En Granja de Moreruela se bifurcan dos caminos jacobeos: el de la Vía de la Plata, que se dirige hacia Benavente para enlazar con Astorga y tomar el Camino Francés; y el llamado Camino Sanabrés, que los peregrinos utilizaban para acortar la llegada a Santiago entrando por la provincia de Ourense atravesando antes la comarca de Tábara, los fértiles valles de Valverde y el Tera y las montañas sanabresas.

Siguiendo la estela de éste último y con el objetivo puesto en la villa de Tábara, la nueva etapa discurre entre dehesas y bosques de encinas que acompañan al caminante durante buena parte de su trayecto. La etapa comienza en Granja de Moreruela, en la Tierra de Campos, donde los iniciales caminos de concentración, llanos y rectos, conceden una visión amplia del paisaje sólo roto por arboledas perdidas. Cuando se ha avanzado aproximadamente un kilómetro, el camino -arcilloso y pedregoso- gira a la derecha donde espera una pequeña cuesta, a la que sigue el respiro de una bajada por una senda que serpentea en algunos tramos entre poblados encinares y fincas cercadas. Atravesando el valle del Tejar, Valdeconejos y a un lado la dehesa de Quintas, el caminante se va introduciendo en las tierras de Tábara, donde el camino pierde la uniformidad para entrar en terrenos ondulados regados por encinares y jarales. Casi sin esperarlo y al final del mismo, desde un pequeño otero, se atisba por primera vez el Puente Quintos que cruza el río Esla dividiendo Campos y Tábara. Antes de atravesarlo es necesario recorrer un pequeño tramo de la carretera ZA-123, que va de La Tabla a Faramontanos de Tábara para, en el kilómetro 5, iniciar el paso por el viaducto y al final del mismo girar a la izquierda para bordear la margen derecha del Esla por la dehesa de Tardajos. El paisaje es espectacular, con el río encajonado entre peñascos y riscos en torno a los que planean las rapaces. Para atravesar la zona es necesario ir subiendo entre piedras, jaras y encinas hasta coronar las peñas. La altura obliga a un esfuerzo supino -«¡es una pared!», dicen algunos al ver lo inclinado del plano-, pero no es para asustarse. En un suspiro se hace cumbre, para desembocar en una pequeña pradera desde la que se divisa el Esla encajonado, en la que parece una de las estampas más bellas del Camino. La ruta prosigue por la dehesa de Mangas, mientras se va alejando el río entre una zona boscosa tras la que se abre un campo de sembrados bien distinto a lo ya pisando. Paso a paso se ha llegado a las tierras de Tábara a través de los campos de Santa Eulalia para enlazar con el término de Faramontanos, donde el paisaje de la estepa castellana permite divisar desde lo lejos los molinos del Parque eólico de Valmediano, erigidos en la sierra, en el Alto del Veladero. Llaneando y siguiendo un camino recto hasta el hartazgo, aparecen en la lejanía las primeras casas de Faramontanos, a donde se llega dejando a la derecha la zona de las bodegas. Faramontanos, que quiere decir "fuera del monte", debe su nombre a los valerosos pobladores llegados del norte para repoblar lugares desiertos como consecuencia de las luchas de moros y cristianos. El Camino pasa por la Iglesia de San Martín, donde se venera a un cristo románico que merece contemplación; y el pueblo fue también sede de un monasterio llamado Santiago de Moreruela.

Tras una obligada parada en el pueblo, se emprende el último tramo de la etapa, con la mirada puesta en Tábara, a unos cuatro kilómetros. Se sale de Faramontanos por una alameda y un campo de deporte para tomar la carretera y atravesar el cruce de la vía de Tábara-La Tabla y seguir el camino recto. Desde Faramontanos se atisba la villa tabaresa, cuna del insigne poeta León Felipe, dominio de los Templarios y cuna del beato que salió del desaparecido Monasterio de San Salvador, fundado por San Florián. Poco a poco se afina el perfil urbano de Tábara, con la inconfundible torre de la Iglesia de Santa María, del siglo XII y declarada Monumento Histórico Artístico en 1931, como referencia del municipio cabecera de la zona que mereció el título de marquesado, concedido por Carlos V.

Encinas y dehesas

Buena parte del trayecto discurre entre dehesas, con las de Quintos y Tardajos como las más singulares. Predomina el bosque de encina.

Puente Quintos

Puente de piedra sobre el Esla. Uno de los parajes naturales más atractivos de la provincia, mermados por la construcción de una minicentral.

Iglesia de Santa María

Fue consagrada en 1132, aunque ha sufrido transformaciones. Declarada Monumento Histórico Artístico, su elemento más singular es la torre.