Benavente: "Escuela" de cuidadores

Quince mujeres responsables de personas mayores dependientes logran salir de su aislamiento social con un programa de Cruz Roja

La psicóloga, de pie, conversa con las participantes en la iniciativa, en Cruz Roja Benavente. | E. P.

La psicóloga, de pie, conversa con las participantes en la iniciativa, en Cruz Roja Benavente. | E. P. / Eva Ponte

Se sienten agotadas, su situación actual ha afectado muy negativamente a sus relaciones sociales o de amistad, no tienen tiempo suficiente para ellas y, en ocasiones, sienten que han perdido hasta el control de su propia vida. Estas son sólo algunas de las emociones, sentimientos o experiencias por los que han pasado o pasan las personas que cuidan, de manera no profesional, a sus seres queridos, personas mayores dependientes. "La mayoría de las veces la persona cuidadora se olvida de sus propias necesidades. Cuando se ve en esa situación deja de lado su vida y se focaliza en cuidar a esa persona. Eso al final supone una sobrecarga que repercute en su salud, tanto a nivel físico como emocional", explica Estefanía Blanco, psicóloga responsable del Proyecto de Atención, Información, Capacitación y Apoyo a Familias Cuidadoras de Personas Mayores, que desarrolla Cruz Roja.

Varias participantes en el programa escuchan a una de las compañeras. | E. P.

Varias participantes en el programa escuchan a una de las compañeras. / Eva Ponte

En Benavente participan unas quince mujeres, y es que aún hoy en día son ellas, las mujeres, las que asumen el cuidado de las personas mayores en casa. "Es verdad que los hombres se van implicando un poco más, pero todavía se sigue viendo más mujeres", señala la profesional.

"Trabajamos con personas que cuidan, normalmente familiares mayores y el objetivo es que sepan la importancia que tengan el autocuidado para poder cuidar de esas personas", añade. "El objetivo es más bien poder hablar, tener un momento en un grupo de cierta confianza, decir las opiniones, decir la visión que tienen sobre distintos temas".

Entre los aspectos abordados el abanico es muy variado y el método de abordarlos también es diferente. Unas veces a través de charlas, otros días realizando juegos u otras actividades dinámicas. Entre la temática tratada hasta el momento han podido acercarse a aspectos como la incertidumbre, cómo trabajar la ansiedad, la depresión, el estrés, alimentación, ejercicio, gestión emocional o la higiene del sueño.

¿Por qué pedir ayuda?

Las participantes se atreven a hablar, a contar su experiencia, a explicar por qué un día decidieron dar el paso de participar en esta iniciativa propuesta desde Cruz Roja. "Yo hace tres años y medio estaba cuidando a mi marido y estaba muy hundida porque no daba más de sí", explica una de las mujeres. "Cuando empezó a ir al Centro de Día de Alzhéimer yo empecé a venir aquí y Estefanía me dio unas charlas que me vinieron muy bien", añade. Comparte su historia que el resto de compañeras ya conoce y también experiencias por las que han pasado las demás, con las que se sienten identificadas, y asienten.

Las participantes reconocen que acercarse a este taller les ha permitido conocer otras actividades e iniciativas con las que aprender, compartir y, sobre todo, socializar con otras personas, también mayores. "El cuidado de mi marido me ha repercutido en los huesos porque muchas veces tiraba de él de un modo inadecuado, yo no lo sabía hacer", lamenta.

Aseguran que, además de este taller, les ayuda participar en iniciativas como gimnasia, costura o taller de memoria. "Me encuentro bastante bien. Él está cuidado y gracias a las charlas he podido subir un poco para arriba".

Si en algo están de acuerdo todas estas mujeres cuidadoras es el aislamiento involuntario, no deseado, al que se someten con el cuidado del familiar. Y aquí, gracias a esta iniciativa, han hecho "muchas compañeras", "eso es lo mejor", asegura otra, "eso desde luego", dice otra más. En el relato de esta y otras mujeres explican que "son muchos años arrimada a una persona. Yo no tenía a nadie al que decirle voy aquí o allá, porque no podía dejar a mi marido solo. Esa persona no podía ir al paso de los demás y estaba un poco ....", "aislada"- finaliza otra mujer la frase.

La psicóloga explica que, además de las sesiones grupales, se realiza apoyo psicológico individual. "Vamos normalizando ciertos sentimientos como el de la culpa que se suele ver mucho en estos casos, porque cómo voy a dejar a mi marido o a mi madre sola, o con otra persona. Les hacemos entender que, para bien o para mal, algo que yo también he aprendido es que ninguno somos imprescindibles. A veces tenemos que recurrir a pedir ayuda a otras personas y podemos dedicar tiempo para nosotros, para que cuando esté con esa persona que me necesita sea un tiempo de calidad".

En las sesiones individuales se trabajan también las herramientas que pueden utilizar cada una de ellas en función de la persona, para mejorar un poco.

Cuesta pedir ayuda

Reconocen que cuesta pedir ayuda. Entre las asistentes, algunas ya no son cuidadoras en activo puesto que la persona de la que se hacían cargo ya ha fallecido pero siguen acudiendo a la actividad "porque tengo a estas compañeras y me siento bien viniendo". Una de ellas explica que "después de cinco o seis años yo pedí ayuda. Estuve aprendiendo cómo manejar a mi marido porque no podía con él". Las demás asienten y algunas aseguran que se sienten identificadas con ella.

"He conocido a muchas amigas. Antes no salía. Iba siempre con mi marido. Siempre trabajando con él y no miraba para mí", explica. Otra señala que "lo bueno de venir es que aprendemos unas de otras, y eso es de agradecer. Estamos aquí unas cuantas a las que esta compañera nos enseña costura y labores muy bonitas".

En el programa, que se lleva a cabo en Benavente un día a la semana, se realizan diferentes iniciativas formativas para abordar temas como el cuidado, para el voluntariado que participa en el proyecto. En este sentido se trabajan ciertas herramientas para trabajar con personas que están pasando un duelo, o algún tema que pueda ser de interés. Se hacen también seguimientos individuales.

Las participantes tienen sus propias experiencias e historias de vida, pero si hay algo que tienen en común es "que a veces tienen la necesidad de sentirse imprescindibles y ese sentido de responsabilidad de pensar que es mi tarea cuidar de mi familiar. A veces, incluso, no saben pedir ayuda. Es algo que se trabaja mucho", señala la psicóloga.

Y es que el cuidado de la persona mayor dependiente se prolonga en muchas ocasiones durante años. "Escuchamos eso de ya me ocuparé de mí cuando pase esto y a veces es tarde, porque eso nos ha hecho enfermar. Piensan que cuidarse así mismas es egoísta". Precisamente una de las charlas es "No es egoísmo, es autocuidado".

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