Las toneladas de alburnos que pueblan el embalse de Almendra y hacen crepitar su superficie, como si cayera un chaparrón de agua, son estos días el centro de una depredación desenfrenada. Pescadores, aves de todo plumaje y fauna de muy diverso pelaje que, por matar el hambre, no hace ascos a semejantes peces, compiten por la captura.

«Cuece el agua», es la expresión utilizada por el pescador Agustín Peña. Y es que la lámina del embalse de Almendra es surcado por una plaga de alburnos ansiosos por echar la boca a cualquier cebo antes que ningún otro pez.

«Infestado de alburnos», es la expresión más pronunciada por la gente que se acerca al «mar de Castilla» para disfrutar de la caña o, puramente, para observar el gran mundo animal ligado con este mayúsculo escenario fluvial de Iberdrola.

Peña, que es uno de los muchos pescadores afincados en la orilla, en su caso sobre un roquedo, reconoce que «un enjambre» de peces como el que ofrece Almendra proporciona «entretenimiento» a los pescadores porque son muchos los lances exitosos. «Un día que pique es tirar y sacar. Puedes cogerse quince o veinte kilos de alburnos» afirma. A la vista queda que los amantes de la caña tienen faena porque con reiteración andan ocupados en el desenganche de pequeñas e inquietas piezas.

No están solos los pescadores en la entresaca. Las garzas, las gaviotas y hasta ciertas rapaces compiten con los aficionados a la pesca a la hora de tomar posiciones en las márgenes del embalse, aunque las aves, debido al carácter esquivo, guardando siempre las distancias y alejándose en caso de acercarse el hombre a sus feudos.

Sin embargo, el alburno no goza de aprecio gastronómico. Aunque ofrece un cuerpo lustroso, todo el mundo habla de «la tenia» que presentan muchos ejemplares, y que a la hora del aprovechamiento echa para atrás a los pescadores. Agustín Peña, por ejemplo, se los sirve «a los gatos». Otros sencillamente los tiran al campo y rápidamente se echan sobre ellos las aves que vuelan avizoras al desarrollo de los lances. Y es que los pescadores, además de disfrutar de su arte, se recrean del espectáculo faunístico que supone contemplar a las garzas clavar alburnos con suma precisión, a las gaviotas sobrevolar el embalse y tirarse en picado sobre los descuidados ejemplares, y a las águilas echar sus garras sobre los alburnos vivos o muertos que flotan sobre las aguas. «Los aguiluchos sacan tajada, pero son poco finos pescando» afirma Alberto Fernández, de Cibanal, que gusta de seguir el mundo natural al vivo y de cerca. Más luego rondan el embalse de Almendra, gracias a la abundancia de pesca, otros animales como las zorras, que todo lo husmean, y otras aves de menor envergadura que las garzas pero también al corriente de que el embalse de Iberdrola es un vivero y una mina de peces asequibles.

La explosión de alburnos se la explican los pescadores como la consecuencia de una introducción intencionada, y consideran que ha sido la propia Administración la responsable de suelta, ilegal por cuanto que la normativa es estricta en cuanto a la introducción de especies invasoras. Agustín Peña afirma que la razón «es sacar las licencias de pesca», y reconoce que «la sardina de río», como llama al alburno, da juego a la caña.

Hay pescadores que hablan del embalse de Almendra como un embalse «contaminado» de alburnos. La proliferación de esta especie de ciprínidos, presumiblemente metidos para «pasto» de otros depredadores de la ictiofauna, ha dejado en una especie de lotería la obtención de otras especies más apetecibles como las bogas.

Almendra es un embalse de gran pesca. Agustín Peña afirma haber capturado lucios de hasta de 21 kilos. Y hace mención a otros compañeros que han conseguido truchas de más de diez kilos. Las carpas son otro objetivo de los anzuelos de los zamoranos y de los portugueses aficionados a esta práctica quienes, según explican, en su país pagan 1,50 euros por obtener el permiso.

A todos ellos se suman otras entusiastas del embalse de Almendra, las ovejas, que en su caso toman la orilla para aplacar la sed, pues el agua escasea por el campo.