familia Bobillo, una de las 19 casas familiares inundadas por la cota embalse. Josefa Castedo había oído desde niña hablar con desdén a su padre que “dicen que van a hacer un pantano”. Ese “pantano” era como la espada de Damocles sobre el pueblo desde la época de la Dictadura de Primo de Ribera como recuerda un familiar cercano de Josefa.

En la década de los 50 vivían una treintena de familias en un pueblo donde la vida era dura ya que se vivía de la ganadería y la agricultura, las mejores fincas en el valle quedaron bajo el agua sin medio de vida porque solo quedaron las fincas de secano. “Era una vida muy tranquila y un pueblo muy tranquilo” recuerda Josefa. Eran seis hermanos, tres chicas Claudina, Sole y Pepa, y tres chicos Tomás, Pedro y Miguel.

Josefa Bobillo, de Anta de Tera. | Araceli Saavedra

Indemnizaciones

Las indemnizaciones fueron de 30.000 euros (5 millones de pesetas de la época) por la “salida”, una indemnización por cada miembro de la familia de 17.000 euros (2,8 millones) y la valoración de la casa. “Iberduero dividió las familias en su beneficio”. A Josefa le pagaron el valor de su casa y se compró un piso en Madrid. “Mi padre nos dio la herencia con 59 años. A cada hijo una casa y a dos hermanos la casa familiar”. Se pagaron tierras clasificadas, paredes de piedra, los robles, mejor que con las expropiaciones del trazado de AVE y de la Autovía. Había familias numerosas con 5, 6 hijos, abuelos. La Junta Vecinal cobró los comunales aunque no se sabe dónde fue ese dinero, como también el Ayuntamiento de Cernadilla quiso cobrar su parte por los terrenos que eran del pueblo.

La empresa Iberduero entregaba el cheque con las cantidades estipuladas “y entregabas la llave y no volvías”. A los pocos días la casa era convertida en escombros. Josefa concebía la idea de jubilarse y volver al pueblo. En los años 90 compró varias fincas en Valdemerilla.

Restos de vigas del antiguo pueblo. | Araceli Saavedra

En Anta había hacia 1952 unos 40 niños, tenía escuela aunque cada año venía una profesora interina que no venía hasta después de Navidades, aunque el curso empezaba en septiembre.

Los niños tuvieron escuela hasta 1970 se cerró y pasaron a los colegios de Cernadilla y Valdemerilla, para terminar en la Escuela Hogar de Puebla y, con el tiempo, en Camarzana y Vidriales.

Una fecha para recordar es el primer domingo de Octubre, día de la patrona de Anta de Tera, La Virgen de los Remedios. Cuando se derribó la iglesia se salvó parte de la espadaña del campanario. La mayor parte de los vecinos compraron terreno en Mombuey para rehacer las casas, y le pidieron a la empresa que les construyera un pequeño templo. El Ayuntamiento de Mombuey cedió un terreno para hacer una ermita, copiando la iglesia pero más pequeña, e incorporando el campanario.

Anta de Tera, el pueblo olvidado de Zamora que emerge entre las aguas.

El pasado 1 de octubre varias familias se reunieron en la ermita para conmemorar la festividad. Además del campanario se trasladaron las imágenes de San Antonio y San Roque. Además de Los Remedios, se celebraban Los Corazones. Acudía la juventud de otros pueblos Fresno, Valdemerilla, Cernadilla, Sagallos, Folgoso, San Salvador de Palazuelo.

Una mujer observa el resto de un bote de jarabe Araceli Saavedra

La casa de los Bobillo fue derribada aunque lo que queda de las ruinas nunca ha quedado bajo el agua “podía haber quedado en pie, pero con el agua a un metro” dice el familiar de Josefa. Ella recuerda muchas escenas de infancia y juventud, pero rescata una en la que se ve con su hermana en la segunda planta de la casa cosiendo con la máquina de su madre. También recuerda que en Anta había muchos frutales y que ella y sus hermanas tenían el permiso de su padre para salir a vender por los pueblos, lo que recogiera: cerezas, peras, guindas.

Dos personas andan sobre los restos de Anta de Tera que han salido al descubierto Araceli Saavedra

Molinos

Era un pueblo que tenían tres molinos en el río Tera y el Regato que cruzaba el pueblo, dos norias, cada casa horno de cocer, fábrica de luz que daba corriente a la fábrica de harinas de Cernadilla, 3 o 4 ganados de ovejas, la vecera de vacas que cada vecinos cuidaba a vela. En el año 61 se instalaron tres fuentes de agua corriente.

El agua corriente en las casas, el saneamiento, un teléfono público para todo el pueblo fueron los servicios que se fueron instalando para modernizar un pueblo con los años contados. Hasta la propia Josefa había instalado un pequeño cuarto de baño, abocado al derribo.

Tardó un tiempo en ver por primera vez el embalse lleno, una imagen que su padre no llegó a ver. “Teníamos de todo y nos dejaron sin nada” dice Josefa que tuvo que emigrar a Francia y a Madrid y que añora “Como en Anta ni en Benidorm”.

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