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V Centenario de la Batalla de Villalpando

La toma de Villalpando

Las gentes del común celebraban la llegada del ejército comunero como una liberación

La toma de Villalpando

A primeros de diciembre del año 1520 se produjo un episodio que influyó decisivamente en la marcha de la Guerra de las Comunidades. El día 3 el ejército comunero con Pedro Girón como capitán general tomó Villalpando, la villa más importante que su tío, el Condestable de Castilla, poseía en Tierra de Campos.

Las extrañas circunstancias que concurrieron en este hecho han dado lugar a especulaciones, más o menos fundadas, que van desde su interpretación como una trampa que no supieron evitar los jefes comuneros, hasta la acusación de traición contra el capitán general. Lo cierto es que el error del abandono precipitado del asedio de Medina de Rioseco se puso de manifiesto dos días más tarde, cuando el ejército de los nobles aprovechó que el camino de Tordesillas había quedado libre para tomar esta villa privando a la Comunidad del apoyo moral que les proporcionaba la reina doña Juana. Sin restar importancia a esta cuestión, que merece un tratamiento más detenido, en este artículo se describen los momentos más relevantes de la toma de Villalpando.

Los antecedentes

En el enfrentamiento entre la Junta de la Comunidad y el gobierno del Reino, presidido por el cardenal Adriano de Utrecht las gentes del común de Villalpando tomaron partido muy pronto por la primera, a la que instaron repetidamente a que acudiera en su ayuda y les liberara del vasallaje del Condestable, devolviéndoles a la Comunidad del Reino, si más señor que el rey. Por este motivo, celebraron la decisión de la Junta de sitiar Medina de Rioseco, donde se habían refugiado el cardenal regente, la mayor parte de los miembros del Consejo del Reino y un grupo muy numeroso de nobles.

Durante diez días el ejército comunero, acuartelado en Villabrágima, pretendió inútilmente que los sitiados aceptaran la nueva legalidad que representaba la Junta de la Comunidad y Cortes del Reino. De poco sirvieron las negociaciones que intentaron algunas personas bienintencionadas. La guerra parecía inevitable, pero tras algunas escaramuzas y ante la patente indeterminación de pelear que manifestaban los nobles, Pedro Girón ordenó levantar el campamento y dirigirse a Villalpando. Era el día 3 de diciembre de 1520.

Negociaciones y enfrentamientos

Al atardecer de ese día, Bernardino de Valbuena al frente de su compañía llegó al convento de San Francisco, situado en las afueras, para acordar una entrega pacífica de la villa y evitar a los vecinos los males que ocasionaría su conquista por la fuerza. Muy a su pesar y en contra de la opinión de los escuderos más fieles al Condestable, el gobernador Bañuelos accedió a la petición, siempre y cuando no se causara daños a los seguidores del Condestable, ni en sus personas ni en sus bienes, y fuera Pedro Girón quien recibiera las llaves de la villa y del castillo.

Desde que se conoció la llegada inminente del ejército de la Comunidad, los vecinos se acercaron a la puerta de San Andrés con actitudes enfrentadas, en consonancia con el posicionamiento político de cada uno. Entre los partidarios del Condestable, casi todos hidalgos, predominaban el temor y la preocupación ante un futuro incierto, pero muchos proclamaban su determinación a morir en defensa de la villa, si fuera preciso. Por el contrario, cuantos se movían a voz de Comunidad, que eran la mayoría de los vecinos, celebraban la llegada del ejército comunero como una liberación. Los ánimos estaban exaltados y hubo varias ocasiones en que unos y otros estuvieron a punto de llegar a las manos. Según declararon más tarde testigos presenciales, un regidor llamado Francisco Morejón habría salido malparado si no hubiera intervenido a su favor un forastero, soldado de la compañía de Valbuena: “Hidalgo, yo aquí soy forastero y no os conozco, pero lo mejor que podéis hacer es volveros, pues vuestros vecinos parecen dispuestos a desmontaros de un tiro”.

La toma

Ya anochecido, llegó el ejército de la Comunidad a la puerta de San Andrés, donde tuvo lugar un diálogo muy significativo entre Pedro Girón y el gobernador Bañuelos, que refuerza las sospechas de traición. Tras unas reticencias iniciales que parecen una escenificación acordada, Bañuelos accedió a franquearle la entrada con estas palabras: “El dicho señor Condestable, mi señor, me mandó que si vuestra señoría viniese aquí, que le entregase la villa y las llaves de la fortaleza”.

A partir de ese momento, los comuneros tomaron posesión de Villalpando y procedieron al nombramiento de las nuevas autoridades. Al día siguiente, cuando Pedro Girón procedía a la renovación del gobernador y alcaide, se encontró con una oposición inesperada. Los vecinos rechazaron la candidatura de su amigo Juan de Figueroa, un noble sevillano, para exigir que el cargo fuera ocupado por Bernardino de Valbuena; y su motivación reflejaba el resquemor que despertaban las autoridades forasteras desde la llegada del rey don Carlos con su corte de flamencos. La expuso con toda claridad Cristóbal de Cuenca, procurador del cuarto de San Pedro: “Bernardino de Balbuena es hombre natural de la villa y se debe más a sus convecinos y parientes que otro que sea forastero”.

La promesa de evitar represalias contra las personas y los bienes de los servidores del Condestable sólo fue respetada en parte. Mientras permaneció el ejército en Villalpando el castillo no fue saqueado, pero el mesón de Lope del Río, muy beligerante contra la Comunidad, fue asaltado e incendiado sin que lo pudiera impedir la intervención personal, espada en mano, del mismo Pedro Girón. Bañuelos y otros servidores del Condestable abandonaron la villa y se refugiaron en Castroverde, que convirtieron en su cuartel general y punto de partida de su hostigamiento a la villa comunera.

La noticia de que el ejército de los nobles había tomado Tordesillas el día 5 precipitó la salida del ejército comunero hacia Valladolid y, tras su marcha, las nuevas autoridades no pudieron evitar el asalto al castillo, donde ardieron algunas dependencias y desaparecieron enseres.

De acuerdo con el nombramiento de la Junta del Reino, Bernardino de Valbuena fue gobernador de Villalpando y su tierra y alcaide del castillo hasta el día 24 de abril de 1521. En ese día, cuando conoció los hechos de Villalar, salió con su compañía hacia Toledo donde se puso a las órdenes de María Pacheco, la viuda de Juan de Padilla.

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