Villaralbo cierra sus carnavales por todo lo alto: ha llegado el entierro de la sardina, una tradición indiscutible en la agenda de este municipio que coge aire al fin después de la pandemia.

La celebración ha transcurrido con la llegada de puntillas de la normalidad. A pesar de las mascarillas y la precaución, la sardina se ha enterrado como mandan los ritos, en la Plaza del Ayuntamiento.

El desfile ha seguido el riguroso luto marcado para el entierro, y con vestidos, velos y ropajes negros, medio centenar de vecinos han guardado las espaldas a la sardina, a la que como cada miércoles de ceniza, han dado sepultura en Villaralbo.

En el desfile –que ha llevado la sardina por las calles del municipio– han sido los más pequeños de la casa los responsables de custodiarla. Detrás, los adultos interpretaban su papel, y ataviados para darle sepultura, han sido muchos los que no han podido contener la risa, a pesar del esfuerzo por mantener la solemnidad requerida en cualquier entierro, incluso, en el de una sardina.

La sardinada para los vecinos de Villaralbo. | J. L. F.

Tras días de celebraciones, esto ha puesto punto y final a los carnavales, una tradición repleta de ironía con la que se da inicio a la cuaresma. Zamora mira de frente la Semana Santa, que se acerca acelerada tras el carnaval: un sinfín de tradiciones que se enlazan entre ellas y siguen vivas en los pueblos zamoranos.

En Villaralbo no se resisten a la tradición. La divertida representación del entierro de este animal sigue viva en el Alfoz, donde la gente aún se viste de luto para llorar por una sardina, un momento que cada año desemboca en lo más esperado por todos: la sardinada popular.

Momentos durante la procesión. | J. L. F.

El Ayuntamiento de Villaralbo ha organizado la cena de los vecinos, y el pescado asado en el patio del salón cultural ha reunido a la vecindad, que junta, ha despedido a los carnavales.

Sardinas, pan y bebida para acabar por todo lo alto un programa de fiestas que empezó el viernes pasado y que ha conseguido celebrarse a pesar de los contagios, que aún lastran el día a día de la sociedad zamorana desde hace ya casi dos años.

La comitiva de luto no aguanta la risa durante el entierro. | J. L. Fernández

La sardinada, con más asistentes que el desfile, ha sido custodiada por los compañeros de Protección Civil, que se han asegurado de que nadie se quedara sin sardina tras el entierro.

Una jornada de luto y jolgorio que ha transcurrido por las calles de Villaralbo y que promete seguir viva muchos años más, para cumplir con el compromiso de enterrar a una sardina cada miércoles de ceniza.

Villaralbo y la sardina