Eterno amigo, alcalde eterno

Luciano Huerga Valbuena.

Luciano Huerga Valbuena. / J. A. G.

Javier Martín Guerra

Javier Martín Guerra

Estoy acostumbrado a teclear y teclear diagnósticos, tratamientos y, también, hipótesis, acerca de pronósticos. Ahora, justo ahora, cuando no soy capaz de encontrar palabras que calmen mi pensamiento, me pregunto: dime, tú, médico, ¿qué sientes ahora? Muéstrame esas lecciones, tú que parecías conocer todas las respuestas. Solo sé que, hoy, no tengo.

Hoy solo tengo en la cabeza recuerdos. En mis recuerdos de infancia, mientras caminaba con mi madre y desde el anonimato de la niñez, te veía corriendo con tu chubasquero rojo de Nike. Ya desde momento y sin saberlo, amigo Luciano, te admiraba.

Después la vida me llevo a ti, y tuve la suerte de conocerte y ser tu amigo. Hablar contigo de tu pasión, la POLÍTICA en mayúsculas. Entendí contigo el significado de la palabra: Polis —ciudad— y ética —modo de hacer cosas—. Tu manera de hacer las cosas, para todos y con el bien por seña de identidad.

¡Cuánto te admiro, amigo! El tiempo pone las cosas en su sitio por eso tu legado será Eterno.

En tu última aparición en el balcón de tu plaza mayor, porque nadie lo ha hecho, hace ni hará como tú, cuando ya conocías la escarpada cuesta fuiste capaz de sonreír y de consolar a tu gente cuando las cosas no salieron como todos queríamos.

No sabes el orgullo que ha sido que dijeras, en algún momento, que era tu médico. Pero hoy me pregunto: dime, tú, médico, ¿qué sientes ahora?, ¿qué respuestas tienes?. No tengo ninguna.

¡Te quiero Luciano!

(*) Javier Martín es médico del Servicio de Medicina Interna del Clínico de Valladolid